Pequeños Grandes Logros

Se nos va el año fermaría. Dentro de unas horas, estaremos oficialmente en 2009, y como siempre en estos días, empezamos a rellenar hojas con los típicos tópicos de fin de año: propósitos para el nuevo período, balance de lo ocurrido en el que se va y ésa extraña sensación de ilusión y desasosiego ante lo que estará por venir.

Como tanto se nos ha tachado de ir contracorriente, hoy hacemos ejercicio de humildad y nos ponemos con lo que hace todo Cristo en estas fechas. Hagamos balance.

El 2008 no ha sido, creo que para ninguna de nosotras en lo personal, el mejor año de nuestra vida. Dicen que Dios aprieta, pero no ahoga, y debe ser verdad. Porque nuestro pequeño rincón en la webforo del internado fue creciendo gradualmente en número de adscritos al llamado movimiento fermaría, que ya no va tanto de Fermín y María como antaño, sino que tiene bastantes más implicaciones. Y allí, hemos encontrado personas que realmente merece la pena conocer, que han estado ahí siempre, para quizá sin saberlo, alegrarte el día.

Gracias a las caras nuevas y las que estaban allí de siempre, salieron cosas como aquel Raúl Nuestro (cuya autoría me reservo para preservar la integridad moral y física de mi compañera parchis), que llegó a oídos del susodicho y que él, ingenuo, pensó que era una broma de unas chicas que se aburrían.

Luego Ana, administradora de la webforo, consiguió entrevistarle en exclusiva y grabar un vídeo en el que saludaba a sus seguidoras, además de hacerle saber, con mucha sutileza, que no éramos una panda de quinceañeras acneicas y aficionadas al consumo de estupefaciente. El colmo.

Algo después nació este blog (con la inestimable colaboración de ésas fermarías disfrazadas de hecmarías que se llaman Ali y Jessica, y de la mano artística de Ro) con la intención de poder expresarnos y condensar la (poca) información disponible sobre Raúl Fernández.
Con él, hemos conseguido llegar a gente que quería saber más sobre el actor.

Unos días después, si buscabas “Raúl Fernández de Pablo” en Google, este blog ya aparecía en la primera página. Es una chorrada, pero es un logro.

Hace unas semanas, Ana y Carol tuvieron la oportunidad de ver a Raúl en la obra que ahora mismo representa con Guindalera, “Molly Sweeney”. Otro pasito que era un poco de todas, porque al leer sus crónicas, uno vivía también su entusiasmo.

Y hace sólo unos días, descubrimos que en la web oficial de Raúl, se puede encontrar un enlace directo a este blog, así como a diversos vídeos de YouTube hechos por fans, o un vídeo en el que saludaba a “sus fermarías”. Un fantástico detalle de humildad y de acercamiento a los seguidores del actor. Así lo veo yo.

Ahora, gracias a Belén, a Silvia, a Carmen, a Laura, a Bea, a Carol, a Ana, a Jessica y hasta a Ali (que seguro que se retuerce de odio cuando vea su nombre escrito por estos lares :P) podemos decir que juntas hemos conseguido pequeñas cosas. Que para el resto de la humanidad no significarán nada, pero que para nosotras han sido grandes alegrías.

Además, hemos logrado algo que hace unos meses, ni nos imaginábamos. Raúl ha tenido algo nuestro, hecho por nosotras, entre las manos. Y eso sí que es, para nosotras, un pequeño GRAN logro.

La imagen de arriba da fe de ello. En los próximos días, más al respecto… ;)

Ahora, simplemente, desearos una feliz entrada de año y que el 2009 venga cargadito de pequeños regalos como éste.

En el frigo

Los visitantes asiduos al blog sabéis que a menudo nos servimos de éste, nuestro espacio virtual, para hacer una pequeña recopilación de los trabajos de Raúl Fernández, comentarlos y, las pocas veces que nos es posible, exponerlos en vídeo.

Cuando nos explayamos comentando la trayectoria profesional de Raúl, nuestro tema más recurrente es sin duda El internado. Lo podéis comprobar echando un vistazo al número de entradas del blog que contienen este tag: 10 de 24, un porcentaje más que considerable. Esto se debe a que las administradoras del blog somos acérrimas seguidoras de la serie que nos ha permitido descubrir el talento interpretativo de Raúl. Pero a su vez, este descubrimiento nos ha convertido en acérrimas seguidoras del actor, y El internado es para nosotras la forma más sencilla de acceder a ese talento. Es la pescadilla que se muerde la cola.

No obstante nunca hemos querido olvidarnos de sus otros trabajos porque queremos demostrar que su buen hacer en esta serie no es fruto de la casualidad, sino de muchos años de recorrido profesional. Por ello, no nos hemos dejado en el camino papeles en otras series televisivas, spots publicitarios que ha protagonizado y personajes a los que ha dado vida sobre un escenario teatral, y que ocasionalmente compagina con Fermín, el misterioso cocinero al que Raúl interpreta en El internado. Así, hasta el día 6 de enero, podemos verlo sobre las tablas del teatro de La Guindalera, interpretando a Frank en Molly Sweeney.

Hoy, gracias a la labor googleadora de Mari (te queremos chiqui), podemos disfrutar del vídeo de uno de sus anteriores trabajos. Se trata del corto En el frigo, que fue dirigido en el año 2004 por David Ilundain. Protagonizado por Raúl Fernández, este corto fue en su momento merecedor de algunos premios, que podéis consultar en el enlace que os dejamos al final del artículo.

En el frigo es una visión muy original de un periodo en la vida Luis, que comienza cuando su novia lo deja plantado. Su originalidad reside en que atisbamos esta pequeña historia a través de los ojos de su frigorífico. No, no me he vuelto loca. Los ojos del frigo en cuestión están constituidos por una cámara fija situada frente al electrodoméstico, protagonista absoluto de la narración. La sencillez del corto es brutal, una sola cámara y un solo escenario sirven para contar una historia curiosa, fresca y divertida en tan sólo 7 minutos. ¿Sabéis eso que dicen de que lo bueno, si breve, dos veces bueno? Pues disfrutad doblemente de este corto.

Enlace a En el frigo

Si alguien tiene problemas para ver el vídeo y tiene interés en hacerlo, que se ponga en contacto con nosotras a través de la dirección del blog. :)

De apellido, Fernández.

Últimamente, los informativos de televisión terminan adornando el programa con algún estudio curioso, simpático o llamativo, sobre un tema poco denso, para dejar al espectador pensando en semejante cosa y que se olvide un poco de guerras, pactos políticos, violencia doméstica y demás.

No voy a entrar a valorar lo que me parece la idea ni el tío lumbrera al que se le ocurrió.
Al contrario, agradezco su esfuerzo (léase la ironía) y me centro en una de sus aportaciones al informativo diario.

Recientes estudios habían demostrado que a día de hoy, el apellido de una persona condiciona en mayor o menor medida si triunfará en el futuro.
Por ilustrarlo un poco, el resultado mostraba que si te apellidas González, Pérez, Sánchez (pobre de mi…) o Fernández, la llevas jodida.

Y mira por donde, empiezo a pensar que la eminencia que gastó su tiempo y dinero en semejante estudio, estaba en lo correcto. Eso, claro, si comulgamos con su concepto de “triunfo”.

Veamos. Hace unos días nos llegan noticias de que varios actores de la serie El Internado, donde trabaja Raúl Fernández, han sido nominados a los premios TP de Oro. Memez televisiva donde las haya, oiga, pero es que la palabra “premio” mola un montón, ¿a que sí? Nominados: Luis Merlo y Amparó Baró. Menos es nada.
Raúl no estaba en la lista. Obviamente, no me sorprendió. Era lógico si uno más o menos sabe de qué van estas cosas.

Días después, y esto sí me duele, porque soy seguidora fiel de la revista, Fotogramas presenta a su lista de candidatos a los Fotogramas de Plata en televisión, cine y teatro.
Para mi sorpresa, El Internado cuenta con tropecientos candidatos a nominados: los arriba mencionados Merlo y Baró, Marta Torné, Natalia Millán, Yon González (una sorpresa muy agradable, la verdad), Martín Rivas, Ana de Armas y Elena Furiase.
Ahí es nada.

No voy a entrar a valorar cuán de acuerdo estoy con las susodichas nominaciones ni su correspondencia con el peso de los personajes o la complejidad de sus historias en la trama. Sólo voy a decir que había muchos más motivos para nominar a Luis por “Arte”, la obra de Yasmina Reza que ahora mismo representa, que por la serie.
Tampoco quiero entrar a valorar las (abismales) diferencias a nivel actoral que hay entre algunos de los arriba mencionados y Raúl Fernández. Me lo comeré con patatas, que este blog se caracteriza por su buen rollo, ¿o no? :P

Pero es, a todas luces, incomprensible, que “el chico que hace de cocinero”, como decía una compañera por ahí, no esté entre los nominados.

Mi opinión, a nivel personal, es que me da bastante igual que le nominen o no a estas cosas. A ciertas edades, uno deja de creer en muchas cosas, y esto de los premios es una de ellas. Aquí lo que cuenta es tener un apellido de renombre, o ser una vaca sagrada de la crítica, o tener una cara que de bien en las revistas del papel couché. Honrosa excepción para el grandísimo Yon González, que como sepa encauzar bien su carrera, no se va a conformar con un galardón estatal. Y una última reivindicación: la no aparición del nombre de Blanca Suárez en ninguna de ésas listas, tan vergonzoso como la inexistencia del nombre de Raúl Fernández.
¿Será cosa del apellido? ;)

Y mientras unos llenas portadas y alfombras rojas, Raúl se sube (metafóricamente hablando, porque no lo hay) al escenario de la sala Guindalera y demuestra que el talento es mucho, muchísimo más, que que tu nombre figure en cualquier lista.
Si eso no es triunfar, que venga el ilustrado señor del estudio y lo vea…

Molly Sweeney: en primera persona (II)

Si el otro día os trajimos de las impresiones de Ana sobre Molly Sweeney, hoy es Carol (Luna), “comentarista habitual” de este blog y del foro, la que toma la palabra a través de esta crónica de su visita a La Guindalera. No me digáis que leyéndolas a ambas no os dan unas ganas tremendas de ir para allá volando.

