Pequeños Grandes Logros

Se nos va el año fermaría. Dentro de unas horas, estaremos oficialmente en 2009, y como siempre en estos días, empezamos a rellenar hojas con los típicos tópicos de fin de año: propósitos para el nuevo período, balance de lo ocurrido en el que se va y ésa extraña sensación de ilusión y desasosiego ante lo que estará por venir.

Como tanto se nos ha tachado de ir contracorriente, hoy hacemos ejercicio de humildad y nos ponemos con lo que hace todo Cristo en estas fechas. Hagamos balance.

El 2008 no ha sido, creo que para ninguna de nosotras en lo personal, el mejor año de nuestra vida. Dicen que Dios aprieta, pero no ahoga, y debe ser verdad. Porque nuestro pequeño rincón en la webforo del internado fue creciendo gradualmente en número de adscritos al llamado movimiento fermaría, que ya no va tanto de Fermín y María como antaño, sino que tiene bastantes más implicaciones. Y allí, hemos encontrado personas que realmente merece la pena conocer, que han estado ahí siempre, para quizá sin saberlo, alegrarte el día.

Gracias a las caras nuevas y las que estaban allí de siempre, salieron cosas como aquel Raúl Nuestro (cuya autoría me reservo para preservar la integridad moral y física de mi compañera parchis), que llegó a oídos del susodicho y que él, ingenuo, pensó que era una broma de unas chicas que se aburrían.

Luego Ana, administradora de la webforo, consiguió entrevistarle en exclusiva y grabar un vídeo en el que saludaba a sus seguidoras, además de hacerle saber, con mucha sutileza, que no éramos una panda de quinceañeras acneicas y aficionadas al consumo de estupefaciente. El colmo.

Algo después nació este blog (con la inestimable colaboración de ésas fermarías disfrazadas de hecmarías que se llaman Ali y Jessica, y de la mano artística de Ro) con la intención de poder expresarnos y condensar la (poca) información disponible sobre Raúl Fernández.
Con él, hemos conseguido llegar a gente que quería saber más sobre el actor.

Unos días después, si buscabas “Raúl Fernández de Pablo” en Google, este blog ya aparecía en la primera página. Es una chorrada, pero es un logro.

Hace unas semanas, Ana y Carol tuvieron la oportunidad de ver a Raúl en la obra que ahora mismo representa con Guindalera, “Molly Sweeney”. Otro pasito que era un poco de todas, porque al leer sus crónicas, uno vivía también su entusiasmo.

Y hace sólo unos días, descubrimos que en la web oficial de Raúl, se puede encontrar un enlace directo a este blog, así como a diversos vídeos de YouTube hechos por fans, o un vídeo en el que saludaba a “sus fermarías”. Un fantástico detalle de humildad y de acercamiento a los seguidores del actor. Así lo veo yo.

Ahora, gracias a Belén, a Silvia, a Carmen, a Laura, a Bea, a Carol, a Ana, a Jessica y hasta a Ali (que seguro que se retuerce de odio cuando vea su nombre escrito por estos lares :P) podemos decir que juntas hemos conseguido pequeñas cosas. Que para el resto de la humanidad no significarán nada, pero que para nosotras han sido grandes alegrías.

Además, hemos logrado algo que hace unos meses, ni nos imaginábamos. Raúl ha tenido algo nuestro, hecho por nosotras, entre las manos. Y eso sí que es, para nosotras, un pequeño GRAN logro.

La imagen de arriba da fe de ello. En los próximos días, más al respecto… ;)

Ahora, simplemente, desearos una feliz entrada de año y que el 2009 venga cargadito de pequeños regalos como éste.

En el frigo

Los visitantes asiduos al blog sabéis que a menudo nos servimos de éste, nuestro espacio virtual, para hacer una pequeña recopilación de los trabajos de Raúl Fernández, comentarlos y, las pocas veces que nos es posible, exponerlos en vídeo.

Cuando nos explayamos comentando la trayectoria profesional de Raúl, nuestro tema más recurrente es sin duda El internado. Lo podéis comprobar echando un vistazo al número de entradas del blog que contienen este tag: 10 de 24, un porcentaje más que considerable. Esto se debe a que las administradoras del blog somos acérrimas seguidoras de la serie que nos ha permitido descubrir el talento interpretativo de Raúl. Pero a su vez, este descubrimiento nos ha convertido en acérrimas seguidoras del actor, y El internado es para nosotras la forma más sencilla de acceder a ese talento. Es la pescadilla que se muerde la cola.

