Jugando con el tiempo

Transportarnos a un acontecimiento clave del pasado de un personaje, contar una historia comenzando por su final, o perder completamente la linealidad de la narración recurriendo a saltos temporales, se han convertido en técnicas bastante habituales en el cine y la televisión de los últimos tiempos.

No hay más que echar un vistazo a la internáuticamente venerada Lost, que tiene como sello de identidad el uso de flashbacks y flashforwards, a través de los que vislumbramos la estrecha relación de los protagonistas con los secretos de la misteriosa isla a la que han ido a parar. Sin embargo, a pesar de la creciente intriga de la historia y de los geniales enigmas que Lost plantea, muchos creemos que lo que hace realmente grande a la serie es la minuciosa construcción de sus personajes. Y es que a través de estos saltos en el tiempo, indagamos en el pasado y el futuro de los protagonistas y los llegamos a conocer tan profundamente que comprendemos a la perfección el porqué de su evolución.

En una serie como El internado, que utiliza a Lost como fuente de inspiración sin sonrojarse, los flashbacks hacen a menudo acto de presencia, pero salvo honrosas excepciones, los saltos al pasado de la producción patria no han conseguido hacer una radiografía precisa de ninguno de sus personajes, puesto que se han centrado más en explicar la presencia de los protagonistas en el colegio en el que se desarrolla la trama, o en conectarlos de algún modo con uno de los misterios de la serie.

Pero no sólo la ficción televisiva juega con el tiempo a su antojo, también el cine nos sorprende habitualmente con estas tretas.

Uno de los grandes especialistas en romper la línea temporal en sus films es el señor Quentin Tarantino. Pulp Fiction, probablemente su obra más popular, cuenta tres historias diferentes que se van solapando a través de escenas repetidas en varias ocasiones, una vez por cada una de las historias que convergen en ese punto. Reservoir dogs, otra de sus películas más aclamadas, se caracteriza por el empleo de flashbacks y un cierto desorden en sus escenas que obliga al espectador a reconstruir el pequeño puzzle.

Otro claro ejemplo de falta de linealidad temporal es Memento, un film que nos cuenta la cruzada de un hombre sin capacidad de retener nada en su memoria más allá de cinco minutos para vengar el asesinato de su mujer. A priori el argumento llama la atención por si mismo, pero lo más sorprendente de la película es sin duda su esquema temporal. La historia se rompe en varios fragmentos que se colocan en orden temporal inverso, logrando que el suspense de la narración sea muchísimo mayor que si se respetara el curso temporal lógico.

No nos podemos olvidar en este repaso de las producciones que fantasean con los viajes en el tiempo a través de complejas máquinas creadas para ese fin. Sin duda el referente cinematográfico más claro de este tipo de historias es la saga de Regreso al futuro, con la que los niños españoles de los 80 y los 90 nos lo pasamos pipa. Y por aquello de la cuota de pantalla del cine español, incluimos en esta lista a Los cronocrímenes, una producción nacional que, utilizando el manido concepto de los viajes en el tiempo, logra un resultado cuanto menos curioso.

Pero estos recursos no son exclusivos del cine y la televisión. La literatura y por ende el teatro también se valen de ellos para dotar de mayor interés a sus historias. Un ejemplo claro es Traición, del nobel Harold Pinter, que fue representada en La Guindalera en la temporada 2007-2008.

La obra comienza con la situación insostenible a la que, con el paso de los años, han llegado Robert (Alex Tormó), su esposa Emma (María Pastor) y Jerry (Raúl Fernández), amigo del primero y amante de la segunda. El comienzo de la obra es en realidad el final de la historia que se pretende contar, así que una vez conocido el desenlace, ponemos la marcha atrás y vamos retrocediendo hasta saber como se originaron todos los conflictos, y cuales fueron las traiciones a los amigos, a los ideales y a si mismos que llevaron a los protagonistas a la desastrosa realidad en la que hoy viven.

En este pequeño vídeo se muestra claramente la involución de la historia que Traición cuenta: se inicia con una conversación entre Jerry y Emma que denota la derrota de la pareja; a partir de ahí se nos va llevando hacia atrás en el tiempo, hasta llegar al origen de su historia de amor. Se aprecia en el vídeo el tono humorístico que envuelve a la obra a pesar de la crudeza del argumento, se aprecia la calidad interpretativa que hay sobre el escenario de La Guindalera, pero lo que se aprecia por encima de todo es poder ver a Raúl durante unos minutos dando vida a uno de sus personajes teatrales. No es moco de pavo.



Fragmento de vídeo extraído de la web de María Pastor

3 comentarios:

Chiqui dijo...

Y tanto que no es moco de pavo...
Siempre que veo un vídeo nuevo de una obra pienso que es mi favorita, jajaja. Tengo el criterio atrofiado. O eso, o ver a Raúl en acción me gusta más que a un tonto un lápiz.

Por cierto, impresionante la entradilla del artículo y las referencias a los amigos del fb y el ff.

Aurora dijo...

jajajaj, esta tarde he estado viendo este video! esto de la conexión a mí ya me asusta;) y he pensado lo mucho que me hubiese gustado ver la obra , lástima y he estado leyendo opiniones de gente que había ido a verla y Raúl por lo que he leído y por los videos debió estar fantástico en esta

Me encanta que todas las obras de teatro de la guindalera tengan trailers para poder hacerse una idea de lo que fueron

Escarlata dijo...

Escuchar a Raul actuando con ese vozarron es un lujazo, os he dicho alguna vez que me encanta su voz?.
Como siempre me entero mas de las obras gracias a vosotras, craks que sois unas craks.