Mientras estaba leyendo la crónica de Ana, revivía esos momentos, los de angustia por la tos, y los de absoluta admiración por la obra, las interpretaciones, Raúl... Me quedé atontada con él (más de lo que ya estaba por el resfriado) fue increíble tenerlo tan cerca interpretando ese papel tan difícil porque el texto lo decía súper rápido no sé como no se le trababa la lengua. Cuando se puso a bailar ahí ya me mató jeje que ritmo tiene :)

Sentadas en primera fila, cuando vimos aparecer a Raúl, al menos a mi me puso nerviosa, pensé, “pero míralo si está ahí mismo” Después de mi ataque de tos, que vergüenza me dio, estuve toda la obra haciendo lo posible para no volver a toser, y lo conseguí. Como dijo Ana, las fermarias tendrían que estar aquí, pues bien yo que soy fermaria, ferminista pero sobre todo raulista, os diré que no os lo podéis perder, disfrutaréis muchísimo y pasareis uno de los mejores ratos de vuestra vida, porque a parte de estar en presencia de ese pedazo de actor que es Raúl, disfrutaréis de una magnifica Maria Pastor que hace el papel de Molly, ambos acompañados de José Maya que hace del Dr. Rice.

Este ultimo se nos acerco a nosotras nada mas salir, me pidió disculpas por si me había sentado mal que me hubiera dicho lo del jarabe en plena obra, a mi no me sentó mal la verdad, sobre todo porque me di cuenta que lo había hecho de buena fe, aunque de eso me di cuenta en ese momento, cuando me lo dijo en la obra me sentí avergonzada. Se quedó hablando con nosotras un rato y luego se fue a saludar a otra gente, muy buena gente el hombre y gran actor también.

Llegó el momento que había estado esperado durante un mes desde que supe que iría a verlo, conocer a Raúl, cuando se acercó, me dio dos besos y me preguntó que si me habían dado ya el jarabe jeje que majo, me disculpé otra vez por lo de la tos pero nos dijo que suele pasar, que no me preocupara. Le dije que venia de Sevilla pa verlo y me dijo "de Sevilla" con cara de asombrado lo que no le dije que fui a verlo a pesar de que aquella tarde había tenido fiebre y todo, pero nada me iba a impedir ir a verlo. Después nos hicimos una foto con él, que cada vez que la miro se me pone cara de tonta jeje Fue muy buena gente, muy amable hablando con nosotras, explicándoles a mis padres que la compañía llevaba ya muchos años funcionando y demás.


Aunque no vivo en Madrid me he hecho una promesa a mi misma, que cada vez que estrene una obra, voy a verlo, me gustaría ir a ver todas las obras de La Guindalera, pero como la economía no me deja, solo iré a las de Raúl, alguien se apunta??? Prometo no toser la próxima vez.

Molly Sweeney, os la recomiendo, es teatro en estado puro.

Molly Sweeney: en primera persona.

Normalmente, somos nosotras las que dejamos aquí nuestra opinión sobre el trabajo de Raúl.
Hoy os traemos la crónica de Ana, administradora de www.elinternadoweb.com que tuvo la oportunidad de asistir anoche a la representación de Molly Sweeney en la sala Guindalera, junto con Carolina, otra chica del foro.
Leyéndolas, dan una envidia que no podemos soportarlo, ¿a que sí? :P



Si podéis, no perdáis la oportunidad de ver a Raúl a medio metro INTERPRETANDO. Ya ni siquiera verlo a medio metro y hablar, sino verlo interpretando porque os juro que eso si que es orgásmico hasta para mi... De verdad... La obra, espectacular como ya os dije, me encantó... Al principio pensé, que poco decorado y que pequeñito el "teatro" pero es que luego... Bueno, es que no les hace falta nada más, de verdad, con eso están más que servidos, porque el resto lo llenan todo ellos...

Los tres actores, espectaculares. El "teatro" es mini, los asientos son como una grada y la primera fila (donde nos sentamos Carolina y yo) está a la misma altura que el escenario, porque es el mismo suelo. Los actores cuando están sentados están a metro y medio de tí, cuando estàn de pie, están a medio metro de ti. Los tienes ahí, los sientes y parece que estés metido en la obra. Raúl es acojonante, ya lo sabemos, tenéis que verla en serio... No he parado de acordarme de las fermarias porque cuando lo tenía a medio metro de mi, actuando pensaba "Joder, estas tenían que estar ocupando la primera fila" de verdad. Yo si alguna se decide a venir en Reyes que yo estoy aquí, vamos, me apunto de nuevo porque me ha encantado... Raúl medio bailando salsa, hablando super rápido en plan esta gente rara que de tanto que corren hablando se les traba la lengua, bueno, FABULOSO. Y la actriz... Buaaaaaa... ESPECTACULAR... No tengo palabras.

Al principio de la obra (Carolina y yo estamos malas, con tos...) le dió un pedazo de ataque de tos a Carolina, pobrecilla, porque se estaba poniendo más nerviosa de ver que estaba tosiendo mientras los actores hablaban y de repente, el actor que interpreta al médico dice "Si quieres tengo un jarabe dentro para la tos", lo dijo todo serio, claro, Carolina muerta de la vergüenza "No, no, lo siento, ya está" y aun siguió tosiendo un poco pero ya se le pasó y estuvo toda la obra con caramelo y agua para no toser más. Yo tosía (Un tosido seco, pero potente jajaja) de ves en cuando pero intentaba aguantar hasta que no hablaran o cosas así... La obra son 1 hora y 45 minutos, sin descanso, los tres ahí en escena, mano a mano, sin salir de ella, osea del tirón... Y algunos textos largos que yo no sé ni como no se confunden por muy buenos que sean y muchas interpretaciones que lleven de la misma obra, a mi me dejan acojonanda viéndoles xD

Estando cerca de mi casa La Guindalera, yo desde luego, voy a ir más a menudo porque me encantó... Bueno, pues lo mejor, termina la obra salimos fuera, te invitan a tomar un chupito mientras salen los actores a saludar a la gente y eso, y sale el actor que interpretaba al médico y empieza a buscar a alguien... ¿A quienes? A nosotras... Nos ve y viene directo a nosotras a pedirnos disculpas si su frase nos resultó ofensiva o algo, y nos muestra con la mano algo... ¿Qué era? El jarabe... jajajaja Nos dice que lo del jarabe era en serio (mientras nos lo enseñaba con la mano), que no se lo había dicho en plan a malas, pero que luego pensándolo igual nos habíamos pensado que lo había hecho a malas, o había parecido a otra cosa, pero que para nada. Que puede pasarnos a cualquiera y que de hecho él lo tiene por si acaso le pasa, echarse un trago y que se le pase... Bueno, el tío muy simpático estuvo hablando con nosotras y los padres de Carolina allí, le agradó mucho el saber que nos había encantado la obra y nada luego ya después de haber aclarado ese mal entendido, se fue a saludar al resto de gente...

Luego ya salió Raúl, mientras tanto nosotros estábamos comentando la obra, el tiempo de la obra sin descanso como podían bordarlo tanto, en fin... Cuando Raúl terminó de hablar con un grupo que había, me acerqué para llamarlo y me reconoció al instante con un "¡Hombre!" Me preguntó que qué tal y eso, y le presenté a Carolina y a sus padres. Se alegró mucho al enterarse de que Carolina venía de tan lejos a verlos y que nos hubiera gustado tanto la obra... Estaba contento con la marcha de la obra y le pedimos disculpas también por la tos y nada, dijo que no pasaba nada porque podía pasar y que siempre tienen a alguien entre el público que tiene tos... Y además es que en otro teatro grande, no se oye tanto si haces cualquier cosa, pero como eso es tan pequeñito y tan acojedor, es que abres la botella de agua y se oye jajajaja Porque además hay muchos silencios que te quedas ahí pensando "Dios, no te muevas que jodes el silencio de la obra" jajajaja

Y nada muy bien. Nos hicimos esas fotos con Raúl que accedió encantado y ya lo dejamos que fuera saludando al resto de la gente que había... La verdad es que hubo llenazo cuando al principio a Carolina le dijeron que posiblemente no llenarían ese día, pero luego parece que se animó la cosa y vino bastante gente... Y poquito más, que quien sea de Madrid y pueda ir, son 15 euros solamente y desde luego, merece la pena ver a Raúl en estado puro...

Entrevista a Mariona Ribas y Raúl Fernández

Hasta ahora, en casi todas las entradas del blog hemos hablado sobre nosotras mismas o sobre nuestras impresiones sobre el trabajo de Raúl, pero muy pocas veces hemos dejado que sea Raúl el que "tome la palabra" directamente. Una de ellas fue a través de la entrevista que realizó junto a Marta Torné en la presentación de la cuarta temporada de la serie, y que en su momento emocionó a toda fermaría que se precie.

Hoy llega el momento de "escuchar" nuevamente a Raúl en una antigua entrevista publicada por el diario Qué!. En esta ocasión es entrevistado junto a otra compañera de reparto, Mariona Ribas, que interpretó al personaje de Nora en la serie. No os la perdáis.