No obstante nunca hemos querido olvidarnos de sus otros trabajos porque queremos demostrar que su buen hacer en esta serie no es fruto de la casualidad, sino de muchos años de recorrido profesional. Por ello, no nos hemos dejado en el camino papeles en otras series televisivas, spots publicitarios que ha protagonizado y personajes a los que ha dado vida sobre un escenario teatral, y que ocasionalmente compagina con Fermín, el misterioso cocinero al que Raúl interpreta en El internado. Así, hasta el día 6 de enero, podemos verlo sobre las tablas del teatro de La Guindalera, interpretando a Frank en Molly Sweeney.

Hoy, gracias a la labor googleadora de Mari (te queremos chiqui), podemos disfrutar del vídeo de uno de sus anteriores trabajos. Se trata del corto En el frigo, que fue dirigido en el año 2004 por David Ilundain. Protagonizado por Raúl Fernández, este corto fue en su momento merecedor de algunos premios, que podéis consultar en el enlace que os dejamos al final del artículo.

En el frigo es una visión muy original de un periodo en la vida Luis, que comienza cuando su novia lo deja plantado. Su originalidad reside en que atisbamos esta pequeña historia a través de los ojos de su frigorífico. No, no me he vuelto loca. Los ojos del frigo en cuestión están constituidos por una cámara fija situada frente al electrodoméstico, protagonista absoluto de la narración. La sencillez del corto es brutal, una sola cámara y un solo escenario sirven para contar una historia curiosa, fresca y divertida en tan sólo 7 minutos. ¿Sabéis eso que dicen de que lo bueno, si breve, dos veces bueno? Pues disfrutad doblemente de este corto.

Enlace a En el frigo

Si alguien tiene problemas para ver el vídeo y tiene interés en hacerlo, que se ponga en contacto con nosotras a través de la dirección del blog. :)

De apellido, Fernández.

Últimamente, los informativos de televisión terminan adornando el programa con algún estudio curioso, simpático o llamativo, sobre un tema poco denso, para dejar al espectador pensando en semejante cosa y que se olvide un poco de guerras, pactos políticos, violencia doméstica y demás.

No voy a entrar a valorar lo que me parece la idea ni el tío lumbrera al que se le ocurrió.
Al contrario, agradezco su esfuerzo (léase la ironía) y me centro en una de sus aportaciones al informativo diario.

Recientes estudios habían demostrado que a día de hoy, el apellido de una persona condiciona en mayor o menor medida si triunfará en el futuro.
Por ilustrarlo un poco, el resultado mostraba que si te apellidas González, Pérez, Sánchez (pobre de mi…) o Fernández, la llevas jodida.

Y mira por donde, empiezo a pensar que la eminencia que gastó su tiempo y dinero en semejante estudio, estaba en lo correcto. Eso, claro, si comulgamos con su concepto de “triunfo”.

Veamos. Hace unos días nos llegan noticias de que varios actores de la serie El Internado, donde trabaja Raúl Fernández, han sido nominados a los premios TP de Oro. Memez televisiva donde las haya, oiga, pero es que la palabra “premio” mola un montón, ¿a que sí? Nominados: Luis Merlo y Amparó Baró. Menos es nada.
Raúl no estaba en la lista. Obviamente, no me sorprendió. Era lógico si uno más o menos sabe de qué van estas cosas.

Días después, y esto sí me duele, porque soy seguidora fiel de la revista, Fotogramas presenta a su lista de candidatos a los Fotogramas de Plata en televisión, cine y teatro.
Para mi sorpresa, El Internado cuenta con tropecientos candidatos a nominados: los arriba mencionados Merlo y Baró, Marta Torné, Natalia Millán, Yon González (una sorpresa muy agradable, la verdad), Martín Rivas, Ana de Armas y Elena Furiase.
Ahí es nada.

