A medida que pasa tiempo, voy tachando la televisión de mi lista de distracciones más recurridas. Y tengo la curiosa sensación de que mis neuronas me lo agradecen. Confieso que, en este drástico recorte de mi ración de caja tonta, tiene algo que ver la no menos drástica reducción de mis ratos de relax o de simple y llano aburrimiento. Sin embargo juro que éste no es el único motivo, tengo un par de razones más para esta desintoxicación televisiva que vengo viviendo. Son razones que intuyo de forma más o menos clara: la primera es que ya no tengo los mismos gustos de antaño (mi intuición me dice que voy por el camino correcto con esta afirmación) y la segunda, que los programas son con cada vez más anodinos, aburridos y tópicos (mi intuición no tiene nada que decir al respecto, porque mis ojos lo ven con una claridad meridiana).
Es por eso que el primer capítulo de El internado pasó por la televisión de mi salón, sin que yo reparase en ello ni por casualidad. Afortunadamente el boca a boca sigue funcionando, y fueron varias las personas que durante la semana me hablaron de una serie española e innovadora que habían emitido en Antena 3. -¿Española e innovadora? Ja- pensé yo. Esas dos palabras suenan raro cuando van juntas, y más aún si van precedidas de la palabra serie. Pero a la semana siguiente me decidí a darle una oportunidad, y lo que vi no me decepcionó.
En un panorama plagado de médicos, policías, y familias que pretenden pasar por graciosas y lo logran sólo de vez en cuando, El internado supone un poco de aire fresco al incluir unos cuantos elementos novedosos. Siendo justos hay que reconocer que no se libra de unos cuantos tópicos con los que toda serie made in spain que se precie debe comulgar, quiero pensar que más por miedo al riesgo por parte de los productores que por falta de imaginación por parte de los guionistas. El internado no deja de ser una serie familiar de las de toda la vida, con encantadores niños en lucha porque sus frases resulten creíbles, con agraciados chicos y chicas que de vez en cuando se quitan toda la ropa que el horario de emisión permite, y que tratan de demostrar al mundo que son más que una cara bonita, y con tanta aparición “casual” de marcas de desengrasantes para la cocina, productos lácteos, clínicas dentales o empresas de paquetería que puede llegar a mosquear al espectador medio.
¿Qué tiene la serie entonces? Para empezar la serie tiene presupuesto, no se puede negar. Está rodada en alta definición, tiene unos decorados impresionantes, y unos actores como Amparo Baró, Luis Merlo o Natalia Millán, con unas trayectorias tan reconocidas que nadie puede poner en duda. Para seguir, tiene unos buenos guiones, a la altura de las mejores series de producción nacional. Y para acabar, dejo lo que para mí la hace más especial, el aire novedoso del que antes hablaba. Anteriormente muy pocas series españolas había utilizado el misterio como hilo conductor, al menos en las dimensiones en las que El internado lo hace. Después de cuatro temporadas los espectadores seguimos sin tener claro la causa de todo lo que ocurre entre las cuatro paredes de ese internado y sus aledaños (luces que anuncian crímenes, secuestros de antiguas huérfanas, operaciones a niños con extraños fines, tesoros robados y escondidos cuidadosamente, ...), pero hemos visto como las tramas de todos los personajes, que en un principio parecían ser independientes, se van hilando en torno a ese misterio principal de una manera razonablemente coherente y, en ocasiones hasta realmente sorprendente. Aunque sólo sea por eso, los responsables de la serie merecen una enhorabuena.
Otra razón fundamental por la que merece la pena plantarse todos los miércoles delante de la televisión para ver El internado, es por disfrutar de un personaje como Fermín. Las situaciones límites en las que se ve envuelto, llenas de acción e intriga, no son propias de un personaje de diseño puramente español, y sólo por eso su presencia llama poderosamente la atención. Pero es que al margen de eso, Fermín es un personaje complejo, con muchos matices. Podría hacer un intento de explicarlos pero, por un lado esto se alargaría demasiado, y por otro lado no me siento capaz de hacerlo mejor de lo que Mari lo hizo hace unos días en su artículo Atormentados; así que si queréis conocer a Fermín un poco más a fondo, os remito a esa entrada.
4 comentarios:
Qué buen artículo parchis, creo que era imposible resumir mejor cómo nosotras, fans de series como Lost, y odiadoras (XDD) profundas de Los Serrano, nos enganchamos al internado. :P
Por cierto, veo que el artículo es del martes y aún no hay comentarios.
¿Qué queréis que os diga? Cuando uno se curra una entrada, se agradece que alguien deje un comentario, porque visitas SÍ ha habido, y creo que no cuesta tanto dejar un comentario.
Que a veces hay que sacar el tiempo de la nada para ponerse a escribir algo decente...
chiqui,I love you, nena, you know XD.
Muchas muchas gracias.
Hola! que gran articulo chica, perdona que no haya escrito antes, pero ya sabes, internet ¬¬ Me ha gustado mucho y como dice chiqui resume muy bien el porque de nuestro enganche al internado, (tambien me meto dentro del grupo de odiadoras profundas de los serranos jeje)
Un beso!
Luna
Fermin llegó como un cocinillas que a unas pocas nos llamaba la atencion, pero no dejaba de ser un personaje secundario... aunque con mucho que esconder.
Nostras le vimos, en aquel primer capitulo, como algo mas de lo que aparentaba ser y no nos equivocamos...
El transcurso de la serie e imagino que la satisfaccion de los guionistas ante un personaje asi hicieron que Fermin llegara a ser el personaje clave, el protagonista... el que muchos y muchas esperan cada miercoles... El que se mte en nuestras conversaciones para intentar analizar su vida, su pasado, sus palabras y acabar comprendiendo al dedillo su tormento.
Nos deja en vilo cuando se enfrenta cara a cara con la muerte, nos llena de emocion cuando nos muestra una alianza como haciendonos un guiño y nos... nos llena de orgullo al decir cada dia que nosotras SOMOS FERMARIAS Y SOMOS RAULISTAS.
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