Se atacan en el Internado y se defienden en la cocina

Qué! reúne a Raúl Fernández y a Mariona Ribas, dos de los protagonistas de El internado, en el restaurante Cubik Madrid.



La cocina esconde pocos secretos para Mariona Ribas y Raúl Fernández. Todo lo contrario que Nora y Fermín, los personajes que interpretan en El internado (los miércoles
, en Antena 3, a las 22:15 horas). Entre los dos desvelan la receta del éxito de la producción de Globomedia

Todo en la serie es diferente y, además, hay una identificación con el espectador porque hay personajes desde los 5 hasta los 75 años", apunta Mariona. Raúl coincide con ella y añade otros ingredientes: "El secreto también está en tener un guión elaborado, una factura técnica impecable y un reparto equilibrado".

Fermín y Nora, "a tortas" con la Historia
Nora, el personaje que interpreta, entró en El internado haciéndose pasar por profesora de Historia. Eso no pasaría en la vida real. "Soy de ciencias y era una negada para la Historia", recuerda. Raúl ha probado las "tortitas" de Marta. Y no le gustaron mucho. En una secuencia, Marta Torné (María en la serie) tenía que darle una bofetada. Raúl le dijo antes: "Dame fuerte, no te preocupes". Y no se preocupó. La barba postiza que lucía Raúl salió volando...

¿Qué os atrajo de vuestros personajes?

Mariona Ribas: Lo que más me atrajo de Nora es la doble faceta que muestra. Entró como profesora en el internado, pero pertenece a la organización. Es un personaje de acción con retos físicos y a nivel de interpretación que aún no había explorado.
Raúl Fernández: Lo que más sedujo de Fermín es ese corte con cierto aire de Indiana Jones. Se involucra en situaciones de aventura y era irresistible. Lo que más me ha aportado es meterme en circunstancias fuera de lo cotidiano.

¿Os costaba entender al principio lo que querían de vuestros personajes?
Mariona Ribas: Las primeras directrices para el personaje fueron muy concretas. No tenía muchas dudas. Estaba muy bien explicado en el guión y hay más acción que texto. Muchas veces voy a trabajar sin decir una palabra.
Raúl Fernández: El caso de Fermín es diferente, ha ido evolucionando. Era autodidacta, picarón y muy inteligente. Eso se ha mantenido, pero también se le ha visto una parte más vulnerable y sensible que no tenía al principio. Yo tenía que revisar bastantes veces los guiones para saber en qué momento estaba, había muchos flashbacks. Ahora nos dan los resúmenes en la tele y no me lo leo. Me lo grabo y punto.

¿Si os pudierais cambiar por otro personaje de la serie, quién sería?
Raúl Fernández: Me gustaría quitarme 10 años y ser como Martiño y Yon (risas). No me cambiaría por ninguno.
Mariona Ribas: El de Elsa (Natalia Millán) y el de María (Marta Torné) son dos bombones, pero el mío me gusta mucho.

¿Os atrae la cocina, como al personaje de Fermín?
Mariona Ribas: Sí. Me gusta mucho trabajar con las manos: Coser, hacer joyas... La cocina me la tomo así. No lo hago muy a menudo y hay platos que no me gustan y tengo manías: no toco el pescado con las manos, me cuesta tocar la carne cruda. En mi cumpleaños invito a las amigas a mi casa y estoy tres días cocinando.
Raúl Fernández: Soy muy "cocinillas". Me encanta meterme entre cacharros y preparar comida para amigos. No sólo eso. Me gusta salir de casa, ir al mercado, hablar con la gente, seleccionar los alimentos. Ese proceso, que es toda la mañana, me encanta.

¿Qué plato le prepararías, por ejemplo, a Amparo Baró?
Raúl Fernández: Yo le prepararía lo único que me sale bien, que es la tortilla de patata a pesar de intentar hacer millones de platos.
Mariona Ribas: Yo le prepararía una quiche de puerro con bacon. Espero que le guste.

¿Qué tal se os da la Historia? ¿Tan bien como a Nora?
Mariona Ribas: Soy de Ciencias, era muy negada para la historia. Era mi asignatura hueso. Me gustan mucho las series de época, como Los Tudor.
Raúl Fernández: Yo es que era poco aplicado. En el instituto comprobé que si me ponía, lo sacaba. La Historia me gusta, pero me costaba. El teatro da su bagaje para estas cosas. La parte aburrida de la Historia es la de memorizar.

¿Tenéis cuadros en casa?
Mariona Ribas: No, alguno hay en casa de mis padres (Mariona), como los carteles de Las Meninas y Los girasoles. "El original lo tengo yo, querida", interviene Raúl, que añade: "En casa de mis padres había muchos cuadros porque tengo un tío pintor".

Los chicos de El Internado felicitan la Navidad



Foto oficial para felicitar la Navidad a los seguidores de la serie. Muy guapos, muy sonrientes, y algunos, tímidos, como siempre.

Ay, Raúl, cuánto nos gustaría verte un día en primer plano...

El fútbol es así

Todos los que en algún momento hemos curioseado, vía Internet, en la trayectoria profesional de Raúl Fernández, sabemos que ha encarnado a sujetos muy variopintos, tanto en teatro como en televisión. Es por ello que nombres como Treplev, Antón, Jerry o Franky nos resultan familiares.

Este amplio abanico de personajes que Raúl acarrea sobre sus espaldas, es fruto del trabajo de muchos años, o al menos de los suficientes como para que, en pleno curioseo internetero, descubramos que nos podemos encontrar con alguna sorpresa escondida. Este es el caso del genial vídeo promocional del Centenario del Atlético de Madrid que os dejamos a continuación:



Después de verlo, queda la sensación de que Raúl acierta siempre con los papeles que escoge por pequeños que sean. Poco nos queda ya por decir sobre la calidad de las piezas teatrales que La Guindalera escoge para el deleite de los que se acercan a su sala, o sobre la fuerza, carisma y clara definición de los personajes a base de los cuales se construyen las historias escogidas. Y menos aún sobre la sublime dualidad, la originalidad y la garra del personaje de Fermín en El internado. A pesar de ello no deja de sorprender que, hasta en un anuncio publicitario, se pueda palpar ese buen hacer al que Raúl nos tiene acostumbrados.

El spot llama la atención de primeras. En realidad es un pequeño corto, una anécdota inventada, que navega entre la hilaridad y la ternura que sugiere la situación en la que se ven envueltos los dos protagonistas. La historia está genialmente interpretada por Raúl y el actor que le da la replica (mis intentos por encontrar su nombre han caído en saco roto).

Pero la verdadera magia del spot radica en la expresión tan clara, tan visual de los sentimientos que provoca el fútbol. Quizás por eso los que viven una pasión irrefrenable por los colores de su equipo, puedan entender la situación como nadie. El fútbol es así, suele decirse. Y yo no lo pongo en duda. Reconozco haber visto con asombro, como un mismo equipo de fútbol es capaz de fundir, por un momento, a dos completos desconocidos en una armonía perfecta. Y reconozco también que yo misma saco de vez en cuando mi corazoncito futbolero de paseo, y disfruto como una enana de los triunfos de mi equipo, o sufro como una condenada sus derrotas. Así que estoy en disposición de confirmarlo, efectivamente el fútbol es así.

Tan espléndido es el spot que, tras verlo, vienen a la mente dos ideas:
Una es la de marchar a Madrid en el próximo tren, plantarse frente al Vicente Calderón y esperar ansiosamente a que abran las taquillas para hacerse socio del club colchonero.
La otra, es la idea de que si todos los spots publicitarios tuvieran esos guiones y esa fuerza actoral, muchos evitaríamos a toda costa el zappeo durante la publi, o más bien, zappearíamos sin descanso en busca de canales con publicidad. No caerá esa breva.

Molly Sweeney: Con los cinco sentidos

Hay quien considera el teatro un género frío. Es difícil de entender si tenemos en cuenta que uno comparte espacio con la historia que se nos quiere contar, con los actores y sus personajes y con el lugar que éstos habitan.
Aún así, hay quien piensa que la distancia que separa las butacas de ése escenario es insalvable; y ve el atrezzo como un material frío e inanimado.

Por otro lado, hay un gran número de personas que ven el teatro como algo aburrido, y que todavía piensa que sólo se programan obras de ésos clásicos que te forzaban a leer en el colegio y a los que odias con todas tus fuerzas desde entonces.

Molly Sweeney, o cualquier otra obra de las que lleva adelante Juan Pastor, deberían recetarse como medicina para estos males. Yo, que no soy ni crítica teatral ni nada que se le parezca, y que ni siquiera he tenido la oportunidad de ver la obra, sé que me encantaría hacerlo. Porque cuando uno lee lo que la gente que sí ha estado allí escribe sobre ella, es fácil hacerse una idea de qué pasa durante la representación de Molly Sweeney.

Dice Juan Ignacio García Garzón en el ABC que cuando uno sale de la sala Guindalera, lo hace con el ánimo reconfortado, con la sensación de haber participado en una experiencia lustral.

PARTICIPADO. Cuando leí la crítica, me quedé con ésa palabra.
Uno no llega, ve la obra, y se va; sino que toma parte en ella con todos los sentidos.

La vista se regodea en la capacidad interpretativa de sus actores: María Pastor, eje de Molly; Raúl Fernández y José Maya. Y si tienes la suficiente lucidez como para abstraerte de sus interpretaciones, entonces te encuentras con una escenografía sencilla, tenue, sin histrionismos, que agrada.

El oído se deleita ante un texto que se basa, sobre todo, en la superación personal; y en una ambientación musical que va de la mano con la escenografía menciona arriba: sutil, elegante, agradable.

