Mil Gracias

ADVERTENCIA: Esta entrada no ha sido escrita por chiqui, si no por el famoso espíritu del abuelo Cebolletas, que de cuando en cuando se apodera de su ser y le hace escribir textos extremadamente moñas e intragables.
Por tanto, si te decides a leerlo, lo haces bajo tu responsabilidad. La autora no se hace responsable de los posibles daños y perjuicios ocasionados por la lectura de esta entrada.


Cuando empezamos con este blog, como reza el encabezamiento, no teníamos ni idea de lo que era un gadget, ni de cómo funcionaba esto, ni los vídeos, ni las fotos, ni nada de nada. Como buenas cenutrias informáticas, nuestro ego engordó al mismo ritmo que nuestras nalgas en Navidad cuando vimos que éramos capaces de buscar fotos en Google, subirlas aquí y encima, que se vieran.

Hace dos semanas, algo sorprendida por el movimiento que reflejaba el Live Traffic Feed instalado en el blog y movida por la más insana curiosidad, me decidí a instalar un contador de visitas. Cuál ha sido nuestra sorpresa al ver que hemos llegado a las MIL en estos quince días. La media, que ninguna de nosotras sabe si es mucho o poco para un lugar de éstos, supera las setenta visitas diarias. Para nosotras, que somos más de letras, es un número impresionante. En ningún momento, cuando empezamos, esperábamos algo así. Sabíamos que el personaje de Raúl en El Internado era uno de los que más gustaba a la audiencia en general, pero desde luego, no nos imaginábamos que el actor, con toda su trayectoria a las espaldas, provocaba tanto interés.

Obviamente, gran parte del mérito fue de aquellas que nos ayudaron a construir esto desde nada. Pero dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse, y eso no habríamos podido hacerlo solas.

Por eso, queremos aprovechar esta pequeña celebración, la de las mil visitas, para daros las gracias a todos los que habéis ayudado a que esto siga adelante: con vuestros comentarios, vuestras colaboraciones, vuestros pequeños regalos…

Si empezamos por el principio, tenemos que darle las gracias a Fornarina, admin de la webforo de El Internado, que fue la que nos unió. Pero más allá de eso, que es más bien casual, sí que tenemos que darle las gracias con razón por su apoyo en todo momento. Por los mil viajes que se pegó para hacerle llegar a Raúl nuestro regalo y, no conforme con eso, hacernos llegar a nosotras ese momento, para que pudiéramos vivirlo de primera mano. Por todos esos vídeos, imágenes, entrevistas, que nos has cedido para ir haciendo todo eso. Por traernos su visión de Molly Sweeney. Por todo. Gracias.

Un agradecimiento también especial para Carol, nuestra luna, que lleva desde el principio al pie del cañón. Gracias por tener siempre un comentario a cada entrada, por tu crónica de Molly Sweeney que nos permitió ver a Raúl a través de tus ojos, y por ser la primera persona que nos enlazó en su sitio web.

Gracias también a samureta. Hay varias imágenes y vídeos en este blog que son cosa suya. Y además, siempre de forma desinteresada, diciendo siempre que no tenemos que darle las gracias. ¿No quieres caldo? Toma dos tazas llenas. :P

Gracias a Chrono, una de nuestras seguidoras más fieles y comentarista habitual, que tuvo también el detalle de enlazarnos en su blog.

Gracias a Triza, por sus comentarios, que siempre nos encanta leer, y por el soplo “Platonov”.

Gracias a Aurora, por su maravillosa versión de Molly Sweeney. Sin ti, Fermín nunca habría sido nuestro Charlie. ;)

Gracias a Nicole, por su fantástica visión de la serie desde el otro lado del charco y por haberse convertido en comentarista habitual de este blog.

Gracias a todos los que habéis tenido el inmenso detalle de mandarnos un correo (Nicole, Lucía, Laura…) para decirnos que os gusta el blog o que no dejemos de escribir nunca. Ojalá vosotros no os canséis de leer nunca.

Gracias a toda la gente de la webforo: Vampi, kiny, Jessica, Lau, mari77, … que aguantaron nuestras neuras hasta que se creó este blog y que siguen aguantándolas ahora que se han agudizado hasta el extremo. Y lo que es peor aún, algunos se pasan por aquí para seguir leyéndonos. Tenéis un mérito incalculable.

Gracias a nuestros once seguidores, a todos los que comentáis de vez en cuando, a los que os pasáis siempre pero nunca comentáis, o a los que, simplemente, disfrutáis del trabajo de este actor.

Y gracias a mis dos compañeras de blog, porque no podríais ser mejores.

No puedo terminar sin darle las gracias al artífice indirecto de todo esto. Gracias Raúl, por tu talento, por tu sencillez, por tu humildad. Mil gracias.

Para rematar, un pequeño favor. Siempre hemos querido que este blog fuera algo más que la simple acumulación de noticias, entrevistas y material de Raúl. Queríamos que fuese un punto de encuentro para la gente que disfruta con su trabajo, dar a conocer la opinión de sus seguidores e impulsar de alguna forma su trabajo tanto dentro de la serie que nos unió, como fuera de ella.
Por eso, y como nuestras opiniones ya están más que trilladas, os vamos a pedir las vuestras. Nos gustaría mucho, muchísimo, que nos enviarais, ya sea a través del correo del blog, de la webforo o de nuestros correos personales, un par de líneas contándoos por qué os gusta Raúl, o qué tiene de especial para vosotros.
La idea es crear un artículo con todas vuestras ideas, pensamientos y opiniones, para que no seamos siempre las mismas las que demos la vara con nuestras neuras. Si os apetece, será un placer para nosotras recoger lo que queráis decirnos, y escribir sobre ello. ;)

Molly Sweeney: en primera persona (III)


No hay dos sin tres. Y la tercera fue Beatriz (Aurora), que el día 24 de enero tuvo la oportunidad de ver a Raúl en Molly Sweeney. Ella ha querido compartir su impresión con todos nosotros, y las administradoras del blog agradecemos muchísimo su elaborada crónica. No os la perdáis:

Al llegar a la calle Martínez Izquierdo habiendo torcido curiosamente a la derecha, uno se encuentra con La Guindalera y cree confundirla con un portal de una casa particular. De hecho enfrente, entre construcciones más modernas hay una, eso sí, abandonada y que parece resistirse al paso del tiempo, que daría lugar a miles de historias de cuento al igual que la obra que iba a ver representada. Allí entre símbolos de la comunidad, uno se encuentra con ese recoveco que cualquiera confundiría con una vecindad tragada por los muros que la hubiesen hecho suyos, con su pasillo lleno de artículos que más bien podrían llamarse recuerdos empapelados, hasta llegar a la puerta interior. Y cuando lo cruzas parece que te metes en otro mundo y has abandonado por un momento el Madrid fantasmagóricamente extraño, por solitario, de esa tarde de sábado en la que un taxi te traslada a velocidad de vértigo.