No voy a entrar a valorar cuán de acuerdo estoy con las susodichas nominaciones ni su correspondencia con el peso de los personajes o la complejidad de sus historias en la trama. Sólo voy a decir que había muchos más motivos para nominar a Luis por “Arte”, la obra de Yasmina Reza que ahora mismo representa, que por la serie.
Tampoco quiero entrar a valorar las (abismales) diferencias a nivel actoral que hay entre algunos de los arriba mencionados y Raúl Fernández. Me lo comeré con patatas, que este blog se caracteriza por su buen rollo, ¿o no? :P

Pero es, a todas luces, incomprensible, que “el chico que hace de cocinero”, como decía una compañera por ahí, no esté entre los nominados.

Mi opinión, a nivel personal, es que me da bastante igual que le nominen o no a estas cosas. A ciertas edades, uno deja de creer en muchas cosas, y esto de los premios es una de ellas. Aquí lo que cuenta es tener un apellido de renombre, o ser una vaca sagrada de la crítica, o tener una cara que de bien en las revistas del papel couché. Honrosa excepción para el grandísimo Yon González, que como sepa encauzar bien su carrera, no se va a conformar con un galardón estatal. Y una última reivindicación: la no aparición del nombre de Blanca Suárez en ninguna de ésas listas, tan vergonzoso como la inexistencia del nombre de Raúl Fernández.
¿Será cosa del apellido? ;)

Y mientras unos llenas portadas y alfombras rojas, Raúl se sube (metafóricamente hablando, porque no lo hay) al escenario de la sala Guindalera y demuestra que el talento es mucho, muchísimo más, que que tu nombre figure en cualquier lista.
Si eso no es triunfar, que venga el ilustrado señor del estudio y lo vea…

Molly Sweeney: en primera persona (II)

Si el otro día os trajimos de las impresiones de Ana sobre Molly Sweeney, hoy es Carol (Luna), “comentarista habitual” de este blog y del foro, la que toma la palabra a través de esta crónica de su visita a La Guindalera. No me digáis que leyéndolas a ambas no os dan unas ganas tremendas de ir para allá volando.

Mientras estaba leyendo la crónica de Ana, revivía esos momentos, los de angustia por la tos, y los de absoluta admiración por la obra, las interpretaciones, Raúl... Me quedé atontada con él (más de lo que ya estaba por el resfriado) fue increíble tenerlo tan cerca interpretando ese papel tan difícil porque el texto lo decía súper rápido no sé como no se le trababa la lengua. Cuando se puso a bailar ahí ya me mató jeje que ritmo tiene :)

Sentadas en primera fila, cuando vimos aparecer a Raúl, al menos a mi me puso nerviosa, pensé, “pero míralo si está ahí mismo” Después de mi ataque de tos, que vergüenza me dio, estuve toda la obra haciendo lo posible para no volver a toser, y lo conseguí. Como dijo Ana, las fermarias tendrían que estar aquí, pues bien yo que soy fermaria, ferminista pero sobre todo raulista, os diré que no os lo podéis perder, disfrutaréis muchísimo y pasareis uno de los mejores ratos de vuestra vida, porque a parte de estar en presencia de ese pedazo de actor que es Raúl, disfrutaréis de una magnifica Maria Pastor que hace el papel de Molly, ambos acompañados de José Maya que hace del Dr. Rice.

Este ultimo se nos acerco a nosotras nada mas salir, me pidió disculpas por si me había sentado mal que me hubiera dicho lo del jarabe en plena obra, a mi no me sentó mal la verdad, sobre todo porque me di cuenta que lo había hecho de buena fe, aunque de eso me di cuenta en ese momento, cuando me lo dijo en la obra me sentí avergonzada. Se quedó hablando con nosotras un rato y luego se fue a saludar a otra gente, muy buena gente el hombre y gran actor también.

Llegó el momento que había estado esperado durante un mes desde que supe que iría a verlo, conocer a Raúl, cuando se acercó, me dio dos besos y me preguntó que si me habían dado ya el jarabe jeje que majo, me disculpé otra vez por lo de la tos pero nos dijo que suele pasar, que no me preocupara. Le dije que venia de Sevilla pa verlo y me dijo "de Sevilla" con cara de asombrado lo que no le dije que fui a verlo a pesar de que aquella tarde había tenido fiebre y todo, pero nada me iba a impedir ir a verlo. Después nos hicimos una foto con él, que cada vez que la miro se me pone cara de tonta jeje Fue muy buena gente, muy amable hablando con nosotras, explicándoles a mis padres que la compañía llevaba ya muchos años funcionando y demás.