Nuestro olfato descubre a qué huele la intimidad. La sala Guindalera es pequeña, la distancia entre público y actores inexistente, y el ambiente, propicio para crear una atmósfera íntima y única que te hace sentir partícipe de todo lo que está ocurriendo a tu alrededor.

El gusto recibe un regalo especial al final, cuando los actores brindan a tu lado con licor de guindas, llevando al extremo la idea de contacto entre unos y otros, destrozando ésa idea con la que empezaba este artículo: la frialdad del teatro.

Para terminar, el tacto agradece que, tras haber participado en la experiencia vital de Molly, puedas tocarla, tenerla cerca, estar a su lado. Preguntarle a Raúl, o a José, o a María, qué tiene la sala Guindalera que la hace tan especial.

Pero, ¿qué tiene El internado?

A medida que pasa tiempo, voy tachando la televisión de mi lista de distracciones más recurridas. Y tengo la curiosa sensación de que mis neuronas me lo agradecen. Confieso que, en este drástico recorte de mi ración de caja tonta, tiene algo que ver la no menos drástica reducción de mis ratos de relax o de simple y llano aburrimiento. Sin embargo juro que éste no es el único motivo, tengo un par de razones más para esta desintoxicación televisiva que vengo viviendo. Son razones que intuyo de forma más o menos clara: la primera es que ya no tengo los mismos gustos de antaño (mi intuición me dice que voy por el camino correcto con esta afirmación) y la segunda, que los programas son con cada vez más anodinos, aburridos y tópicos (mi intuición no tiene nada que decir al respecto, porque mis ojos lo ven con una claridad meridiana).

Es por eso que el primer capítulo de El internado pasó por la televisión de mi salón, sin que yo reparase en ello ni por casualidad. Afortunadamente el boca a boca sigue funcionando, y fueron varias las personas que durante la semana me hablaron de una serie española e innovadora que habían emitido en Antena 3. -¿Española e innovadora? Ja- pensé yo. Esas dos palabras suenan raro cuando van juntas, y más aún si van precedidas de la palabra serie. Pero a la semana siguiente me decidí a darle una oportunidad, y lo que vi no me decepcionó.

En un panorama plagado de médicos, policías, y familias que pretenden pasar por graciosas y lo logran sólo de vez en cuando, El internado supone un poco de aire fresco al incluir unos cuantos elementos novedosos. Siendo justos hay que reconocer que no se libra de unos cuantos tópicos con los que toda serie made in spain que se precie debe comulgar, quiero pensar que más por miedo al riesgo por parte de los productores que por falta de imaginación por parte de los guionistas. El internado no deja de ser una serie familiar de las de toda la vida, con encantadores niños en lucha porque sus frases resulten creíbles, con agraciados chicos y chicas que de vez en cuando se quitan toda la ropa que el horario de emisión permite, y que tratan de demostrar al mundo que son más que una cara bonita, y con tanta aparición “casual” de marcas de desengrasantes para la cocina, productos lácteos, clínicas dentales o empresas de paquetería que puede llegar a mosquear al espectador medio.

¿Qué tiene la serie entonces? Para empezar la serie tiene presupuesto, no se puede negar. Está rodada en alta definición, tiene unos decorados impresionantes, y unos actores como Amparo Baró, Luis Merlo o Natalia Millán, con unas trayectorias tan reconocidas que nadie puede poner en duda. Para seguir, tiene unos buenos guiones, a la altura de las mejores series de producción nacional. Y para acabar, dejo lo que para mí la hace más especial, el aire novedoso del que antes hablaba. Anteriormente muy pocas series españolas había utilizado el misterio como hilo conductor, al menos en las dimensiones en las que El internado lo hace. Después de cuatro temporadas los espectadores seguimos sin tener claro la causa de todo lo que ocurre entre las cuatro paredes de ese internado y sus aledaños (luces que anuncian crímenes, secuestros de antiguas huérfanas, operaciones a niños con extraños fines, tesoros robados y escondidos cuidadosamente, ...), pero hemos visto como las tramas de todos los personajes, que en un principio parecían ser independientes, se van hilando en torno a ese misterio principal de una manera razonablemente coherente y, en ocasiones hasta realmente sorprendente. Aunque sólo sea por eso, los responsables de la serie merecen una enhorabuena.

Otra razón fundamental por la que merece la pena plantarse todos los miércoles delante de la televisión para ver El internado, es por disfrutar de un personaje como Fermín. Las situaciones límites en las que se ve envuelto, llenas de acción e intriga, no son propias de un personaje de diseño puramente español, y sólo por eso su presencia llama poderosamente la atención. Pero es que al margen de eso, Fermín es un personaje complejo, con muchos matices. Podría hacer un intento de explicarlos pero, por un lado esto se alargaría demasiado, y por otro lado no me siento capaz de hacerlo mejor de lo que Mari lo hizo hace unos días en su artículo Atormentados; así que si queréis conocer a Fermín un poco más a fondo, os remito a esa entrada.

Fermín en los Archivos Secretos de El Internado



Reconozco que empecé a ver los archivos secretos de El Internado con cierto recelo. Me parecían una excusa burda para soltarnos un refrito de imágenes inconexas y retrasar así la emisión del capítulo de cada semana, con el consiguiente cabreo que eso me provocaba por el hecho de tener que ir a trabajar hecha una castaña al día siguiente.

Luego, cuando me contaron que veríamos, o intuiríamos cosas sobre el final de esta historia, el cabreo se acentuó. ¿Era necesario pillarse los dedos de ésa forma para contarnos algo que ya hemos visto? Me parecía, y me sigue pareciendo, que de alguna forma, si piensan de verdad respetar lo que están mostrando, se la están jugando pero bien.

Hace dos semanas, tuvieron las santas narices de mostrar al protagonista de la serie postrado en una silla de ruedas. El choque emocional entre el público fue pasmoso, no había más que darse una vuelta por los foros para ver la que se había armado. ¿Cómo ha llegado Héctor ahí? ¿Por qué? ¿Qué le hace estar tan triste y cabizbajo? ¿Pero el protagonista no tendría que acabar bien?

Ahí empezó a gustarme el formato. Porque me hace pensar que los guionistas nos tienen reservado un buen final. Y con bueno no quiero decir feliz, obviamente. Esta serie no se ha caracterizado nunca por ser un producto convencional, y ahí estaba la prueba.

La semana pasada, cuando supe que los archivos secretos estarían protagonizados por Fermín, tuve una visión. Me lo imaginé esposado y acusado de algo que no había hecho. Después de verlo, pensé en cardarme el pelo y comprarme un par de velas negras. Acerté de pleno. Pero no por mis dotes adivinatorias, no, sino porque iba en la línea de lo visto la semana anterior. Los buenos personajes han de sufrir hasta el final. Así sea.

Debe ser mi punto masoquista, pero he de reconocer que tanto Luis como Raúl son dos actores que saben sufrir tan bien, que no me gustaría perderme esa versión de sus personajes.

Y ahora nos encontramos con una promesa sobre la mesa: que el espectador tendrá un final innovador, probablemente agridulce… Porque apuesto a que Héctor, a pesar de su aparente infelicidad, habrá recobrado su pasado y su familia. Y porque nos mostraron a un Fermín que se sacrifica por amor, que llegará al final amando a la única mujer que ha amado en su vida, sonriendo ante la que se le viene encima.

Muy sutil, lo reconozco. Lo del anillo fue tan sutil y tan elegante que creo que nadie se lo podía imaginar a estas alturas. ¿Dar carpetazo a una de las bazas de la serie? ¿Y encima apostando por la pareja no protagonista? Ni en mis mejores sueños, de verdad.

Es de admirar que después de cuatro temporadas y cientos de vueltas de tuerca, sigan siendo capaces de sorprendernos así y de mostrar la valentía necesaria para enseñarnos todo lo que nos están enseñando.

Nostalgia de los 80

Si hay un periodo de la historia reciente que se puede definir como transgresor, apasionante y lleno de vida, ese periodo es la década de los 80.

Personalmente, a mí esta etapa me fascina: España asomando la cabecita al mundo después de años de fuerte represión, y mirando hacia el futuro con ilusión. Las nuevas corrientes artísticas, locas y disparatadas, rompedoras y modernas, emanando a la superficie con una fuerza brutal después de tanto tiempo de obligada sumersión. La estética ochentera, tan loca y disparatada, rompedora y moderna como el arte del momento: los cardados, las hombreras imposibles, las mallas de colores, las medias de rejilla y el maquillaje llamativo adueñándose de las calles. La banda sonora de la época, música que veinte años después sigue siendo para mí una religión; aún nadie ha logrado superar el Every breath you take de The Police, el Satisfaction de los Rolling, el Take my breath away de Berlin, el Still loving you de los Scorpions, el Embrujada de Tino Casal, el ¿A quién le importa? de Alaska y Dinarama o el Insurrección de El último de la fila. Y ya en el ámbito personal, mis primeros recuerdos; a mí los 80 me saben a bocadillo de Nocilla frente a un televisor sin mando a distancia, con los ojos abiertos como platos ante las aventuras de Espinete y Don Pimpón.

Con todos estos antecendentes es lógico que, cuando en el 2004 estrenaron una serie titulada Los 80, yo no pudiera dejar pasar la ocasión de verla. Y mira tú por donde, fue precisamente en esta serie donde, sin darme mucha cuenta, la cara de Raúl se me empezó a hacer familiar. Claro que por aquel entonces, yo no tenía ni pajolera idea del nombre del chico que interpretaba al adorable Franky, ni me imaginaba que el mismo chico algún día conseguiría emocionarme tanto con un personaje como Fermín, ni por supuesto, albergaba la más mínima sospecha de que gracias a él iba a conocer a mis locas fermarías y a escribir en un blog en Internet. Cosas raras que tiene la vida.