Reconozco que en mi primera entrada no me fijé detenidamente en el lugar, quizás porque me encontraba sin creerme que ese allí se hiciera realidad frente a mí, y como suele ser normal no tuviese nada que ver con lo que uno se imagina, y por el frío que arropaba involuntariamente mis huesos; y así preguntamos por nuestra reserva y la hora a la que se podía ir antes de que abrieran la sala, reconociendo la voz del muchacho que elegantemente me había atendido por teléfono.

Hablando de teatro yo no soy una gran entendida, pero debe ser como los sueños, lo es, como las caretas que perennes observan triste y alegre juntas de la mano, como estas dos emociones durante toda la vida, en este caso encima de una puerta, invitándote a observar su combinación una vez traspasas la sala y averiguar si esto te puede producir algo dentro de ti.

Al entrar lo primero que te pasa por la cabeza es la palabra chocante, cinco filas (quien dice cinco dice cuatro, seis...) eso sí, anchas pero en las que casi te das codo con codo con tu acompañante y observas con curiosidad como, con un detalle que dice mucho, esperan hasta que acoplan a una pareja en un lateral aunque la obra tenga que esperar. Y de pronto la negrura te envuelve, y ves a tres figuras desdibujadas colocarse cada una en una silla hasta que empieza el monólogo de una mujer. Y luego descubres a los otros actores acompañándola en su bestial interpretación y a Raúl lo miras como si no estuviese pasando, moviendo sus piernas nerviosamente y mascando ostentosamente con su mandíbula en su silla, hablando a toda pastilla y con su gran coletilla, traspasando con la mirada el silencio, y es que los sentimientos buscan un reposo en los ojos, y ellos lo saben y por eso aunque sea en pocas ocasiones se acercan a que seas partícipe de lo que sienten, como una vez en que se colocó delante de mí y durante varias frases no dejó de observarme, a escasos palmos, entre todos los demás, y comprendes que nunca vas a vivir algo así de nuevo. O como cuando bailas a través de sus pies, o agarras a Molly, o en su esfuerzo por hacerle ver una manzana, o cuando le lleva unas flores, o como cuando dicen que ella camina erguida y él derrotado simplemente de un modo precioso.

Y después les aplaudes a rabiar y él realiza un gesto con la mano señalando a la izquierda, probablemente agradeciendo el trabajo de alguien más. Al salir lo observas y le abordas y le cuentas de donde has venido, y te da las gracias por el detalle de la carta, y te explica cosas de Brian Friel y de como de difícil es para Molly su situación, y dice un “sí hombre” cuando le preguntas por una foto y te invita a un trago. Y mientras eres partícipe de su atención y de unos de los ojos otra vez más expresivos que la menda ha visto en su vida. Te despides de él y te marchas calle abajo, y te das cuenta de algo que hace que los sueños también son grises, como la vida, y no en color. Fue como un arranque de golpe, de todas aquellas horas de espera preparando un momento que la memoria olvidará, la voz, las imágenes, pero no los sentidos.

La próxima vez que vea a Carlos Almansa en la televisión será un actor y su esfuerzo para creérmelo, y para mí siempre será aquellos segundos. Y eso es con lo que uno se queda, con lo que permanezca en su interior, aunque sean pequeños granos de arena que después se desperdigan sin que tú lo quieras. Es la magia de la actuación y la de saber que durante unos mínimos minutos esa persona te dedicó una agradable conversación.

Gracias Raúl

¡Fuera de control!

Últimamente copan las tardes televisivas programas pseudo-informativos (creo que los llaman de actualidad), que se jactan de estar al pie de la noticia. Por norma general estos programas no se centran en los sucesos más importantes del día; en principio esta labor sigue correspondiendo a los telediarios, aunque la tendencia actual a alargar la duración de los informativos hace que éstos terminen recurriendo a contar noticias de lo más pintorescas, por no decir a tontunas sin interés periodístico (ahí va, ya lo he dicho).

Como cada canal imprime su propio sello a los “programas de actualidad”, los resultados obtenidos son muy dispares. Algunos consiguen salvar la dignidad a base de una sucesión de “noticias” que no lo son tanto, pero que resultan entretenidas, curiosas, y ocasionalmente útiles en cuanto a que suponen una denuncia social, pero otros buscan con total descaro despertar la curiosidad morbosa de su audiencia, y tiñen su “espacio informativo” de amarillo y rosa sin ningún tipo de escrúpulo.

Por sus características, este tipo de programas se prestan a la sátira. Afortunadamente, hay espacios televisivos que han sabido ver las posibilidades cómicas de las bizarras situaciones a las que se enfrentan los reporteros de estos programas. Actualmente está en emisión Sé lo que hicisteis, que nos regala frecuentemente parodias con tanta mala leche como ingenio de un programa de la competencia, Está pasando. El espacio víctima de las chanzas parece estar dando sus últimos coletazos, pero encaja perfectamente en el tipo de espectáculo televisivo de dudoso gusto del que hablaba antes. Sus parodias, sin embargo, resultan mucho más interesantes de ver; éste es un buen ejemplo:



Pero retrotrayendo nuestra memoria televisiva hasta el año 2006, nos encontramos ya con una comedia ácida que reflejaba la vida laboral de los profesionales de Directo 24, programa de actualidad asimilable a algunos de los que hay hoy en antena. Lo cierto es que Fuera de control, que así se llamaba la serie, más que hacer una crítica a los contenidos de estos programas, se centraba en mostrar las dificultades que tenían sus carismáticos protagonistas para llegar a tiempo a la emisión, las situaciones absurdas en las que se veían envueltos mientras realizaban sus reportajes y las relaciones personales entre ellos, que iban desde la sincera amistad hasta la competencia profesional más desleal.

Como habréis imaginado a estas alturas, Raúl Fernández tenía un papel en la serie. Su personaje era Antón, un joven inocente, patoso y bonachón que a consecuencia de un malentendido, consigue un puesto de trabajo como cámara de Directo 24. Para los que estamos acostumbrados a ver a Raúl metido en la piel de Fermín, resulta un placer descubrir a través de Antón la genial versatilidad del actor, interpretando a un ser diametralmente opuesto al sagaz, atormentado y complejo cocinero de El internado.

Como muestra os dejo un vídeo de las intervenciones de Raúl Fernández en el primer episodio de Fuera de control (puede que tarde un poquito en cargar, pero paciencia, porque merece la pena). Para poneros en situación diré que los redactores de Directo 24 esperan la llegada de un nuevo compañero “enchufado” por el jefe. En ese momento, un desorientado Antón, que pretende asistir como público al programa de Ramón García, se cuela por casualidad a la redacción. La risa está servida:


Vídeo cedido por www.elinternado.webforo.net en exclusiva para www.raulfernandezdepablo.blogspot.com
Está totalmente prohibido sacar y reproducir parcial o totalmente el vídeo fuera de este blog.

Luis San Narciso, Gracias.


Luis San Narciso está considerado hoy en día un referente en la dirección de casting, él ha sido el descubridor de muchos de nuestros actores más importante: Javier Cámara, Paz Vega, Candela Peña o Lola Dueñas.