Aunque no vivo en Madrid me he hecho una promesa a mi misma, que cada vez que estrene una obra, voy a verlo, me gustaría ir a ver todas las obras de La Guindalera, pero como la economía no me deja, solo iré a las de Raúl, alguien se apunta??? Prometo no toser la próxima vez.

Molly Sweeney, os la recomiendo, es teatro en estado puro.

Molly Sweeney: en primera persona.

Normalmente, somos nosotras las que dejamos aquí nuestra opinión sobre el trabajo de Raúl.
Hoy os traemos la crónica de Ana, administradora de www.elinternadoweb.com que tuvo la oportunidad de asistir anoche a la representación de Molly Sweeney en la sala Guindalera, junto con Carolina, otra chica del foro.
Leyéndolas, dan una envidia que no podemos soportarlo, ¿a que sí? :P



Si podéis, no perdáis la oportunidad de ver a Raúl a medio metro INTERPRETANDO. Ya ni siquiera verlo a medio metro y hablar, sino verlo interpretando porque os juro que eso si que es orgásmico hasta para mi... De verdad... La obra, espectacular como ya os dije, me encantó... Al principio pensé, que poco decorado y que pequeñito el "teatro" pero es que luego... Bueno, es que no les hace falta nada más, de verdad, con eso están más que servidos, porque el resto lo llenan todo ellos...

Los tres actores, espectaculares. El "teatro" es mini, los asientos son como una grada y la primera fila (donde nos sentamos Carolina y yo) está a la misma altura que el escenario, porque es el mismo suelo. Los actores cuando están sentados están a metro y medio de tí, cuando estàn de pie, están a medio metro de ti. Los tienes ahí, los sientes y parece que estés metido en la obra. Raúl es acojonante, ya lo sabemos, tenéis que verla en serio... No he parado de acordarme de las fermarias porque cuando lo tenía a medio metro de mi, actuando pensaba "Joder, estas tenían que estar ocupando la primera fila" de verdad. Yo si alguna se decide a venir en Reyes que yo estoy aquí, vamos, me apunto de nuevo porque me ha encantado... Raúl medio bailando salsa, hablando super rápido en plan esta gente rara que de tanto que corren hablando se les traba la lengua, bueno, FABULOSO. Y la actriz... Buaaaaaa... ESPECTACULAR... No tengo palabras.

Al principio de la obra (Carolina y yo estamos malas, con tos...) le dió un pedazo de ataque de tos a Carolina, pobrecilla, porque se estaba poniendo más nerviosa de ver que estaba tosiendo mientras los actores hablaban y de repente, el actor que interpreta al médico dice "Si quieres tengo un jarabe dentro para la tos", lo dijo todo serio, claro, Carolina muerta de la vergüenza "No, no, lo siento, ya está" y aun siguió tosiendo un poco pero ya se le pasó y estuvo toda la obra con caramelo y agua para no toser más. Yo tosía (Un tosido seco, pero potente jajaja) de ves en cuando pero intentaba aguantar hasta que no hablaran o cosas así... La obra son 1 hora y 45 minutos, sin descanso, los tres ahí en escena, mano a mano, sin salir de ella, osea del tirón... Y algunos textos largos que yo no sé ni como no se confunden por muy buenos que sean y muchas interpretaciones que lleven de la misma obra, a mi me dejan acojonanda viéndoles xD

Estando cerca de mi casa La Guindalera, yo desde luego, voy a ir más a menudo porque me encantó... Bueno, pues lo mejor, termina la obra salimos fuera, te invitan a tomar un chupito mientras salen los actores a saludar a la gente y eso, y sale el actor que interpretaba al médico y empieza a buscar a alguien... ¿A quienes? A nosotras... Nos ve y viene directo a nosotras a pedirnos disculpas si su frase nos resultó ofensiva o algo, y nos muestra con la mano algo... ¿Qué era? El jarabe... jajajaja Nos dice que lo del jarabe era en serio (mientras nos lo enseñaba con la mano), que no se lo había dicho en plan a malas, pero que luego pensándolo igual nos habíamos pensado que lo había hecho a malas, o había parecido a otra cosa, pero que para nada. Que puede pasarnos a cualquiera y que de hecho él lo tiene por si acaso le pasa, echarse un trago y que se le pase... Bueno, el tío muy simpático estuvo hablando con nosotras y los padres de Carolina allí, le agradó mucho el saber que nos había encantado la obra y nada luego ya después de haber aclarado ese mal entendido, se fue a saludar al resto de gente...