Realmente yo no sé si la recreación de los años 80 que hizo la serie era o no muy fidedigna; seguro que los que vivieron de pleno esta época podrían opinar con mucho más criterio y rigor que yo, que por aquellos años estaba aún en el país de la piruleta. Pero por lo que a mí respecta, puedo que decir que la serie no me decepcionó. Fue un placer tener una pequeña ventana en la televisión a esa época que tanto me atrae, y lo único que me supo mal fue su precipitado final después de tan sólo unos pocos capítulos.

Al margen de los temas políticos y de los cambios sociales que se trataban, y que giraban en torno al golpe de estado del 23-F y a la corrupción en las altas esferas empresariales, lo más destacable de Los 80 era un grupo de música llamado Los Replicantes, que versionaban los temas del momento. Franky no tocaba con el grupo, pero era el íntimo amigo de Enrique, el guitarrista recién llegado, y también uno de los encargados de poner un punto de humor, con su aire de tipo simpático, algo alocado y despistado, que le llevaba a protagonizar algunas de las situaciones más divertidas de la serie. Franky es, sin duda, uno de esos personajes secundarios que se hacen querer al instante, especialmente si están bien interpretados, como es el caso.

Hace pocos días, zappeando, me encontré por casualidad con Los 80 en uno de los canales de la TDT, y por supuesto no pude resistir la tentación de quedarme unos minutos con ella. Si soy sincera, os diré que esos pocos minutos sirvieron para decepcionarme ligeramente, y no porque no consiguiera ver a Raúl, que también, sino porque no me pareció que la serie tuviera aquel brillo que yo recordaba. Supongo que es lo que puede pasar cuando al cabo del tiempo recuperas cosas que en su momento te parecieron geniales, tus nuevas circunstancias hacen que las veas con otros ojos. Aún así, no negaré que me gustó ver a Los Replicantes haciendo una versión del clásico De do do do, de da da da de The Police. Y es que no todo puede ser malo cuando los 80 andan de por medio.

Raúl saluda a las Fermarías


Vídeo cedido por www.elinternado.webforo.net en exclusiva para www.raulfernandezdepablo.blogspot.com
Está totalmente prohibido sacar y reproducir parcial o totalmente el vídeo fuera de este blog.

Es muy raro.
Le ves ahí, de pie, con los brazos cruzados, hablándote a ti, y se te queda cara de imbécil. Un buen estudiador del lenguaje corporal diría que el sujeto de estudio se halla a la defensiva. Y eso que no nos conoce. Si lo hiciera…

Es curioso, pero nunca hemos hablado entre nosotras de lo que sentimos, de lo que pensamos, cuando vimos el vídeo.

Supongo que uno tiende a quitarle importancia a estas cosas porque vamos teniendo una edad y somos bastante realistas. Al fin y al cabo, él sabe que estamos aquí, pero no sabe quién somos ni de dónde venimos.

Pero la parte infantil que llevamos dentro, esa parte de gruppie que permanecía aletargada en nosotras, y que se nos ha despertado un pelín tarde, se exalta. Porque te habla a ti. Y te da las gracias. Nada menos.

Raúl Fernández les da las gracias a estas cuatro locas que le siguen. Él, precisamente, que nos ha regalado algunos de los mejores momentos televisivos que recordamos, que ha hecho que nos conozcamos, que surjan conversaciones delirantes y conversaciones serias, que de alguna forma nos ayuda a evadirnos, que ha hecho que aprendamos a manejar un blog, a subir vídeos y a usar un foro.
Él nos da las gracias.

Lo que es la vida…

La Guindalera


A medida que vas creciendo y abres los ojos a la realidad, observas que estamos viviendo en la época del interés económico. Los mayores dicen que también las épocas pasadas fueron así, y que el interés económico es lo que siempre movió el mundo. Es posible que fuera así, pero yo tengo la sensación de que el descaro con el que lo hace, es cada vez mayor. Esta es la época en la que se declaran guerras absurdas buscando llenar bolsillos, en la que tantas veces vemos primar la cantidad (sobre todo referida al montante económico) por encima de la calidad, y en la que, por poner un ejemplo más visible, las televisiones pagan cantidades exorbitantes a un conocido ex alcalde y ex convicto por “cantar” afinando más que su pantojil novia.

Por desgracia, el mundo de la interpretación también se ve contagiado por la “fiebre del euro”. Así, la televisión nos sorprende de vez en cuando con buenas series, pero la calidad no garantiza su permanencia en pantalla; la competencia televisiva es tan feroz que una buena parte de ellas se caen de las parrillas en los primeros capítulos.

El séptimo arte también nos regala alguna vez pequeñas joyas. A veces, generalmente cuando vienen de la mano de algún maestro reconocido, pueden convertirse en grandes taquillazos, pero la realidad es que hay otras muchas joyas sin tanta suerte, que viven escondidas en salas de escasa popularidad y caja limitada, mientras el llamado cine comercial invade sin piedad las carteleras de los grandes cines. Un equivalente a estas pequeñas salas, pero en el ámbito teatral, es la sala de la compañía La Guindalera, de la que Raúl Fernández forma parte como actor.

La compañía selecciona siempre montajes de calidad para representar en su sala de tan sólo unas pocas localidades, así que los aficionados al teatro han tenido la oportunidad de ver a Raúl en proyectos sumamente interesantes.

A lo largo de su breve historia, La Guindalera ha rescatado textos clásicos; Cervantes y Shakespeare han sido algunos de sus elegidos. Así, pudimos ver a Raúl convertido en el joven Manfredo, vacilante entre el amor de dos mujeres, en el montaje Laberinto de amor de Miguel de Cervantes.

De la experimentación con el teatro clásico surge En torno a La gaviota de Anton Chéjov. Esta vez Raúl defiende el papel de un actor que encarna al personaje de Treplev, hombre que curiosamente explora nuevas formas de arte que resultan poco exitosas, frente al arte más convencional que siempre consigue el favor del público. ¿No representa Treplev con su búsqueda de savia nueva, lo que intenta hacer La Guindalera?

Si indagamos en su historia, no cabe duda de que esta compañía teatral también ha sabido escoger obras de autores más recientes, pero con trayectorias y reconocimientos tales, que pueden incluirse ya entre los clásicos. Traición de Harold Pinter, de la que hablamos largo y tendido en una entrada anterior, y La larga cena de Navidad de Thornton Wilder en la que Raúl interpreta a Tino, un hombre egoísta e incapaz de entenderse con sus hijos, son dos claros ejemplos de ello.

Fuera de los clásicos, pero no del todo desligada de ellos, La Guindalera montó la comedia Odio a Hamlet de Paul Rudnick. Raúl es en esta ocasión Andrew, un joven actor que duda entre representar un clásico, Hamlet, que lo enriquecerá interpretativamente, o aceptar un papel en una serie de televisión mediocre, que le reportará fama y dinero. De esta manera, a Andrew se le plantea la gran duda: ¿cantidad (de dinero) o calidad (de trabajo)?

Actualmente La Guindalera se encuentra inmersa en las representaciones de un ciclo de Brian Field, y nuevamente ha contado con Raúl para este proyecto. Así, de viernes a domingo podemos verlo en Molly Sweeney metido en el papel de Frank, el persuasivo marido de Molly, que tiene la convicción de que es necesario aprovechar la oportunidad de que su mujer, ciega de nacimiento, sea operada para recuperar la vista. Si tenéis ocasión y os gusta el teatro que se aleja de lo comercial para explorar más a fondo las emociones humanas, no dudéis en acercaros a verla.

Atormentados

Siempre he sentido debilidad por ellos. Por los personajes complejos, llenos de traumas, de secretos, de miedos. Por ésos que viven atormentados por un pasado, por un secreto o por ellos mismos, por su propia forma de entender la vida.

Me he apasionado siempre por personajes de este tipo en todos los campos de mi vida. Aborrecí a la Emma de Jane Austen, porque me parecía cursi y hortera. Me enamoré de Madame Bovary, porque conforme iba leyendo, sabía que se dirigía, inevitablemente, a la tragedia. Me cabreé mucho cuando Bruce Willis se enrolló con Cybil Sheppard en “Luz de luna”, porque si ya no sufrían, ya no tenía gracia. Me enganché a Expediente X porque el protagonista era un tío siniestro lleno de traumas y la chica una pseudo reprimida condenada a ser infeliz por los siglos de los siglos.

Cuando empecé a ver “El internado”, me pareció una serie entretenida, con buena factura y con mucha pasta de por medio. No esperaba encontrarme a uno de éstos.
Y ahí va uno, cuesta abajo y sin frenos, cuando alguien te da una patada en la boca. No sé cómo lo han hecho los señores guionistas, pero la serie “adolescente” (jajajaja, me río un montón cuando veo el calificativo al lado del nombre de la serie en los periódicos) ha parido a un atormentado, a uno de ésos personajes que quedan en la memoria colectiva y permanecen como el mejor recuerdo de una historia.

Fermín viene en capas, como la cebolla. Y Raúl se adueña de cada una de ellas.
Afuera del todo, en la superficie, está el Fermín del primer capítulo. El que huye en nave nodriza cuando ve por primera vez a María. El tipo de los calzoncillos de corazones. Raúl se convierte en un tío simpático, sonríe y pone cara de buena gente. Nos gusta.

La segunda capa pica un poco, pero el sabor no desagrada. Ahí, nos regala otro personaje, hermano e independiente del primero, que mira de otra forma, que habla de otra forma, que modula su voz en una dimensión distinta. Ya sabéis, el tío sin escrúpulos, es tío listo, el que busca algo y no encuentra, el que se guarda la pistola en los pantalones.