Y de ser el director de casting de series tan famosas como: "Los hombres de Paco","El internado", "Cuenta atrás", "Periodistas", "7 vidas", "Compañeros", "Un paso adelante", "Los Serrano", "Gominolas" o "Aída".

En una entrevista Luis San Narciso comenta que, él no descubre talentos, sino que "me los encuentro", y San Narciso no tiene una palabra concreta para definir lo que debe tener un actor para convencerle, y compara esa sensación "con el amor, cuando te enamoras y te entran cosquilleos". "Lo mismo ocurre con el actor. Cuando te gusta su trabajo, percibes una emoción, según busques inquietud, miedo o risa, y cuando alguien es capaz de meterte en el túnel de la magia y hacerte soñar, es que lo está haciendo bien".

Pues esa emoción la debió encontrar cuando descubrió a Raúl en la serie "Los 80", en la que Raúl interpretaba a Franky, amigo del protagonista, y despues volvió a llamarlo para interpretar al personaje de Fermín en "El internado", uno de sus mayores éxitos en la Televisión.

Desde aquí agradecer a Luis San Narciso: Gracias por descubrir al que nos enamora, nos produce cosquilleos y que nos lleva por ese túnel de la magia llamado Raúl Fernandez, ojalá que pronto llegue a esa lista de actores tan importante, porque Talento le sobra.

Fórmulas y Gallinas.



El éxito de El Internado ha respondido, desde sus inicios, a una fórmula casi matemática consistente en llegar al más amplio abanico de grupos de edad. Así, los adolescentes han tenido sus dosis de trama juvenil, con una buena porción de intriga y misterio edulcorada con idas y venidas amorosas. El público adulto responde bien a la buena factura de la serie, y a una trama que también interesa a este sector, aderezada con historias de amor algo más cercanas a este tipo de espectador. Incluso los niños, doy buena fe de ello, se interesan por los elementos más esotéricos: gnomos monstruosos de cuento, princesas infantiles y sueños oníricos.

Pero esta fórmula no es la ley de la relatividad, y por tanto, está sujeta a una serie de variables que alteran el producto. Una de estas variables, y que puede llegar a ser altamente nociva, es el éxito. Quizá suene contradictorio, pero es innegable que el mundo de la televisión se mueve a golpe de talonario. Y si algo tiene éxito, hay que hacer que perdure para exprimir al máximo los beneficios.

Durante cuatro temporadas, El Internado no ha compaginado mal las variables. La primera temporada fue un gran ejemplo de cómo se puede hacer un buen producto comercial y, a la vez, de calidad. La segunda fue una continuación más que satisfactoria de la historia. En la tercera, la serie empezó a acusar el cansancio, y me atrevería a decir que a nivel de guión, fue una temporada nefasta. Las tramas parecían mezclarse de forma confusa, hubo capítulos que pasaron por delante de nuestros ojos con más pena que gloria, y algunos de los mejores personajes de la serie amenazaban con caricaturizarse hasta el extremo. Aún así, la temporada se salvó gracias a un inicio y a un final que contenían en ellos algunas de las mejores escenas que hemos visto en una serie nacional.

Y así llegamos a la cuarta, que ha sido, probablemente, la mejor de la serie junto con la primera, pero que inevitablemente, pide a gritos una explicación y un final dignos si no queremos que esta serie, que tantos buenos momentos televisivos nos ha dado, pase a convertirse en un producto que ya no da más de sí.

Durante la finale emitida el pasado jueves, vimos varias muestras de los malabarismos que han de hacer los guionistas para que esto dure lo que se les exige. Afortunadamente, la serie aún tiene cosas que mostrar, y confío en que lo hará. Pero que no nos mantengan demasiado tiempo a la espera o la gallina de los huevos de oro se cansará de poner. Y de hacerlo, se corre el riesgo de que el espectador comience a sentirse perdido, estafado y agotado. Y una buena historia, nunca debe caer en eso, por muy boyantes que sean los beneficios.

Termino esta entrada dejándoos el minuto de oro del pasado día quince de enero. Obviamente, se lo llevó de calle nuestra serie y, de paso, nuestro personaje favorito. Más de cinco millones de personas vieron el momento en que el infalible cocinero del internado caía al suelo, knockeado por un señor que le dobla la edad.
Lo que decíamos del éxito… Ver para creer.

Platonov: el nuevo reto de Raúl

Gracias a un aviso de Triza (en el blog tenemos unas seguidoras que no nos las merecemos), hemos descubierto un nuevo proyecto teatral en el que Raúl va a participar. Se trata de Platonov de Anton Chéjov, en una versión de Juan Mayorga dirigida por Gerardo Vera para el Centro Dramático Nacional. Se podrá ver a partir de la segunda quincena de marzo en el teatro María Guerrero. Hasta el momento la información oficial que podemos recoger sobre la obra es poca:

En esta obra de juventud de Anton Chéjov son reconocibles ya todos los temas, personajes y obsesiones del gran autor ruso.

El protagonista principal es Mijáil Platonov, un desilusionado maestro de escuela de provincias, un personaje ambiguo que se hunde en la desesperación.

Desaparecida durante años y considerada inacabada por su autor, una copia de la obra, sin título, apareció en los años veinte en una caja fuerte de un banco de Moscú.

Ha conocido múltiples versiones y poco a poco se ha ido convirtiendo en una ineludible referencia y en otro de los grandes títulos de la dramaturgia chejoviana.

Fuente

Como esta información era más bien escasa, hemos recurrido a nuestro ya adorado Google, para saber más sobre Platonov (al final el blog va a hacer que acabemos sabiendo hasta de clásicos de la literatura rusa). Éste es el resultado:

La historia de cómo Platonov sale a la luz pública resulta interesante.Chéjov escribió esta obra en su más tierna juventud, pero su existencia no se conoció hasta 20 años después de la muerte del autor. Y es que Chéjov fue el encargado de destruir el original de la obra, en un impulso achacable a su juventud, después de considerar un fracaso que fuese rechazada por uno de los teatros imperiales de la época. Más tarde, en 1924, aparecía una copia de la obra en Moscú, contenida en una caja fuerte que fue violada durante la revolución rusa.

Así fue cómo el mundo descubrió a Platonov, un personaje atormentado, de ésos que tanto juego dan en la literatura o en el cine, y que resultan sumamente interesantes de explorar. Platonov es maestro de escuela en una zona rural cuyos habitantes viven inmersos en la ambición material, en la vulgaridad y en la falsedad más absolutas. En este marco tan desalentador, la inteligencia y lucidez de Platonov son la causa de su tormento interior: navega entre la desesperación que le provoca el mundo que le rodea y las profundas ganas de enfrentarse a tanta mediocridad. Todos estos sentimientos dan como fruto la mordacidad y el sarcasmo que Platonov derrocha. Leyendo un poco sobre el personaje tengo la sensación de que el tipo me caería bien, e incluso que, como pasa a buena parte de las mujeres de la obra, caería rendida a sus encantos.

