El pasado viernes 27 de marzo aparecía este reportaje sobre La Guindalera en la edición impresa de Madrid del diario El país. Después de que chiqui se percatara del asunto, el comité fermaría reunido de urgencia xD, decidió que aunque sólo se hiciese referencia a Raúl de refilón, sin tan siquiera citar su nombre, el artículo merecía estar en su blog.
La sala, que sobrevive sin ayudas institucionales, se ha convertido en sus seis años de existencia en un referente de la escena dramática madrileña.
No es raro ver que sus montajes acaparan un gran número de estrellas en las críticas teatrales semanales. El último, Molly Sweeney, del dramaturgo irlandés Brian Friel, les valió exitosas valoraciones en los periódicos. El anterior, Traición, del británico fallecido el año pasado Harold Pinter, supuso que Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional (CDN), se llevase a los dos actores protagonistas a su ahora recién estrenado Platonov, de Chéjov. "No nos hizo falta hacer ninguna prueba", dice orgullosa la actriz María Pastor (30 años).
Ella es la niña de esta pequeña familia -hija única- que dirige La Guindalera. Sus padres, Juan Pastor y Teresa Valentín, dos históricos del teatro madrileño, que se conocieron sobre las tablas, y que llevan 40 años metidos en estas harinas, pero han pagado caro su empeño por ser independientes y no sucumbir a los pliegos de condiciones de las subvenciones de la administración.
"Piden cosas que van en detrimento de la calidad, quieren un teatro generalista, que contente, y no estamos dispuestos a eso, nos parece frívolo y falto de sentido, por eso tuvimos que hacer un viaje a la inversa", cuenta Teresa.
Su realidad actual es que no tienen ayudas institucionales: "Sobrevivimos gracias a los 75.000 euros que obtenemos al año de la taquilla, y de otro tanto que sacamos de los trabajos que hacemos con 12.000 alumnos en 200 colegios de la región para la obra social de Caja Madrid y para la Comunidad", agrega Teresa.
Sin embargo, antes de que su viaje acabara aquí, compartieron generación e inquietudes dramáticas con Alicia Moreno, concejal de las Artes del Ayuntamiento ("nunca ha venido a la sala"), José Luis Gómez, director del teatro de La Abadía, con el mismo Gerardo Vera, o con uno de sus predecesores en el cargo actual, José Carlos Plaza.
Teresa se hizo experta en estudios de viabilidad teatral y artística en sus años en el Ministerio de Cultura, se convirtió en una productora teatral -no en vano ha publicado Gestión, producción y marketing teatral-. Juan, como profesor de interpretación en la Escuela de Arte Dramático, se especializó en el entrenamiento de actores y en talleres de creación y montaje.
Ahora él está jubilado con 65 años y ella, con 59, cansada de luchar tanto y de "hacer encajes de bolillos con las cuentas". Sin embargo, siguen convencidos de que La Guindalera, creada hace seis años en una antigua nave de la calle de Martínez Izquierdo y con sólo 75 butacas, tiene futuro, "porque es una apuesta por el teatro artesanal, minucioso", dice Juan. Y lo cierto es que el barrio que le da nombre a la sala está volcado: "Voy a todos los montajes, me gusta eso de estar integrados en el teatro, como una gran familia", dice Luisa, con un herbolario cercano desde hace 13 años. "Tiene un nivelazo, yo he visto mucho teatro y prefiero éste que encima es más barato", asegura Susana, con una tienda de ropa en el barrio. Ambas tienen el carné de espectadores de la sala.
La Guindalera, un centro de creación, una familia, un escenario de barrio... Y, más allá de las efemérides mundiales, su vida: puro teatro.
8 comentarios:
Estoy oficialmente enamorada de María Pastor. Me encanta esta chica. Me parece, ante todo, una persona muy natural y con los pies en la tierra.
Y de la labor de Juan Pastor y Teresa Valentín. Gracias a ellos, existe la Guindalera, y gracias a ellos, supongo que podríamos decir que Raúl es lo que es ahora, porque ha sido su escuela y su casa. Y que lo siga siendo por mucho tiempo.
secundo a chiqui: me encanta maría pastor que natural, cercana.
gracias por el trabajo que hacéis toda la tropa aquí.
La verdad es que, por lo que he leido en este blog y los articulos en que se menciona La Guindalera, debe ser un lugar bastante bohemio. Todas las producciones que habeis mencionado parecen de una calidad increible para un lugar tan pequenyo y tan intimo. No se, a lo mejor me estoy imaginando algo completamente divorciado de la realidad, pero es cierto que la palabra "familia" parece ser la descripcion mas adecuada para La Guindalera.
Y, jo, no es por nada pero me cojo semejante ola de nostalgia cada vez que me paso por el blog y leo lo que pasa por mis Madriles, que a veces prefiero navegar por la juerga eterna de la webforo. :P
Besotes y, una vez mas, gracias por el gran trabajo que haceis por aqui.
Esto es amor al arte y lo demas tonterias.
Me gusta tambien que por lo que mencionan por hay imparten clases a los chavales tengo un articulo nenas que ya os lo pasare haber que opinais.
Muchas gracias por este artículo chicas, cierto que no se menciona el nombre de Raúl, pero todas sabemos porque nos lo dijo él mismo, que es como su segunda casa, así que no importa que no aparezca. Todo lo que escucho sobre La Guindalera me parece muy interesante, me encanta el sitio y tengo muchas ganas de volver!! Si viviera en Madrid me hacía el carnet ese del teatro jeje
Luna
La Guindalera me parecía desde antes de ver el artículo un rincón raro de encontrar, por la calidad de sus montajes, por el "encanto" de las salas pequeñas,...; pero después de leerlo, me parece todavía más admirable su labor, porque hacen el teatro que les da la gana y como les da la gana, sin tener en cuenta factores externos al propio teatro. Olé por ellos.
Escarlata, nena, qué calladito te tenías lo del artículo :P
Jo, yo hasta tengo ganas de hacerme carné de socia, aunque no pueda ir nunca, sólo por colaborar un poco con la causa, porque desde luego, es admirable que esta gente siga haciendo malabares con cuatro duros y les salgan cosas como Molly Sweeney, En torno a la gaviota y demás...
la lástima de no vivir en Madrid, si no yo me habría aficionado a todos los montajes, porque un teatro tan pequeño y donde veas a la gente tan cerca no lo haces todos los días. Beatriz
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