Al llegar al centro, amarga. Porque hay un pasado que quema, un dolor interno que condiciona cada uno de los actos del hombre. Un pasado para Fermín que nunca sabremos si fue inventado sobre la marcha, o ya venía dado desde el principio, pero que ha sido un acierto. Aquí Raúl se vuelve a transformar. Aquí le brillan los ojos, la voz desciende a los infiernos, tuerce el gesto y te araña.

Que un actor sea capaz de dar tantos matices a un personaje es digno de elogio.

A Raúl se le da bien transmitir el dolor. Quizá ayude que su físico no sea el típico estereotipo de hombre guapo. Supongo que tendrá que ver que tenga una mirada tan sumamente poderosa. O igual es simplemente que es un actorazo, yo qué sé.
Eso sí, los guionistas también se han dado cuenta. Destaparon la primera capa, y vieron que les gustaba lo que venía detrás. Y decidieron ir un poco más allá. Mil gracias, éste es nuestro Fermín favorito…

Estereotaips

Estamos en crisis. Y los que saben de números y teorizan sobre la economía global, dicen que la historia económica se mueve por ciclos, y que un pinchazo así ya iba tocando.

Estamos en crisis. Y los que no sabemos de números, ni teorizamos sobre la economía global, no vivimos ajenos a ella. Yo misma, que como mucho me dedico a teorizar acerca de cómo distribuir mi sueldo entre todos los gastos que se me vienen encima
sin que me estalle la cabeza en el intento, creo haber oído por ahí, que en periodos de recesión económica es importante fomentar el consumo (¡toma ya, qué frase!). Seguro que hay complejísimos planes que los gobiernos están dispuestos a aplicar para conseguir esto, y seguro que las marcas comerciales están desarrollando complicadas estrategias para asegurar su supervivencia en el mercado. A mí se me ocurre que, quizás, alguna de estas empresas haya pensado que hacer un buen spot publicitario, de los que suponen todo un bombazo, en los tiempos de vacas flacas puede ser más que nunca un gran acierto.

Estamos en crisis. Y ahora ya lo sabemos todos, los que saben y los que no saben de números, los que teorizan sobre la economía global y los que no. Lo sabemos todos porque la hemos sentido en nuestros bolsillos, pero también porque no nos dejan olvidarla. Uno se acuerda de la crisis cuando se planta delante de la “caja tonta”, aunque sólo sea para cumplir con esa sana costumbre patria que es la siesta. Uno se acuerda de la crisis cuando escucha las noticias de la radio en el coche, de vuelta a casa, comiéndose el marrón del atasco de turno. O uno se acuerda de la crisis cuando se decide a abrir un periódico el domingo por la mañana, mientras se mete entre pecho y espalda el desayuno más elaborado de la semana.

Si os fijáis acabo de llenar el último párrafo de tópicos. Pero no me lapidéis si pensáis que no tengo imaginación o que recurro a lo fácil para llenar el artículo; yo no soy la única que utiliza los clichés. Los creativos de publicidad los usan a diestro y siniestro, y si uno de ellos ha alcanzado la cima con la que todos soñamos dedicándose a juzgar triunfitos, yo quiero seguir su estela. Porque yo lo valgo, como diría Pe.

Por mucho que a uno le de por zappear, ir al baño o asaltar el frigorífico durante la publicidad, siempre se cuela algún anuncio en nuestras vidas. Hay algunos, pocos, que son realmente dignos de ver, un auténtico derroche de imaginación y de originalidad, pero una buena parte son un amasijo de tópicos requetemanidos, que se suelen llamar estereotipos publicitarios.

Afortunadamente, hay varios festivales que premian las buenas ideas en este ámbito; uno de ellos es El Sol, Festival Iberoamericano de la Comunicación Publicitaria. Y para ellos Raúl Fernández rodó un spot, que casi puede ser considerado un corto, en el año 2003.

Como no podía ser menos, un festival que premia la originalidad, predica con el ejemplo a la hora de publicitarse y nos regala un spot divertido y ocurrente. En él, vemos a Raúl convertido en un publicista al que no le falta ni uno de los tópicos que habitualmente se asocian a ellos. La promoción muestra una caricatura de un creativo publicitario realmente descacharrante y Raúl revela una vis cómica que sorprenderá a los que sólo lo conocen por El internado. Además, el final de la promo provoca más de una sonrisa, ¿no resulta cada una de las imágenes sumamente familiar?

En fin, me callo ya, y os dejo un vídeo del spot del que os hablo; al fin y al cabo hay otro tópico que circula por ahí, ése de que una imagen vale más que mil palabras. No dejéis de verlo.

Raúl y María: De Wilder a Friel

No, no me he hecho un lío. No estoy mezclando churras con merinas ni actores con personajes. Hoy ni siquiera voy a hablar de la tele.
Voy a hablar de ese género al que Raúl califica de “madre”: el teatro.
Y de un tándem extraordinario que lleva desde 2004 regalando al público su talento desde la compañía Guindalera: nuestro Raúl Fernández y esa perla rara e injustamente desconocida que se llama María Pastor.
Este artículo no pretende ser más que un breve repaso por la trayectoria compartida de ambos, y un leve vistazo a lo que la crítica ha dicho de ellos. Ahora mismo, comparten escenario en “Molly Sweeney” pero Raúl y María, no son, ni mucho menos, dos desconocidos mutuos.

Su primer trabajo juntos fue en 2004, en la obra de Thornton Wilder “La larga cena de Navidad”, una obra sobre la fugacidad de la vida y el paso del tiempo.
Un año después llegó “Laberinto de amor”, un montaje caballeresco, irónico y colorista que se acerca al musical y al cómic, cosa harto difícil si tenemos en cuenta que el autor de la obra es, ni más que ni menos, que Cervantes.

Ése mismo año, 2005, nos trae “En torno a la gaviota”, de Chèjov, una de los montajes de la compañía que más y mejores críticas ha recibido. En esta ocasión, Raúl encarna a Treplev, un hombre enamorado de Nina (María Pastor), que a su vez ama a un tercero en discordia: Trigorin. En el ABC dijeron de ellos que María bordaba la fresca fragilidad de Nina, mientras que Raúl iluminaba la tormentosa vehemencia de Treplev.
También se resaltaba la naturalidad de los seis actores que conformaban la obra, su sobriedad y la capacidad de imprimir cierta intimidad en la sala.

Raúl y María vuelven a encontrarse sobre las tablas en 2006, siempre a las órdenes de Juan Pastor, en el montaje “Odio a Hamlet”, una comedia que se cuestiona si a día de hoy, Shakespeare sigue o no interesando a la gente.

En 2007, llega a la sala Guindalera “Traición”, de Harold Pinter. María Pastor interpreta a Emma, cuyo matrimonio con Jerry (Raúl) derivará en mil y una traiciones que no se limitan a lo afectivo. Ansón, en el ABC, califica de eficaz la interpretación de Raúl y se deshace en halagos para María, de quien dice que ejecuta su papel con rara perfección.
Por su parte, Torcuato Luca de Tena califica la primera parte de la obra, en la que Jerry y Emma se reencuentran dos años después de terminar su relación, como la mejor del montaje.

Desde el pasado uno de noviembre, ya podemos disfrutar de la hasta el momento última puesta en escena con el sello Guindalera y con María y Raúl al frente: “Molly Sweeney”, de Brian Friel. Molly (María), ciega de nacimiento, tiene la oportunidad de recuperar la visión y Frank (Raúl), su esposo, la anima a intentarlo. Pero al hacerlo, Molly pierde en cierta forma la cordura, al ver que su antigua visión del mundo no coincide con lo que ve.

Queda patente que Raúl y María han pasado, durante estos años, por todos los géneros, del drama a la comedia, y que han salido más que airosos del intento. Veremos qué dice la crítica de “Molly Sweeney”, o si alguna de nosotras tiene la oportunidad de poder verle sobre las tablas. Que me perdonen los señores críticos, pero me fío más de mi propio criterio…

Bendita locura

Los domingos están para vaguear. Creo que lo pone hasta en la Biblia. Y como ayer sábado me salté a la torera al menos un par de las “recomendaciones” que da este santo libro, hoy he decidido hacer penitencia cumpliendo al menos con este mandato, así que me he pasado parte de la mañana de domingo googleando con fines puramente lúdicos.

Entre otras cosas, me ha dado por buscar alguna noticia nueva sobre Raúl para poder comentarla en el blog, y el resultado ha sido el que viene siendo habitual cuando me enfrasco en este tipo de labores: nada. Ante la falta de novedades y el exceso de tiempo, he decidido husmear por enésima vez en el artículo sobre Raúl Fernández de la wikipedia, y me ha llamado la atención uno de los títulos de las obras en las que ha participado: “Bendita locura”.

Cuando lo leí me vino inmediatamente a la cabeza el grupo de locas que nos hacemos llamar fermarías. Nos autodenomino locas porque, en su mayoría, las fermarías estamos ya talluditas para emocionarnos tanto con un personaje de la tele (Fermín, te adoramos) y con una historia de amor ficticia (María, a ti también). Pero es que personaje e historia nos han atrapado totalmente por su carisma, por su originalidad y por su fuerza, así que no nos ha quedado otra opción que postear a diario en foros de la serie, defendiendo a muerte tanto al personaje como a su historia de amor.

Pero, como podéis comprobar por vosotros mismos, la cosa no ha parado ahí. Nuestra patología ha llegado a tal extremo en tres de nosotras, que hemos tenido la necesidad de crear un blog, éste que estáis leyendo, donde poder exponer todas y cada una de nuestras locuras. Algunos dirán que estamos para encerrarnos. Y yo diré que es muy probable pero, ¿y lo bien que nos lo pasamos? Todo este lío no es más que una bendita locura, porque gracias a él desconectamos un poco de los rollos del día a día, nos echamos unas risas con nuestras historias, y disfrutamos comentando una serie que nos engancha. 3x1 señores, ¿qué más se puede pedir?