Chéjov reúne a todos los personajes de su obra en una fiesta para celebrar el fin del invierno ruso. Es allí donde, ayudada por el licor, emerge la condición humana de todos los invitados, con sus grandezas y sus miserias, y donde se revela como nunca la singular fuerza del personaje de Platonov.

Junto a Raúl Fernández, participan en esta obra numerosos actores que podéis consultar en el enlace de la fuente. Cabe destacar la presencia de Carmen Machi, a la que todos conoceréis por la serie Aída. Carmen ha decidido dejar el personaje que lleva 10 años interpretando en televisión para dedicarse por completo al teatro. Y más aún cabe destacar la presencia de María Pastor, compañera habitual de Raúl en La Guindalera y actriz profusamente halagada por la crítica en todos sus trabajos. Curiosamente, María, Raúl y Chéjov tienen una relación que viene de lejos. Y es que La Guindalera, compañía en la que ambos trabajan habitualmente, representó En torno a la gaviota en 2005-2007. María y Raúl fueron los encargados de dar vida a dos actores, de los seis que interpretaban el clásico La gaviota de Chéjov, y cuya evolución se contaba en este montaje teatral. A partir de marzo, Chéjov, María y Raúl vuelven a la carga con Platonov y nosotras esperamos poder ofrecer pronto más información al respecto.

"La tele es la bolsa de trabajo"

Como ya sabéis, no es nada fácil encontrar material sobre Raúl en la prensa en general. Por eso, cuando tenemos el privilegio de leer palabras salidas de su boca, no nos podemos resistir a colgarlas aquí. Hoy os traemos la entrevista publicada ayer, día quince, en El Diario Montañés. Raúl vuelve a mostrar abiertamente su amor al teatro por encima del resto de opciones, y hace gala, como siempre, de ésa timidez que le caracteriza.

¡Que la disfrutéis!

Raúl Fernández de Pablo, actor madrileño que cuenta ya con una notable trayectoria teatral, no estaba acostumbrado a que le abordasen por la calle. El teatro no tiene ese efecto masivo que da la televisión y su personaje de Fermín, el cocinero infiltrado cuyo oficio es una tapadera en 'El internado', ha ido creciendo en la serie de Antena 3 y ganando popularidad, una situación nueva para él. Fermín cerrará hoy una de las principales tramas del fin de temporada de la serie de Globomedia, pero el intérprete no para. Sigue vinculado a una empresa teatral de prestigio, La Guindalera, con la que estrenará la obra 'Molly Sweney', sobre el caso de una mujer que recupera la visión. La serie protagonizada por Luis Merlo y Amparo Baró ha trasladado este último episodio a hoy, en una competitiva noche en que se enfrenta a 'Gran hermano'.

Su personaje tiene un protagonismo especial en este fin de temporada. Parece que quiere tomarse la justicia por su mano.
Quiere arreglar cuentas con su pasado, con algo que le atormenta, y solucionarlo para poder seguir avanzando. A Fermín lo contrataron para cumplir una misión diferente, encontrar joyas y arte escondidas, un tesoro oculto en el entorno del internado, con tal de salvarse de la cárcel. Pero tirando de la madeja descubre asuntos que tenían que ver con su pasado personal, con su padre. En este último capítulo, por el detalle de un anillo ya sabe quién es el asesino de su padre.

Se están enredando demasiado el misterio de la serie. A poco que el espectador se salte algún capítulo se pierde en las tramas.
Es cierto. Este tipo de series buscan enganchar al público dejando en 'stand by' el final de cada capítulo para que tengas que ver el siguiente. Para eso tienen que abrir muchas líneas argumentales porque si no se acaba el misterio. Los guionistas tienen que hacer encaje de bolillos. Pelean mucho para conseguir historias ingeniosas y que todo quede atado.

El día que se descubra el misterio de La Laguna Negra se acabó la serie.
Sí, a no ser que decidan hacer una segunda parte, una historia diferente.

¿Se ha orientado la serie hacia los adolescentes, principalmente?
Eso parece. Las tramas de los adolescentes han tomado fuerza y es lo que mantiene en vilo a la audiencia. Una gran parte de la audiencia es público adolescente, aunque se abarcan más edades.

Fermín ha tomado protagonismo esta temporada. ¿Seguirá creciendo el personaje en la siguiente tanda?
No lo sé porque, se cuidan bastante en darnos información sobre lo que va a suceder. Lo mantienen en un alto secreto. Pero lo cierto es que el personaje fue tomando cuerpo. Nació como secundario y se vio que tenía fuerza esa trama de acción y aventura que él representa.

Las series están descubriendo a actores que tienen una trayectoria teatral, pero son desconocidos para el gran público.
Sí. La televisión ofrece ese escaparate social para gente que, como en mi caso, no teníamos. Al mismo tiempo también da oportunidad a gente muy joven que se está formando. En el teatro, la situación es más flexible, hay pocos papeles para jovencitos y no es raro que, en todo caso, los den vida actores de más edad. La televisión ofrece esa oportunidad de acceder a un tipo de proyectos que, si no estás en el medio, es difícil que puedas alcanzarlos. Entras en la bolsa de trabajo. Pero eso tiene sus pros y sus contras.

¿Cuál es la parte negativa?
Que te reconozcan por la calle, la fama. Al principio es novedoso, excitante, pero llega a ser molesto en ciertas situaciones, porque estás tomando una caña con tus amigos y no te apetece dar cuentas a los demás de la serie o de Fermín. Yo soy muy celoso de mi intimidad, además de bastante tímido, pero hay que lidiar con ello porque son gajes del oficio.

Usted ha trabajo mucho en el teatro. Los actores dicen que ha revivido la escena, que la gente está deseando ver historias en vivo.
Sí. Estamos inmersos en un mundo donde lo audiovisual tiene mucho protagonismo, como lo efectista y lo que entra por los ojos, algo muy diferente al teatro, que crea una comunicación y una atmósfera especial que se traslada al patio de butacas. El público agradece esta experiencia. El teatro tiene un elemento que le hará no morirse y es la imaginación, un arma más poderosa que mil imágenes. Está resurgiendo con un amplio abanico de posibilidades.

La guerra por las audiencias

Lo primero que quiero hacer es pedir disculpas anticipadas por salirme un poco de la temática habitual del blog con mi siguiente artículo, puesto que en esta entrada no va a haber ninguna referencia a Raúl Fernández más allá de la que acabo de hacer. Este pequeño paréntesis temático es culpa de mi indignación por “el baile de programas televisivos” al que todos los espectadores estamos forzosamente invitados esta semana. Este juego tan insensato que han ideado me produce la necesidad de protestar, especialmente porque El internado, serie de referencia para la mayor parte de los seguidores de este blog, ha optado por participar en él. Y es que su último capítulo de temporada se emitirá el jueves 15 a las 22.30 horas en lugar del miércoles, día de emisión habitual para la serie.