Luego ya salió Raúl, mientras tanto nosotros estábamos comentando la obra, el tiempo de la obra sin descanso como podían bordarlo tanto, en fin... Cuando Raúl terminó de hablar con un grupo que había, me acerqué para llamarlo y me reconoció al instante con un "¡Hombre!" Me preguntó que qué tal y eso, y le presenté a Carolina y a sus padres. Se alegró mucho al enterarse de que Carolina venía de tan lejos a verlos y que nos hubiera gustado tanto la obra... Estaba contento con la marcha de la obra y le pedimos disculpas también por la tos y nada, dijo que no pasaba nada porque podía pasar y que siempre tienen a alguien entre el público que tiene tos... Y además es que en otro teatro grande, no se oye tanto si haces cualquier cosa, pero como eso es tan pequeñito y tan acojedor, es que abres la botella de agua y se oye jajajaja Porque además hay muchos silencios que te quedas ahí pensando "Dios, no te muevas que jodes el silencio de la obra" jajajaja

Y nada muy bien. Nos hicimos esas fotos con Raúl que accedió encantado y ya lo dejamos que fuera saludando al resto de la gente que había... La verdad es que hubo llenazo cuando al principio a Carolina le dijeron que posiblemente no llenarían ese día, pero luego parece que se animó la cosa y vino bastante gente... Y poquito más, que quien sea de Madrid y pueda ir, son 15 euros solamente y desde luego, merece la pena ver a Raúl en estado puro...

Entrevista a Mariona Ribas y Raúl Fernández

Hasta ahora, en casi todas las entradas del blog hemos hablado sobre nosotras mismas o sobre nuestras impresiones sobre el trabajo de Raúl, pero muy pocas veces hemos dejado que sea Raúl el que "tome la palabra" directamente. Una de ellas fue a través de la entrevista que realizó junto a Marta Torné en la presentación de la cuarta temporada de la serie, y que en su momento emocionó a toda fermaría que se precie.

Hoy llega el momento de "escuchar" nuevamente a Raúl en una antigua entrevista publicada por el diario Qué!. En esta ocasión es entrevistado junto a otra compañera de reparto, Mariona Ribas, que interpretó al personaje de Nora en la serie. No os la perdáis.

Se atacan en el Internado y se defienden en la cocina

Qué! reúne a Raúl Fernández y a Mariona Ribas, dos de los protagonistas de El internado, en el restaurante Cubik Madrid.



La cocina esconde pocos secretos para Mariona Ribas y Raúl Fernández. Todo lo contrario que Nora y Fermín, los personajes que interpretan en El internado (los miércoles
, en Antena 3, a las 22:15 horas). Entre los dos desvelan la receta del éxito de la producción de Globomedia

Todo en la serie es diferente y, además, hay una identificación con el espectador porque hay personajes desde los 5 hasta los 75 años", apunta Mariona. Raúl coincide con ella y añade otros ingredientes: "El secreto también está en tener un guión elaborado, una factura técnica impecable y un reparto equilibrado".

Fermín y Nora, "a tortas" con la Historia
Nora, el personaje que interpreta, entró en El internado haciéndose pasar por profesora de Historia. Eso no pasaría en la vida real. "Soy de ciencias y era una negada para la Historia", recuerda. Raúl ha probado las "tortitas" de Marta. Y no le gustaron mucho. En una secuencia, Marta Torné (María en la serie) tenía que darle una bofetada. Raúl le dijo antes: "Dame fuerte, no te preocupes". Y no se preocupó. La barba postiza que lucía Raúl salió volando...

¿Qué os atrajo de vuestros personajes?

Mariona Ribas: Lo que más me atrajo de Nora es la doble faceta que muestra. Entró como profesora en el internado, pero pertenece a la organización. Es un personaje de acción con retos físicos y a nivel de interpretación que aún no había explorado.
Raúl Fernández: Lo que más sedujo de Fermín es ese corte con cierto aire de Indiana Jones. Se involucra en situaciones de aventura y era irresistible. Lo que más me ha aportado es meterme en circunstancias fuera de lo cotidiano.