Después de estas reflexiones tan particulares que hago yo los domingos por la mañana, he decidido que, ya puestos en harina, podía probar suerte de nuevo en San Google, esta vez tecleando el título de la obra que me ha llamado la atención para ver si con el segundo intento había más suerte. B-E-N-D-I-T-A L-O-C-U-R-A. Resultado, el siguiente más habitual después de nada: casi nada. Sólo he descubierto que se trata de un montaje teatral dirigido por Raúl de Tomás basado en un hecho real ocurrido en Estados Unidos. Raúl Fernández de Pablo se mete esta vez en la piel de un hombre condenado a muerte por el asesinato de su pareja, y se sirve de un monólogo para reflexionar y hacernos reflexionar sobre su historia en particular y sobre la existencia en general. Umh, un montaje teatral en el que sólo sale y habla nuestro chico, conozco yo a más de una loca que calificaría este montaje como la obra de teatro ideal.

Fermaría Rules!

Hace unos días, Silvia decía que deberíamos escribir algo en el blog acerca de lo que realmente nos unió, y nos trajo hasta aquí: el llamado club Fermaría.

Y yo creo que es una idea estupenda, porque nosotras lo valemos. :P

El cómo empezó es lo de menos. Fermín es, probablemente, uno de los mejores personajes que han parido los guionistas de este país, y eso ya es un buen motivo. Misterioso, ambiguo, simpático y con pocos escrúpulos. Este era más o menos el Fermín de la presentación. Si a esto le añades su historia de amor con María (te queremos, Marta), y una química brutal entre los actores, la ecuación da exacta. Porque aquí empieza el lado vulnerable del personaje, el otro Fermín, la esencia.

Lo que era raro, rarísimo, es que fuéramos tan pocas los que apostábamos porque una historia así podía realmente enganchar y gustar a los espectadores. Y es que cuando nos conocimos un poco más, nosotras, las Fermarías, descubrimos que había unas conexiones entre nosotras que ríete tú de Lost.

En este blog encontraréis, por poner un ejemplo, la mayor concentración por metro cuadrado de chicas a las que NO les pone El Duque. Como lo oís. Quizá merezcamos ser fustigadas por ello, que la nobleza nos perdone. Si encontráis en algún sitio una concentración mayor, le devolvemos el dinero.

Descubrimos, también, que les doblábamos la edad a la mayoría de los miembros de foros sobre la serie; que teníamos un sentido del humor parecido (sarcasmo, ironía, sírvase usted mismo); que nos iban las historias poco convencionales y que estábamos hasta el moño de historias de princesas encantadas y príncipes a caballo.

Fermaría Rules! Ahora, cuando nos llamamos Fermarías, no queremos decir sólo “me gustan Fermín y María”. No. Ser Fermaría es ser diferente. Es ir contracorriente. Es opinar, pensar, no querer permanecer aletargada mientras te tragas todo lo que te echan.
Ser Fermaría es tener un par. De lo que queráis.

Presentación de temporada en Nebrija

La Universidad de Nebrija, cuyos exteriores conforman uno de los escenarios habituales en los que cobran vida los personajes de El Internado, acogió el pasado martes 21 de octubre la presentación de la cuarta temporada de la serie.

Esta presentación consiguió reunir a todos los actores que participan en ella, que posaron sonrientes ante todos los medios congregados, y también a algunos de sus creadores, que dieron unas pinceladas de lo que va a ocurrir a lo largo de esta próxima temporada.

En lo referente a Fermín (Raúl Fernández), el singular cocinero infiltrado en el internado bajo las órdenes de una misteriosa organización, nos dejaron dos pistas interesantes sobre su devenir en los próximos capítulos.

La primera es, que en medio de sus habituales investigaciones por todos los recovecos del internado más famoso de la tele, Fermín va a realizar un descubrimiento que trastocará aún más su ya de por sí complicada vida. El hallazgo le obligará a enfrentarse a la inquietante organización para la que trabaja, y más allá de eso, a enfrentarse a algo quizás mucho más inquietante que la organización, su propio pasado. La temporada promete para los seguidores de este misterioso personaje, porque quizás a través del conocimiento de situaciones de su pasado, podremos entender ciertas actitudes en el presente, que nos han resultado, cuanto menos, desconcertantes.

La segunda pista, hace referencia a la preciosa historia de amor que Fermín vive con María, la limpiadora del internado. La aparición en escena del ex novio de la chica y padre de Iván (hijo que María tuvo a los 13 años, y que desconoce por el momento la verdadera identidad de sus padres biológicos), dificultará aún más la relación tan intricada y compleja que viven desde hace tiempo la limpiadora y el cocinero, puesto que tratará de interponerse entre la feliz pareja. María y Fermín han ido salvando a lo largo de las distintas temporadas todas las dificultades que se les han presentado, con mayor o menor acierto en sus maneras de proceder para lograr superarlas. ¿Conseguirán sortear este nuevo obstáculo que se les avecina? Tendremos que esperar pacientemente a los siguientes capítulos de la serie para dar respuesta a todas las preguntas que esta nueva información nos hace plantearnos.

Pero la presentación de la nueva temporada no sólo nos dejó estos pequeños adelantos, puesto que regaló a los fans de El internado en general, y de Raúl en particular, unas cuantas fotos de nuestro cocinero favorito de la tele, solo o en compañía, que hemos intentado recopilar aquí. Disfrútadlas.


Raúl de guía por el internado.

Desde el mundo.es traemos un video en el que el actor Raul Fernandez nos hace de guia mostrandonos los secretos de un rodaje noctuno de la serie el internado. A continuación os dejamos el video.



Fuente

De intimidades y traiciones

A pesar de que Raúl Fernández comienza a ser conocido por el gran público, gracias a su papel de Fermín en El Internado, la destreza y capacidad interpretiva que nos demuestra cada miércoles a las 22.15 horas en Antena 3 (publicidad “encubierta”) no es casual, porque este chico lleva muchos años curtiéndose sobre las tablas de los escenarios.

El teatro es la cuna de este gran actor porque sus comienzos están ligados a este género, pero también es el lugar al que siempre regresa, como demuestra su inminente participación en Molly Sweeney. Éste es un montaje de la compañía La Guindalera, casa teatral de Raúl durante estos últimos años, que se estrena el próximo 1 de Noviembre en la pequeña sala de la compañía en Madrid (nueva publicidad “encubierta”).

A la espera de Molly Sweeny, sobre la que deseamos poder ofreceros información de primerísima mano (¿verdad chiqui?), Traición es uno de los montajes teatrales en el que el protagonista de nuestro blog ha participado con La Guindalera. Es complicado y sobre todo arriesgado hablar sobre algo cuando no se conoce, porque existe una posibilidad muy grande de meter la pata hasta el fondo. A pesar de eso, confesando no haber visto ni leído esta obra, me arriesgo a escribir unas pocas líneas sobre Traición, pero antes transcribo un resumen de la gente que realmente sabe de esto y os dejo un vídeo de la obra para ponernos en situación, y para ver un poco a Raúl en acción, que siempre es un placer:

Estrenada en 1978, Pinter no ha escrito nada más simple, triste y a la vez gracioso. La obra cuenta una historia de adulterio, pero narrada desde el desenlace hasta su nacimiento, esto es cronológicamente a la inversa. De esta manera el autor hace que nos interesemos mas por el “cómo pudo suceder” que por el “qué va a suceder”. Los tres personajes, aislados de los demás, son incapaces de conformar una auténtica y plena comunicación amorosa, y terminan por caer en una progresiva degradación de la amistad y de la vida sentimental. Jerry y Emma se aman y su amor teje un laberinto de traiciones, civilizadamente aceptadas, que se extienden más allá de las relaciones conyugales y de amistad. Emma traiciona a su marido, Jerry a su mejor amigo y a su mujer, pero Robert también ha estado traicionando a su mujer Emma. La traición va más allá y Robert y Jerry, figuras de éxito en el mundo de las publicaciones, traicionan sus carreras y la visión que tenían sobre su profesión en su juventud. Así la traición se extiende hasta convertirse en la del ser humano que se ve atrapado por unos impulsos contradictorios y unas normas sociales inventadas para no ser cumplidas, lo que le lleva a traicionarse a sí mismo.
Fuente



Traición, a pesar de estar escrita hace mucho tiempo, es una historia atemporal, como todas las que hablan del alma humana. Incluso yo diría que, un vistazo superfluo a su sinopsis, puede resultar muy atrayente en los tiempos que corren, en los que programas que hurgan en intimidades de personas conocidas o anóminas, reciben el respaldo de audiencias millonarias. La historia es morbo puro, no se puede negar: la mujer y el mejor amigo de un señor se acuestan juntos y hacen de susodicho señor un cornudo. Todo esto así contado, sería la envidia de muchos de estos programas de éxito, y daría para rellenar horas y horas de esa “televisión de calidad” con la que nos agasajan a diario nuestras cadenas.

Pero este tipo de situaciones ganan enteros cuando sus protagonistas no son tan anodinos e insulsos como los que salen por la tele, que cuentan o malinventan sus vivencias de alcoba a cambio de fama o dinero. Comienzan a resultar interesantes cuando no se pretende hacer de ellas un circo, sino explorar el complicado mundo de las relaciones humanas. Además la obra va más allá del triángulo protagonista, y no sólo disecciona la traición amorosa en la que se centra la trama, sino que habla de algo tan común como la traición a nuestros principios, en la que resulta muy fácil caer ante determinadas situaciones en las que la vida, ocasionalmente tan perra, nos coloca. ¿Reflexionarán alguna vez sobre esto los personajes que nos van contando sus intimidades por capítulos a golpe de talonario?