Bien es sabido que la competencia entre los diferentes canales televisivos es atroz. Los programadores se reúnen en sus despachos y estudian cuidadosamente donde colocar su serie/programa de éxito para poder asestar un golpe de efecto a la serie/programa de la cadena rival. Todo este proceso, bien gestionado, podría llegar a suponer una gran ventaja para los consumidores de televisión; al fin y al cabo la competencia es algo natural, y asumiendo como cierto el dudoso principio de que el espectador medio es un ser inteligente, la competencia puede llegar a ser hasta sana, pues supondría una especie de “selección natural” de los mejores programas, que llevaría a conseguir una televisión de calidad.

Es obvio que en la práctica lo que ocurre es muy diferente a esta situación tan ideal. Como muestra un botón. La semana pasada Telecinco trasladaba su reality estrella Gran Hermano a la noche del miércoles para ponerlo a competir con El internado. La jugada no le salió del todo mal a Telecinco; Gran Hermano consiguió ganar en audiencia y en share a la serie de Antena 3. Esta circunstancia viene a desmontar el supuesto planteado anteriormente, al demostrar “científicamente” la escasez de vida inteligente detrás de las pantallas del televisor; o al menos abre la puerta a un nuevo estudio que trate de encontrar la razón por la que el espectador medio se sienta frente a la televisión en un estado de singular “aborregamiento”.

El golpe a la serie no fue ni mucho menos letal, puesto que El internado consiguió rondar en torno a su media de espectadores de todas las temporadas. A pesar de ello en los despachos se decidió que la serie, que si no me equivoco lleva tres temporadas emitiéndose los miércoles, se trasladaba en el último episodio de su cuarta temporada a la noche del jueves. Sorpresa generalizada entre sus seguidores. Mientras tanto en Telecinco marean la perdiz con innumerables reubicaciones de Gran Hermano, hasta que al fin trasladan su reality al jueves para que vuelva a hacer compañía a El internado en la parrilla, tras comprar por sorpresa el partido de Copa Barça-Atlético de Madrid de este miércoles, pasándose por el arco del triunfo la ley que obliga a anunciar los cambios de programación con al menos 3 días de antelación. De este modo, las tres últimas “galas” (así las llaman los responsables del show) de Gran Hermano se han emitido en tres días de la semana diferentes. Si yo fuera la Milá exigiría sumar a mi sueldo un plus de disponibilidad por tener que estar pendiente cada semana del día en que debo ir a currar. Este cambio, unido a los malos resultados de audiencia de la cadena en el último mes, provoca en Telecinco un efecto dominó, de modo que programas anunciados para un día en concreto se mueven de sitio estratégicamente a fin de arañar puntos de audiencia y putear a los canales vecinos tanto como se pueda.

Con todo esto quedan impepinablemente demostrados dos hechos:
El primero es que la competencia entre cadenas no siempre favorece a la calidad de los productos. Bajo mi punto de vista, no se puede poner pegas a esta circunstancia, puesto que al fin y al cabo lo que tenemos en el panorama televisivo es lo que libremente nosotros elegimos entre las ofertas que se nos hacen.
El segundo hecho es que la competencia entre canales, tal y como la entienden algunos, deriva en una falta de respeto absoluta hacia los espectadores, a los que “hacen la picha un lío” con tantos cambios que ya no saben que día se emite ese programa o serie que tanto los entretiene. Así, los telespectadores, que con su apoyo son los que hacen triunfar un proyecto, acaban siendo los máximos perjudicados de esta batalla campal. Sólo espero que luego nadie se lleve las manos a la cabeza cuando cierto porcentaje de esos fieles espectadores, les retire su apoyo, o decida buscar otras fuentes menos legales pero más seguras de poder disfrutar de su serie o programa.

El internado desde el otro lado del charco

Hoy tenemos el honor de contar con una colaboración muy especial en el blog. Se trata de Nicole, nuestra seguidora recién incorporada desde Estados Unidos. Nicole ha querido contarnos como se enganchó a una serie netamente española y darnos su visión personal de ella. A estas alturas no hace falta que os diga que la serie a la que me refiero es ni más ni menos que El internado.


Eso de desarrollar una pasión por una serie televisiva no es algo que me ocurra con frecuencia. De hecho, sólo me ha pasado 3 veces en la vida. Y, por pasión, me refiero a ese gusanillo que te recorre el estómago mientras esperas ansiosamente la retransmisión del próximo capítulo de tu serie favorita. Es una sensación especial, difícil de describir, como una montaña rusa de la cual es difícil bajarse una vez que se pone en marcha. Una sensación que he intentado recrear muchas veces con innumerables series, pero claramente imposible de forzar. ¿Será cosa del destino?

Y, es que, uno no puede elegir ese tipo de serie. Es “ese tipo de serie” el que te elige a ti.

Fue seguramente por una jugada del destino que el DVD de la primera temporada de El Internado cayese en mis manos el pasado junio tras hacer un largo viaje intercontinental hasta llegar a Estados Unidos. Con la excusa de practicar el castellano, decidí que la mejor forma, la más entretenida, sería viendo la televisión en español.

“Qué bien” pensé cuando vi la portada. Había elegido El Internado por encima de otras muchas recomendaciones. Será porque me va el morbo y el misterio. “En cuanto tenga un rato la veo, vaya a ser que se me olvide el castellano.” Y la cosa quedo ahí durante el resto del mes, hasta que una tarde de tormenta en julio, sin tener nada mejor que hacer y con muy pocas ganas de salir a la calle, metí el DVD en el ordenata y me puse a “practicar”.

Lo primero que me vino a la mente, fue: “¡Qué raro se me hace oír el acento español, pero qué bonito es!”. Lo segundo fue: “Una serie española de misterio… ¡Lo que inventan!” (Vale, lo admito. Fui algo esnob en mis pensamientos, y empecé a ver la serie con un ojo bastante escéptico).

Así que, tirada en el sofá con el portátil encima (bendita tecnología que me permitió poder ver un dvd en sistema PAL), me fui metiendo poco a poco en la serie.

Al parecer iba de unos chicos que descubrían unos pasadizos en un internado perdido en el “culimundi”. (Típico, y aun así…)

Me intrigó...

Luego el director y la limpiadora parecían tener un buen rollito tipo romance imposible. (¡No me matéis, Fermarías!)

Me interesó…

Al final del episodio, el cocinero va y saca una pistola de su armario. (Whaaaaa…?)

Me enganchó.

Lo que comenzó como una sesión para evitar perder un idioma que dominaba sin problemas en mi infancia, se fue convirtiendo en una bombona de oxígeno para una mente ya cansada de aburridos reality shows, sitcoms sin gracia y dramas con poco gancho. Una vez más, una serie me había elegido, y por primera vez, el producto no era americano.

Tardé un fin de semana en verme todos los episodios de la primera temporada, y cuando terminé, me pillé un cabreo fino. Pero… ¿seis capítulos nada más? ¡No puede ser! ¿Qué les pasa a estos españoles? ¿Dónde están mis 22 capítulos reglamentarios? (Pánico) ¿Ya le han dado el hachazo? (Término que se utiliza aquí en EEUU para indicar la cancelación de una serie – “given the axe”) ¡No puede ser! ¡Exijo más episodios!