¿Os costaba entender al principio lo que querían de vuestros personajes?
Mariona Ribas: Las primeras directrices para el personaje fueron muy concretas. No tenía muchas dudas. Estaba muy bien explicado en el guión y hay más acción que texto. Muchas veces voy a trabajar sin decir una palabra.
Raúl Fernández: El caso de Fermín es diferente, ha ido evolucionando. Era autodidacta, picarón y muy inteligente. Eso se ha mantenido, pero también se le ha visto una parte más vulnerable y sensible que no tenía al principio. Yo tenía que revisar bastantes veces los guiones para saber en qué momento estaba, había muchos flashbacks. Ahora nos dan los resúmenes en la tele y no me lo leo. Me lo grabo y punto.

¿Si os pudierais cambiar por otro personaje de la serie, quién sería?
Raúl Fernández: Me gustaría quitarme 10 años y ser como Martiño y Yon (risas). No me cambiaría por ninguno.
Mariona Ribas: El de Elsa (Natalia Millán) y el de María (Marta Torné) son dos bombones, pero el mío me gusta mucho.

¿Os atrae la cocina, como al personaje de Fermín?
Mariona Ribas: Sí. Me gusta mucho trabajar con las manos: Coser, hacer joyas... La cocina me la tomo así. No lo hago muy a menudo y hay platos que no me gustan y tengo manías: no toco el pescado con las manos, me cuesta tocar la carne cruda. En mi cumpleaños invito a las amigas a mi casa y estoy tres días cocinando.
Raúl Fernández: Soy muy "cocinillas". Me encanta meterme entre cacharros y preparar comida para amigos. No sólo eso. Me gusta salir de casa, ir al mercado, hablar con la gente, seleccionar los alimentos. Ese proceso, que es toda la mañana, me encanta.

¿Qué plato le prepararías, por ejemplo, a Amparo Baró?
Raúl Fernández: Yo le prepararía lo único que me sale bien, que es la tortilla de patata a pesar de intentar hacer millones de platos.
Mariona Ribas: Yo le prepararía una quiche de puerro con bacon. Espero que le guste.

¿Qué tal se os da la Historia? ¿Tan bien como a Nora?
Mariona Ribas: Soy de Ciencias, era muy negada para la historia. Era mi asignatura hueso. Me gustan mucho las series de época, como Los Tudor.
Raúl Fernández: Yo es que era poco aplicado. En el instituto comprobé que si me ponía, lo sacaba. La Historia me gusta, pero me costaba. El teatro da su bagaje para estas cosas. La parte aburrida de la Historia es la de memorizar.

¿Tenéis cuadros en casa?
Mariona Ribas: No, alguno hay en casa de mis padres (Mariona), como los carteles de Las Meninas y Los girasoles. "El original lo tengo yo, querida", interviene Raúl, que añade: "En casa de mis padres había muchos cuadros porque tengo un tío pintor".

Los chicos de El Internado felicitan la Navidad



Foto oficial para felicitar la Navidad a los seguidores de la serie. Muy guapos, muy sonrientes, y algunos, tímidos, como siempre.

Ay, Raúl, cuánto nos gustaría verte un día en primer plano...

El fútbol es así

Todos los que en algún momento hemos curioseado, vía Internet, en la trayectoria profesional de Raúl Fernández, sabemos que ha encarnado a sujetos muy variopintos, tanto en teatro como en televisión. Es por ello que nombres como Treplev, Antón, Jerry o Franky nos resultan familiares.

Este amplio abanico de personajes que Raúl acarrea sobre sus espaldas, es fruto del trabajo de muchos años, o al menos de los suficientes como para que, en pleno curioseo internetero, descubramos que nos podemos encontrar con alguna sorpresa escondida. Este es el caso del genial vídeo promocional del Centenario del Atlético de Madrid que os dejamos a continuación:



Después de verlo, queda la sensación de que Raúl acierta siempre con los papeles que escoge por pequeños que sean. Poco nos queda ya por decir sobre la calidad de las piezas teatrales que La Guindalera escoge para el deleite de los que se acercan a su sala, o sobre la fuerza, carisma y clara definición de los personajes a base de los cuales se construyen las historias escogidas. Y menos aún sobre la sublime dualidad, la originalidad y la garra del personaje de Fermín en El internado. A pesar de ello no deja de sorprender que, hasta en un anuncio publicitario, se pueda palpar ese buen hacer al que Raúl nos tiene acostumbrados.