Entrevista a Raúl Fernández y Marta Torné


Raúl Fernández y Marta Torné acudieron el pasado 16 de Octubre al preestreno de la cuarta temporada de "El Internado" en el centro comercial Zig Zag, en Murcia.

Allí, concedieron esta pequeña entrevista que hizo las delicias de las que nos hacemos llamar Fermarías.

L@s Fermarías (que también hay chicos) nacieron en la web de la serie El Internado y ya son conocidas en toda la red (más o menos :P). El club nació a partir de la relación que se entabla en la serie entre Fermín, el misterioso y singular cocinero, y María. Jugando con las iniciales de los nombres, nos hicimos llamar Fermarías, y damos guerra como nadie. En ese foro, seguimos soltando nuestras parrafadas, defendiendo a nuestra parejita y divirtiéndonos a base de bien.

L@s Fermarías se caracterizan por ser seguidores de las historias imposibles, difíciles y atípicas. Por eso, aunque esta historia nos ha enganchado como la que más, no podemos evitar ser a veces, algo pesimistas, y pensar que al fin y al cabo, es muy probable que la historia no triunfe.

Por eso nos ha hecho tanta ilusión esta entrevista, que demuestra que lo que una vez nos pareció imposible, quizá no lo sea tanto. Eso, y que la química de Raúl y Marta, va más allá de Fermín y de María.

¿Cómo ha sido la acogida de Murcia al preestreno?
Marta Torné: Aunque crees que te lo esperas, sorprende mucho, te impresiona que cojas un avión, que vayas a otra ciudad y que haya gente que te acoja, te dé tanto cariño. Te impresiona y cuesta digerirlo.
Raúl Fernández: Abrumadora. Te quedas sin palabras. El impacto es tan grande sobre todo porque para mí es la primera vez y te impacta la demanda del público por ver este primer capítulo de la nueva temporada.

¿Qué os parece la idea de preestrenar en varias ciudades españolas que no sean grandes capitales como Madrid y Barcelona?
Marta Torné: Me parece muy buena idea. Todos tienen derecho a verlo antes y creo que se debería hacer en más ciudades. Por mi parte, lo haría cada semana porque para mí es un regalo.
Raúl Fernández: Es una iniciativa muy acertada porque el resto del público también tiene derecho, de vez en cuando, a ser los primeros en ver un capítulo de la nueva temporada. También es un público muy caluroso y agradecido.

¿Os gustaría preestrenar en otras ciudades?
Marta Torné: Cualquiera en la que haya gente con ganas de recibirnos y vernos. Raúl Fernández: Siempre que se pueda me gustaría ir a todos los sitios posibles para estar con nuestros fans. Estaría dispuesto a todo.

¿Cuál sería la siguiente que elegiríais?
Marta Torné: Cualquiera sería bienvenida.
Raúl Fernández: Teruel porque mi madre vive allí, tengo muchos amigos y para que la gente se entere de que Teruel existe.

¿Qué van a ver los seguidores de la serie en la nueva temporada?
Marta Torné: Los más fieles de la serie verán respondidas muchas dudas y preguntas. Aparecerán nuevos personajes entrelazados, situaciones en torno al tesoro, a los niños... resolviendo cosas y abriendo nuevos misterios.
Raúl Fernández: Seguirá por la misma línea argumental pero aportando novedades a esa línea que se está desarrollando. Se aportarán nuevos personajes y se aclararán tramas abiertas, aunque se abrirán otras. Habrá una gran sorpresa relacionada con uno de los personajes... y hasta aquí puedo leer.

¿Qué va a pasar con María y Fermín?
Marta Torné: La relación va hacia delante, pero, como es una serie, nada puede ir bien durante mucho tiempo.
Raúl Fernández: Hasta donde puedo revelar, va a aparecer un personaje que tiene que ver mucho con María y trastoca la relación de ambos, pero el amor de Fermín por María no cambia, aunque los dos tienen un pasado que no pueden olvidar.

¿Os gustaría que se casaran?
Marta Torné: Sí, es la única persona que le da mucho cariño. El personaje María no dudaría.
Raúl Fernández: Como personajes me encantaría que se casaran porque sería un final muy feliz. Como espectador no sé si me gustaría tanto porque se acabaría parte de esa magia que existe entre los dos. Pero sí me iría al altar con ella.

Fuente

Raúl. Con mayúsculas.

Tal como está el panorama (no, no voy a hablar de la crisis, Dios me libre) es difícil de creer. Poned la tele y decid qué veis. Triunfitos con carreras meteóricas, hermanos tan grandes que ocupan toda la pantalla y actores de moda con título nobiliario. Y noticias sobre la crisis, sí.


Por eso me resulta (me resultaba) tan difícil de creer que ahí dentro, aún hubiera algo interesante por descubrir. Un día apareció una serie con la marca de innovadora. Que alguien se atreviera, con semejante panorama, a hacer una serie como “El Internado”, tiene mérito. Y que se atreviera a apostar por nuevos valores, más.

Ahí descubrimos a Raúl Fernández de Pablo. Un actor con mayúsculas que nos haría entender más tarde que se salía del concepto de “descubrimiento”. Le respaldaban más de diez años haciendo teatro, televisión, publicidad e, incluso, dirigiendo modestos cortometrajes. Pero como suele ocurrir en estos casos, tuvo que ser la televisión la que hiciera que su cara nos empezara a resultar familiar.

Todo gracias a Fermín, un personaje regalo de Luis San Narciso que se ha ido haciendo grande y cogiendo fuerza dentro de una serie coral en la que cada personaje cuenta su propia historia. El hecho de que lo interprete Raúl marca la diferencia.

¿En qué me baso yo para creer que Raúl es uno de los mejores actores que podemos ver en la televisión actualmente?

Podría hablar de la crítica y de los elogios que ha recibido a lo largo de estos años por su trabajo a las órdenes de Juan Pastor en Guindalera. Pero sería un poco hipócrita, la crítica y yo no nos llevamos bien, debe ser porque ellos son los entendidos y una, mera espectadora. Ni yo he soportado nunca a sus vacas sagradas (me duermo con la pelis de Bergman, Dios me perdone) ni la crítica ha sido benevolente con mis frikismo.
Creo que hasta hoy, sólo estamos de acuerdo en lo de Clint Eastwood y en lo de Raúl (hago estas comparaciones porque me da la gana, muajajajaja).

Podría escudarme en el hecho de que empezó en “El internado” como un simpático secundario y se ha convertido en uno de los pilares de la serie, con una de las tramas que más interés despierta en los espectadores. Pero ahí el mérito es de los dos, de Raúl y del señor (le queremos, buen hombre) que se inventó a Fermín.

Por eso, sólo puedo dar mi propia definición. Para mí, un buen actor es el que hace que me crea a su personaje. Y yo me lo creo en todas sus versiones: el canalla sin escrúpulos, el hombre enamorado, el bromista simpático.

La catarsis te llega cuando te das cuenta de que el personaje es la antítesis del actor. Porque tiene mérito hacer que la gente empatice con tu personaje (especialmente si puede llegar a ser un cabrón, como es el caso), pero debe serlo más aún cuando tú, que estás detrás, eres un chaval tímido, sencillo y que nada tiene que ver con el personaje al que das vida.

Lo siguiente es verle en Molly Sweeny. Como me salgan bien los planes, creo que no podré dejar de escribir nunca… :P

¿Quién, cómo y por qué?

Bienvenidos a nuestro blog acerca del actor Raúl Fernández de Pablo.

Las responsables de este intento de blog somos Belén (escarlata), Silvia (parchís) y Mari (chiqui), amigas y residentes en diferentes puntos de España, y unidas por una misma causa.

Lo primero que os queremos contar es que ninguna de las tres admins del blog tenemos ni pajolera idea de cómo funciona esto, por lo que tendréis que tener paciencia al principio y no echarnos en cara cosas como “la estética es una mierda”, “no encuentro los gadgets” o “esto parece cualquier cosa menos un blog”.

Supongo que la pregunta ahora es por qué tres chicas que no se han visto nunca, que viven en tres sitios diferentes y que se dedican a cosas radicalmente diferentes se unen para meterse en un berenjenal llamado “blog” que, para más inri, no tienen ni idea de cómo funciona…

La respuesta es sencilla. Raúl Fernández de Pablo tiene la culpa. No tenemos grandes intenciones, nuestra idea es recoger la poca información que hay acerca de este fantástico actor e informar de todo lo que vaya surgiendo en torno a él.

¿Por qué? Por muchas razones. Primero, porque nos parece que Raúl, como actor, se merece un lugar en este mundo de blogs, fotologs, webs y demás.
Segundo, porque aunque la mayoría le hemos conocido a raíz de la serie El Internado y al personaje de Fermín, hemos descubierto que hay una extensa trayectoria detrás que debe ser reconocida.
Tercera, porque simplemente nos fascina. Como actor, por la amplitud de registros que tiene, por su versatilidad, por lo que nos transmite, y porque nos lo creemos. Y supongo que esto último lo dice todo. Y también como persona, porque con lo poquito que sabemos de él, hemos adivinado a un chico simpático, currante, tímido y sumamente humilde.

Y porque nos ha dado la gana. Y eso también lo dice todo.

En las próximas semanas iremos actualizando con las noticias acerca de la nueva obra que tiene en marcha, “Molly Sweeney”, subiremos las fotos del preestreno de El Internado (cuando aprendamos a hacerlo) e iremos intentando hacer de este blog un sitio decente. Se agradece cualquier tipo de colaboración en forma de fotos, información o, simplemente, dejando tu comentario. ;)