Y como todo “menda” con un teclado y acceso a la World Wide Web, me puse a indagar qué es lo que estaba pasando con esta serie que tan profunda e inesperadamente me había calado. En mi búsqueda encontré dos hechos interesantes. El primero, que la serie iba por la tercera temporada (y yo iba a encontrar esos capítulos por Internet aunque fuese lo último que hiciese). El segundo es que la Fox estaba interesada en adaptar la serie en EEUU.

¡Vaya hombre! De todas las cadenas que podían haber puesto el ojo en la serie, tuvo que ser Fox. El detalle me dejo algo chafada. Veréis, aquí Fox tiene la reputación de ser bastante cabrona con las series emergentes. Si no adquieren una base importante de seguidores desde el principio, es rara la serie que sobrevive hasta la segunda temporada. Yo ya ni me molesto en ver nuevas series en esa cadena. Si llegan a la cuarta temporada y vienen bien recomendadas, a lo mejor las pillo en dvd.

Y después de esa decepción inicial, me lo pensé mejor. ¡Ni de coña iban a poder recrear aquí el encanto que posee El Internado! Porque les conozco, y porque hay ciertos matices culturales que son intransferibles. (Bueno, a lo mejor si fichasen a Raúl… ¡je, je!)

Hablando de los actores de la serie, he de reconocer que fue una agradable sorpresa descubrir el talento de la mayoría de ellos. Yo no conocía a ninguno, por muy famosos que fuesen en España (obviamente, ya que me pillan un poquillo lejos). Ahora que los conozco por nombre, creo que Amparo Baró es un pedazo de actriz. Entre mis favoritos en la serie también constan Luis Merlo, Marta Torné, Natalia Millán, Yon González (con diferencia entre los jóvenes, aunque Blanca Suárez también lo hace bastante bien) y por supuesto, Raúl Fernández (¡amos, que no falte!).

Una de las cosas más entretenidas e interesantes de la serie fue ver la evolución del personaje de Fermín. Al principio yo creía que iba a ser el típico alivio cómico, que llamamos (comic relief). Algo que no debe faltar nunca en toda serie que se aprecie. En el transcurso de la serie, sin embargo, vimos como el personaje iba oscureciendo hasta convertirse en uno de los enigmas más intrigantes de la historia. Fue una gran labor de “casting” el entregarle el papel a Raúl Fernández, quien con una simple mirada, y sin decir palabra, puede transmitir tantos sentimientos. Pocos actores han llegado a convencerme hasta el punto que él lo ha hecho, (y estoy incluyendo el desfile de actores americanos en las series que pillo al vuelo aquí en EEUU).

¿Creo entonces en el destino? Fueron tantos los factores que intervinieron para que la serie llegase a mis manos, que empiezo a dudar que los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor ocurran al azar. Y bueno, aquí me tenéis ahora al filo de mi asiento esperando con ese cosquilleo típico el ultimo capitulo de la temporada y tratando de expresar, con frustrantes esfuerzos en este idioma, lo emocionante que es subirse a esta montaña rusa una vez mas.

De lo que sí estoy segura es que para la magia y el talento no existen fronteras.

¡Felicidades Raúl!



Felicidades por tu cumpleaños.

Felicidades por un año lleno de éxitos, fruto de una extensa trayectoria que va mucho más allá del personaje que te ha dado a conocer.

Felicidades por tu talento, ése que se desborda en cada personaje del que te adueñas. Ése que llora en los ojos del dolor intratable de Fermín, que ilumina la pasión de Frank, que dota de dulzura la torpeza de Antón y de fuerza la impulsividad de Treplev, que contagia la inocencia de Andrew.

Felicidades por tu humildad, la que te hace sentirte más lleno que nunca dándolo todo delante de ochenta personas en la sala Guindalera. La misma humildad que te hace tener siempre una palabra amable para nosotras.

Desde aquí, te deseamos un año lleno de trabajo, que es lo que a ti te gusta. Con eso nos conformamos…

Cortinilla y Cambio de horario

Más noticias.
No acostumbramos a subir al blog los vídeos promocionales de la serie, más por falta de tiempo que por otra cosa. Pero la de esta semana nos gusta tanto, es tan brutal, y sitúa la cosas de tal forma en la trama de la serie, que no nos hemos podido resistir.

Por otro lado, parece ser que esta semana, el capítulo final se emitirá en jueves, y no en miércoles como se ha venido haciendo hasta ahora. No entendemos muy bien el cambio y nos parece más bien absurdo jugar a despistar así a la audiencia, pero bueno, ellos que entienden de programación, contraprogramación y estas cosas, con su pan se lo coman.

Vídeo cedido por samureta. ¡Gracias!

Breves buenas noticias.

Un par de noticias frescas desde Guindalera.

Primero, “Molly Sweeney”, que estaba programada hasta el día seis de enero, se prorroga. Parece ser que el éxito de público y crítica ha dado sus frutos, y durante todo el mes de enero, se puede seguir disfrutando de la obra todos los viernes, sábados y domingos en la sala Guindalera a las 20 horas.

Por otro lado, en la web oficial de Guindalera se anuncian dos nuevos proyectos:
“El joven Peer Gynt” de Henrik Ibsen, para marzo; y para abril, “Historia del soldado” de Ramuz/Stravinski.

Aunque no hay alusión alguna a quien protagonizará dichas obras, es de suponer que Raúl esté en una de ellas, teniendo en cuenta las fechas y el vínculo que une al actor con la compañía.

Seguiremos informando si hay novedades al respecto. ;)

Aparte de todo esto, estamos intentado publicitar el blog más allá de nosotras mismas, pero está resultando una tarea tremendamente difícil, probablemente debido, en gran medida, a lo torpes que somos para estos temas. Si alguien quiere echar una mano, ya sea publicitando, enlazando desde su sitio web, haciéndose seguidor, cualquier cosa, os lo agradecemos eternamente. 

Crónica de un regalo extraviado (II)


13 Diciembre 2008.
Después de cientos de conflictos internos, Jessica termina de montar el vídeo, que parece de una profesional, con créditos finales incluidos. Y además (hoy se sabrá públicamente) también se grabó a si misma bajo el título “Una hecmaría amenazada”, porque aunque le guste hacerse la dura, ella también se halla bajo el llamado “efecto Raúl”. :P
Y aquí tengo que hacer un inciso, porque aunque es prácticamente imposible explicar con palabras lo que sentí al verlo, sí que puedo decir que fue una experiencia brutal veros a todas, en movimiento, recitando vuestra parte. En serio.

14 Diciembre 2008.
Forna crea las portadas para el CD de los archivos secretos fermarías y para el libreto del blog.

17 Diciembre 2008.
Vampi envía la caja a Forna para que ésta se la pueda entregar, junto con Carol, el próximo día 21. El momento se acerca…

18 Diciembre 2008.
El paquete no ha llegado. Claro, es normal.

19 diciembre 2008.
El paquete no ha llegado. Bueno, quien dice 24 horas, dice 48, ¿no?