El spot llama la atención de primeras. En realidad es un pequeño corto, una anécdota inventada, que navega entre la hilaridad y la ternura que sugiere la situación en la que se ven envueltos los dos protagonistas. La historia está genialmente interpretada por Raúl y el actor que le da la replica (mis intentos por encontrar su nombre han caído en saco roto).

Pero la verdadera magia del spot radica en la expresión tan clara, tan visual de los sentimientos que provoca el fútbol. Quizás por eso los que viven una pasión irrefrenable por los colores de su equipo, puedan entender la situación como nadie. El fútbol es así, suele decirse. Y yo no lo pongo en duda. Reconozco haber visto con asombro, como un mismo equipo de fútbol es capaz de fundir, por un momento, a dos completos desconocidos en una armonía perfecta. Y reconozco también que yo misma saco de vez en cuando mi corazoncito futbolero de paseo, y disfruto como una enana de los triunfos de mi equipo, o sufro como una condenada sus derrotas. Así que estoy en disposición de confirmarlo, efectivamente el fútbol es así.

Tan espléndido es el spot que, tras verlo, vienen a la mente dos ideas:
Una es la de marchar a Madrid en el próximo tren, plantarse frente al Vicente Calderón y esperar ansiosamente a que abran las taquillas para hacerse socio del club colchonero.
La otra, es la idea de que si todos los spots publicitarios tuvieran esos guiones y esa fuerza actoral, muchos evitaríamos a toda costa el zappeo durante la publi, o más bien, zappearíamos sin descanso en busca de canales con publicidad. No caerá esa breva.

Molly Sweeney: Con los cinco sentidos

Hay quien considera el teatro un género frío. Es difícil de entender si tenemos en cuenta que uno comparte espacio con la historia que se nos quiere contar, con los actores y sus personajes y con el lugar que éstos habitan.
Aún así, hay quien piensa que la distancia que separa las butacas de ése escenario es insalvable; y ve el atrezzo como un material frío e inanimado.

Por otro lado, hay un gran número de personas que ven el teatro como algo aburrido, y que todavía piensa que sólo se programan obras de ésos clásicos que te forzaban a leer en el colegio y a los que odias con todas tus fuerzas desde entonces.

Molly Sweeney, o cualquier otra obra de las que lleva adelante Juan Pastor, deberían recetarse como medicina para estos males. Yo, que no soy ni crítica teatral ni nada que se le parezca, y que ni siquiera he tenido la oportunidad de ver la obra, sé que me encantaría hacerlo. Porque cuando uno lee lo que la gente que sí ha estado allí escribe sobre ella, es fácil hacerse una idea de qué pasa durante la representación de Molly Sweeney.

Dice Juan Ignacio García Garzón en el ABC que cuando uno sale de la sala Guindalera, lo hace con el ánimo reconfortado, con la sensación de haber participado en una experiencia lustral.

PARTICIPADO. Cuando leí la crítica, me quedé con ésa palabra.
Uno no llega, ve la obra, y se va; sino que toma parte en ella con todos los sentidos.

La vista se regodea en la capacidad interpretativa de sus actores: María Pastor, eje de Molly; Raúl Fernández y José Maya. Y si tienes la suficiente lucidez como para abstraerte de sus interpretaciones, entonces te encuentras con una escenografía sencilla, tenue, sin histrionismos, que agrada.

El oído se deleita ante un texto que se basa, sobre todo, en la superación personal; y en una ambientación musical que va de la mano con la escenografía menciona arriba: sutil, elegante, agradable.

Nuestro olfato descubre a qué huele la intimidad. La sala Guindalera es pequeña, la distancia entre público y actores inexistente, y el ambiente, propicio para crear una atmósfera íntima y única que te hace sentir partícipe de todo lo que está ocurriendo a tu alrededor.

El gusto recibe un regalo especial al final, cuando los actores brindan a tu lado con licor de guindas, llevando al extremo la idea de contacto entre unos y otros, destrozando ésa idea con la que empezaba este artículo: la frialdad del teatro.

Para terminar, el tacto agradece que, tras haber participado en la experiencia vital de Molly, puedas tocarla, tenerla cerca, estar a su lado. Preguntarle a Raúl, o a José, o a María, qué tiene la sala Guindalera que la hace tan especial.

