
Los últimos estudios nos han dejado como a la pobre Eva Wulf. Congeladas. Durante largos meses nos hicimos cientos de preguntas que ahora hallan una explicación lógica, científica, razonable. ¿Por qué seguimos viendo El Internado toda la quinta temporada? ¿Tendencias autodestructivas, quizá? ¿De dónde viene mi aversión al chándal, si nunca fuí demasiado estilosa? ¿Qué me pasa? ¿Es grave?
El síndrome fermaría da respuesta a todas esas preguntas que no supiste responderte. Después de meses de estudio, por fin ha sido posible crear un perfil y distinguir sus distintos estados. Curarlo no es posible, pero sí conocerlo. Y aceptarlo. Y tú, ¿en qué nivel estás?
Estados leves. Cursan con agrado y empatía hacia Fermín y María, ocultando una tendencia ocasional a hablar de ellos como si fuesen reales. Una vez se alcanza este primer estado, y dada la facilidad al contagio de este síndrome, es probable pasar el segundo nivel en pocos días. Síntomas:
- Sabes que nadie se ha muerto por ir a trabajar sin dormir de vez en cuando.
- La sartén, el cuchillo y la espumadera son elementos con un alto componente erótico.
- El uniforme blanco de cocinero es el culmen de la elegancia. Su antítesis es el chándal.
- Digan lo que digan los científicos, tú lo tienes claro: en El Polo Norte hace mucho calor.
- Podrías decir, sin pararte a pensarlo demasiado, cómo termina la frase “A mí sólo me importas tú, y sería capaz…”
- Durante años pensaste que el universo de la ropa interior masculina se reducía a los boxers color negro. Ahora sabes que no…
Estado de moderado a grave. La tendencia a hablar como si de tus mejores amigos se tratase aumenta, dificultando su disimulo. Empiezan los primeros síntomas físicos leves: dilatación de las pupilas, suaves taquicardias y actitudes ocasionalmente extrañas. Síntomas:
- No concibes una cena romántica sin un corderito a las finas hierbas con reducción de oporto como plato principal.
- Suspendías química en el instituto, pero ahora, y sólo ahora, entiendes su significado y connotaciones.
- Has cambiado tu estilo de vida saludable por comer tiramisú de postre todos los días.
- La visión del Museo del Prado ardiendo te resulta altamente romántica.
- La mejor hora del día para besarse son las diez y media. A ser posible, en el pasillo.
Estado grave e irreversible. Una vez alcanzado este extremo, el afectado comienza a sufrir pequeños delirios. Sus familiares pueden llegar a pensar que está consumiendo sustancias extrañas, pero la realidad es que su cerebro fabrica serotonina en niveles muy altos, provocando euforia o pánico (dependiendo de lo que nuestros queridos guionistas maquinen). Se desarrolla una tendencia a la búsqueda de relaciones sociales y afectivas con otros seres igualmente afectados, ya sea a través de foros, webs, o tratando de contagiar a las personas de su entorno. En raras ocasiones, el sujeto llega a desarrollar instintos homicidas contra todo aquel que se interponga en su camino. Síntomas:
- Si te llaman por teléfono y, al descolgar, nadie contesta al otro lado, sólo puedes sonreír estúpidamente y pensar que es lo más romántico que te ha pasado en la vida.
- Rebeca es maja, pero reconoces que has tenido impulsos homicidas hacia su persona en, al menos, tres ocasiones.
- Presientes que el día que María llame a Fermín por su verdadero nombre, una especie de cohete incendiario hará estallar tu cabeza y saldrá confeti de ella.
- Tu frecuencia cardiaca es significativamente mayor que la del resto de la población, a causa de la exposición prolongada a momentos de alta ansiedad por la posible (y constante) muerte inminente del cocinero.
- Has cambiado el edredón nórdico de plumas de oca de tu cama por una austera colcha verde.
- Participarías de buen grado en una colecta para el envío de un jamón ibérico a nuestros bienamados guionistas a cambio de un final feliz para Fermín y María.
(Terminamos esta surrealista entrada con un regalo que nos llegó hace unas semanas al correo del blog. Viene con dedicatoria final, así que no os lo perdáis).