20 Diciembre 2008.
El paquete no ha llegado. Así que nuestro sueño se frustra en cierta medida. Forna graba el DVD con los archivos secretos y se los lleva a ver Molly Sweeney, aunque finalmente Carol y ella deciden no entregárselo. Le cuenta a Raúl por encima lo ocurrido y él (que es un encanto, todo sea dicho) le dice que pase el lunes por la sala Guindalera, cuando él va a ensayar, y se lo de entonces si el paquete ha llegado.

21 Diciembre 2008.
Remanso de paz. Forna y luna traen la crónica de Molly Sweeney que pudisteis leer en este blog, También nos cuenta que Raúl es un encanto, que es muy amable, un chico muy de a pie, y nosotras pasamos el día nadando en nuestras propias babas, sin pensar en que el lunes, en teoría, se debe hacer el segundo intento de entrega.

22 Diciembre 2008.
El paquete tampoco ha llegado.
Acojone generalizado. Vampi llama a Correos. Forna va a Correos. Nadie sabe nada. No hay ningún paquete. Salió de Santander, pero nadie sabe si llegó a Madrid. Nos cagamos en la Administración Pública. En Madrid nos dan a entender que el regalo ha sido robado. Feliz Jodida Navidad.

Tomamos la salida de emergencia. Parchis envía a Forna la carta que escribimos y que está dentro del paquete (escrita a mano, claro) para que la imprima y se la de junto al DVD de los archivos secretos fermarías. Por la tarde, Ana se encuentra con Raúl en la sala Guindalera.
No creo que haga falta hablar demasiado de la impresión que Ana se trajo a la vuelta. Que es encantador, que se reía, que apenas se lo creía y que le sorprendió que conociéramos su trabajo al margen de El Internado. De todas formas, a estas alturas, lo más gráfico es remitiros a las fotos que acompañan a este post. Su cara mientras leía la carta, creo que lo dice todo.



Y para terminar, un vídeo. La mayor hazaña fermaría desde que existimos como agrupación oficial. :P

Preparar un regalo de este tipo: Unos cuantos euros por cabeza.
Discutir con otras Fermarías: Los dos euros de la caja de aspirinas.
Esperar que todo salgan bien: Dos Padres Nuestros y un Ave María.
Escucharle decir tu nombre: No tiene precio.



El vídeo e imágenes que acompañan a esta entrada pertenecen a Fornarina y a este blog, por lo que no está permitido sacarlas de aquí sin el consentimiento expreso de las administradoras.

Crónica de un regalo extraviado (I)

Extraviado:
1. Dícese de aquel o aquello que ha perdido el camino.
2. Perdido.
3. Dícese de aquel o aquello que ha abandonado el rumbo que había empezado para tomar otro distinto, generalmente peor.


Noviembre 2008.
Dos fermarías, mentes pensantes insignes de la webforo, se hallan sumidas en plena conversación trascendental. De repente, una comenta que en enero es el cumpleaños de Raúl. ¿Y si le hacemos un regalo? La otra no se lo piensa. ¡Pues claro!

Ése mismo día, por la tarde.
El resto de fermarías son informadas del proyecto, que todavía no es nada. Todas apoyan la moción con alegría y buena disposición. Así se empieza a gestar lo que será la mayor ofensiva fermaría al territorio Raúl desde que existimos sobre la faz de la tierra.

Finales de Noviembre. 2008.
Se decide que el regalo consistirá en una cajita que incluirá: los artículos escritos hasta ese momento en el blog encuadernados en plan dossier, el fanfic que escribió una que no voy a nombrar también encuadernado, y un vídeo en el que cada una de nosotras le mandaría una felicitación personal.
La emoción nos embarga y la idea del vídeo involuciona hasta derivar en una especie de archivos secretos fermarías, en la que cada una de nosotras habrá de grabarse de acuerdo a un guión.

2 Diciembre 2008.
Por petición fermaría, Forna nos abre un hilo oculto en la webforo donde podamos debatir nuestros avances y progresos en la materia.

3 Diciembre 2008.
Mientras parchis va dando formato a los artículos del blog y pasando a Word, Ali amenaza con participar en él.

5 Diciembre 2008.
El guión toma forma y las fermarías se reparten la tarea. Como nos negamos a colgar el vídeo en ninguna parte, me tomo la libertad de publicar las partes de cada una, para que quien no lo ha visto, se pueda hacer a la idea. Para ayudaros a meteros en situación, aclaro que todas debíamos ir vestidas de oscuro, estar sentadas frente a una mesa con cara de circunstancias y, a ser posible, con una luz tenue apuntándonos a las caritas.
A saber:

Escarlata
Me encontré sumida en un laberinto de amor. Ya no sabía lo que quería.
Estaba perdidamente enamorada, pero no podía decidirme.
Carlos, Fermín, Antón, Frankie, Treplev… Les amaba a todos por igual…
Y a ellas les pasaba lo mismo.
Parchis
Es cierto, me retiraron el carné de la biblioteca. Antes leía mucho ¿sabe?
Pero un día empecé a odiar a los clásico, sobre todo a Shakespeare.
(escena “Odio a Hamlet”)
Me planté en la biblioteca y lo grité. ¡Odio a Hamlet! ¡Odio a Hamlet!
¡Panda de incultos! Me tomaron por loca…
Vampi
Le digo, y le repito, que no me llamo Carmen , me llamo María.
Me llevaron al psiquiátrico por quemar el puto museo del prado y todas las obras de arte que había dentro en un enorme acto de amor (escena quema del cuadro).
Allí las conocí, y ahí empecé a ser yo misma…
Lau
Ahí fue lo del muñeco hinchable, sí.
Oh, no, no piense mal, por favor.
Sólo quería practicar con él mis últimos conocimientos en medicina. Sabía que cualquier día, él podía necesitarme. Para sacarle una bala, curarle una herida, inyectarle un antídoto, …
Se metía en muchos líos, sí, pero creo que por eso me gustaba tanto…
Chiqui
¡Sí, sí, compré el propatenol catorce!
No me tome por loca, sabía muy bien lo que hacía…
Mi objetivo era bien sencillo. Había que envenenar a aquella panda de hecmarías aburridas y clasistas…


6 Diciembre 2008
Se decide que sea Jessica la que monte el vídeo, y añadir además al paquete una carta escrita a mano que no vamos a transcribir para que esto no se convierta en la historia más larga jamás contada. :P

9 Diciembre 2008.
Parchis me manda su parte grabada.
¡La quiero!

11 Diciembre 2008.
Forna nos cuenta que irá en breve a ver Molly Sweeney, el mismo día que irá también Carol (luna), a la que conoceréis de este blog. Así que decidimos que sean ellas las que se lo entreguen.
Vampi se pone con la encuadernación de los artículos y del fic.
Estamos al borde del ataque.