Pero, ¿qué tiene El internado?

A medida que pasa tiempo, voy tachando la televisión de mi lista de distracciones más recurridas. Y tengo la curiosa sensación de que mis neuronas me lo agradecen. Confieso que, en este drástico recorte de mi ración de caja tonta, tiene algo que ver la no menos drástica reducción de mis ratos de relax o de simple y llano aburrimiento. Sin embargo juro que éste no es el único motivo, tengo un par de razones más para esta desintoxicación televisiva que vengo viviendo. Son razones que intuyo de forma más o menos clara: la primera es que ya no tengo los mismos gustos de antaño (mi intuición me dice que voy por el camino correcto con esta afirmación) y la segunda, que los programas son con cada vez más anodinos, aburridos y tópicos (mi intuición no tiene nada que decir al respecto, porque mis ojos lo ven con una claridad meridiana).

Es por eso que el primer capítulo de El internado pasó por la televisión de mi salón, sin que yo reparase en ello ni por casualidad. Afortunadamente el boca a boca sigue funcionando, y fueron varias las personas que durante la semana me hablaron de una serie española e innovadora que habían emitido en Antena 3. -¿Española e innovadora? Ja- pensé yo. Esas dos palabras suenan raro cuando van juntas, y más aún si van precedidas de la palabra serie. Pero a la semana siguiente me decidí a darle una oportunidad, y lo que vi no me decepcionó.

En un panorama plagado de médicos, policías, y familias que pretenden pasar por graciosas y lo logran sólo de vez en cuando, El internado supone un poco de aire fresco al incluir unos cuantos elementos novedosos. Siendo justos hay que reconocer que no se libra de unos cuantos tópicos con los que toda serie made in spain que se precie debe comulgar, quiero pensar que más por miedo al riesgo por parte de los productores que por falta de imaginación por parte de los guionistas. El internado no deja de ser una serie familiar de las de toda la vida, con encantadores niños en lucha porque sus frases resulten creíbles, con agraciados chicos y chicas que de vez en cuando se quitan toda la ropa que el horario de emisión permite, y que tratan de demostrar al mundo que son más que una cara bonita, y con tanta aparición “casual” de marcas de desengrasantes para la cocina, productos lácteos, clínicas dentales o empresas de paquetería que puede llegar a mosquear al espectador medio.

¿Qué tiene la serie entonces? Para empezar la serie tiene presupuesto, no se puede negar. Está rodada en alta definición, tiene unos decorados impresionantes, y unos actores como Amparo Baró, Luis Merlo o Natalia Millán, con unas trayectorias tan reconocidas que nadie puede poner en duda. Para seguir, tiene unos buenos guiones, a la altura de las mejores series de producción nacional. Y para acabar, dejo lo que para mí la hace más especial, el aire novedoso del que antes hablaba. Anteriormente muy pocas series españolas había utilizado el misterio como hilo conductor, al menos en las dimensiones en las que El internado lo hace. Después de cuatro temporadas los espectadores seguimos sin tener claro la causa de todo lo que ocurre entre las cuatro paredes de ese internado y sus aledaños (luces que anuncian crímenes, secuestros de antiguas huérfanas, operaciones a niños con extraños fines, tesoros robados y escondidos cuidadosamente, ...), pero hemos visto como las tramas de todos los personajes, que en un principio parecían ser independientes, se van hilando en torno a ese misterio principal de una manera razonablemente coherente y, en ocasiones hasta realmente sorprendente. Aunque sólo sea por eso, los responsables de la serie merecen una enhorabuena.

Otra razón fundamental por la que merece la pena plantarse todos los miércoles delante de la televisión para ver El internado, es por disfrutar de un personaje como Fermín. Las situaciones límites en las que se ve envuelto, llenas de acción e intriga, no son propias de un personaje de diseño puramente español, y sólo por eso su presencia llama poderosamente la atención. Pero es que al margen de eso, Fermín es un personaje complejo, con muchos matices. Podría hacer un intento de explicarlos pero, por un lado esto se alargaría demasiado, y por otro lado no me siento capaz de hacerlo mejor de lo que Mari lo hizo hace unos días en su artículo Atormentados; así que si queréis conocer a Fermín un poco más a fondo, os remito a esa entrada.