(Continuará…)

Molly Sweeney encandila a la crítica

El mes de diciembre se fue rebosando buenas críticas para Molly Sweeney, la obra teatral en la que Raúl Fernández se encuentra inmerso actualmente. Y es que no sólo la crónica de Ana y la crónica de Carol, habituales del blog que tuvieron la oportunidad de asistir a una de sus representaciones, estuvieron plagadas de elogios para el montaje teatral, sino que los profesionales se deshacen en halagos para la obra, para la dirección y para sus protagonistas.

Un ejemplo de ello es la interesante crítica que Gordon Craig publicaba el 16 de diciembre en el medio digital Soitu.es que os dejamos a continuación:

TEATRO. Molly Sweeney. "La identidad fracturada".


Cuán lejos está Molly del protagonista de En la ardiente oscuridad de Buero Vallejo. Y es que a diferencia de Ignacio, que no se resigna a aceptar su ceguera porque la considera una tara física, Molly Sweeney, invidente como él, parece haber asumido sin reservas esa condición y se ha construido un universo pleno, una identidad diferenciada, autónoma, que la permite ser perfectamente feliz. Así se nos muestra desde la obertura de la pieza, jubilosa, segura de sí misma y llena de entusiasmo y energía en la rememoración de su infancia y aprendizaje al lado de su padre en un impresionante monólogo que constituye toda una celebración de la vida y de la naturaleza.

El conflicto, empero, surge cuando irrumpen en su vida Frank, con el que se casará de inmediato, y el doctor Rice, otrora famoso cirujano que ha venido a establecer su consulta en el perdido pueblecito que ha visto crecer a la dulce Molly, y que se empeña, para satisfacer su -como él dice- “insana fantasía de médico”, en operar a la joven. Porque ¿por qué tendría ella que operarse? ¿No había interiorizado plenamente la realidad a través de sus otros sentidos y se había fabricado un mundo a su medida en el que cada cosa estaba en su lugar? ¿Es sólo condescendencia con los deseos de su marido, o acaso sueña, como Ignacio, con el hermoso espectáculo de la luz de un cielo estrellado, con abrir una nueva puerta al misterio de la naturaleza?

La obra no proporciona respuestas a todas estas preguntas aunque nos permite acceder al complicado proceso de toma de decisión de Molly y conjeturar la titánica lucha interior de la protagonista antes de ceder a las sugerencias de Frank y del doctor Rice para que se someta a la operación. ¡Qué espléndida manifestación de su rebeldía la virulencia y el frenesí con los que se entrega a la danza tradicional irlandesa en la fiesta que se organiza en su honor la noche antes de ser internada en la clínica! Y nos permite, también, vislumbrar la alegría momentánea, efímera, de su ingreso en el mundo de la luz y de las formas, y las primeras dificultades para atribuir un sentido a las imágenes que la inundan, que la aturden; y la frustración, después; y el pavor del exilio de su universo anterior y la desolación por la nostalgia, ... y la locura de una identidad fracturada.

Para relatar esta historia Brian Friel se sirve de una hábil traslación al teatro del estilo indirecto narrativo y lleva hasta sus últimas consecuencias la técnica perspectivista. Consigue así, desde esa multiplicidad de puntos de vista, enriquecer la percepción que los espectadores tenemos de los personajes y del conflicto, a la vez que provoca un raro efecto de extrañamiento que convierte la recepción en una suerte de proceso analítico sumamente estimulante. Se trata de un juego muy sutil al que el director los actores han sabido sacar todo su partido, o sea, todo su potencial dramático. El director, porque sin su talento para descubrir las líneas de fuerza de este texto complejo y deslumbrante y su rara morfología el montaje no habría sido viable. Los actores por su sensibilidad para captar y transmitir su atmósfera íntima y familiar, sus pizcas de humor, su fina ironía y su elevado vuelo poético, además de encarnar, naturalmente, cada uno de ellos a caracteres funcional y temperamentalmente muy diferentes.


Y no hay reservas en la valoración de estos tres consumados intérpretes, sólo admiración y gratitud porque su trabajo es espléndido, sobre todo el de la protagonista, María Pastor, en un papel que parece hecho a su medida. Ya hemos dado cuenta en párrafos precedentes de algunos momentos particularmente brillantes de su actuación, pero su trabajo no se agota en ellos sino que ilumina, en cada escena, con la modulación de su voz, con sus manos prodigiosas, con los imperceptibles cambios de su respiración anhelante o sosegada, cada uno de los rincones de la mente lúcida y perspicaz y del corazón noble y generoso de Molly Sweeney. Raúl Fernández compone a un pintoresco, vital y entrañable Frank, aturullado, vehemente, parece tener averiado el mecanismo de orientación de su sentido práctico, porque se embarca en inverosímiles aventuras destinadas al fracaso, entre ellas, su bienintencionado empeño en que Molly recobre la visión. José Maya encarna a las mil maravillas al doctor Rice, una vieja gloria de la medicina ahora venido a menos; es un tipo correcto y atildado que vive vuelto al pasado, aferrado a la nostalgia y aceptando a duras penas su derrota; le obsesiona la idea de redimirse de su fracaso, para lo que no dudará en utilizar a Molly.

Fuente


Y pongo otro ejemplo. Aún a riesgo de hacer esta entrada prácticamente interminable (creo que con ésta bato record), no me resisto a dejar un pequeño extracto de la crítica que Rafael González Tejel realizaba en la guía de ocio lacallemayor.net el día 26 de diciembre, en el que habla de las interpretaciones de los tres actores.


Cuando se descubren las consecuencias que la operación ha dejado en Molly la obra no desfallece. Ya está completamente solidificada, lista para exprimir todo su significado, para dejar volar el lirismo que impregna cada uno de los monólogos, tajadas de textos que se dicen y se sienten por actores, los tres, de oficio. Esa es la palabra. Cada uno se aventura por los derroteros técnicos que exige la compleja personalidad de su personaje. María Pastor se lleva la mejor parte con una interpretación magnética. Es una Molly que exterioriza todo lo que le pasa por dentro. Necesita hacerlo ante la convulsión provocada por un amor fulminante, el proceso preoperatorio y su desenlace. Raúl Fernández
lleva a Frank al otro lado del escenario, joven atolondrado que no ha hallado el sitio que le corresponde, lleno de tantas buenas intenciones como temeroso de asumir responsabilidades. La seriedad la pone el doctor Rice, otro rol afilado el construido por Fiel y trabajado con solvencia por José Maya. Una terna que ilumina al arrebatador personaje central y que constata que el éxito, como concluye el actor José Sancho en las memorias que acaba de publicar, ‘Bambalinas de cartón’, se mide por lo a gusto que uno está con su vida y no por lo lejos que haya llegado.

Fuente

Crítica y público coinciden, Molly Sweeney engrandece el género teatral. Y lo mejor es que aún se puede disfrutar de ella durante unos pocos días más; hasta el 6 de enero está en cartel en la sala de teatro de La Guindalera.