Cuenta atrás para la vuelta de El internado

Y es que por fin tenemos fecha definitiva para el regreso de la serie. El próximo lunes 6 de septiembre, podremos asistir en Antena3 al comienzo del fin de la que ha sido nuestra serie de cabecera (y la que más dolores de cabeza nos ha producido) durante los últimos tres años.

Como la vuelta es inminente, tenemos nueva promoción que anuncia a bombo y platillo los siete últimos capítulos de El internado. Podéis ver aquí tan ansiado (a pesar de que una vez más han decidido obviar a nuestro cocinillas) vídeo.
Además, recién salido del horno, un nuevo anuncio en el que sí podemos ver a nuestro Fermín. Aguzad la vista y pinchad aquí.

Aunque a nosotros, sufrientes pero fieles espectadores, todavía nos quedan unas cuantas horas de internado que disfrutar, los actores parecen haber completado ya este capítulo de su vida laboral, y éstos son los agradecimientos y las despedidas que dedican a los seguidores de la serie en general, y a los suyos propios en particular.

Las fermarías, que hemos vivido El internado de manera casi tan intensa como sus actores, no podíamos ser menos que ellos, y nos hemos puesto manos a la obra para elaborar nuestro propio adiós a la serie. Pero, ¡eh, somos fermarías!, y ya podéis suponer que la nuestra no va a ser una despedida al uso, sino que estará marcada con nuestro sello personal xD. El viernes, si todo sale según lo previsto, podréis ver aquí, en primicia, la penúltima (lo de última suena demasiado triste) locura fermaría ;)

Temp. 2. Fermín, el ambiguo. (II)

El nuevo contacto.

Tras el paréntesis de la bala, una llamada al móvil de su nuevo contacto devuelve a Fermín al epicentro de la investigación, citándole dentro de una hora en el bosque.

Pero nuestro cocinillas, hombre desconfiado hasta la saciedad, no tiene claro que se trate de un enviado de la Organización, por lo que le apunta con su pistola a la espalda, le encierra en la cuadra y le golpea repetidamente mientras le pregunta quién le envía.
Hay que reconocer que su relación no empezó demasiado bien.

Ajena a lo que ocurre en el bosque, Jacinta le dice a María en la cocina que a ella Fermín le cae bien, a pesar de que sea un tipo simplón y sin dobleces.
¿Qué decíamos de la ambigüedad?

El contacto, con cara de apático desconcierto, pasa la noche atado en las cuadras y a la mañana siguiente, Fermín parece no haber recapacitado y vuelve a ponerse en plan macho implacable, diciéndole que tendrá que matarle. Pero ya empezamos a sospechar que este buen hombre no mataría ni a una triste mosca, y cuando le tiembla el pulso y se da cuenta de que jamás podría apretar el gatillo, decide darle otra oportunidad.

Mala idea, ya que propiciará que el contacto escape, le golpee y le meta dentro de un maletero para llevarlo ante El Viejo, provocando una angustia difícilmente soportable entre los ya declarados pro-ferministas.

Eso sí, antes de ser trasladado ante el gran juez (y volver a dejarnos otra semana pendientes de su salud), Fermín tiene tiempo de mandarle un mensaje a María al móvil, diciéndole que le gustó dormir con ella a pesar de que ronque como una condenada. María sonríe como yo cuando tenía nueve años y el niño de mi clase que me gustaba me escogía para jugar en su equipo en el recreo.

En su encuentro con El Viejo, el contacto aprovecha para tomarse la revancha y golpea a nuestro Fermín sin compasión. Luego, el jefe le dirá que está fuera de la investigación y que no va a volver al internado. Una llamada de María mencionando el balazo previo empeorará aún más la situación. Sólo la promesa de abrir la caja fuerte del cuarto de Alfonso supone una nueva oportunidad para nuestro cocinero. La mala noticia es que sólo tiene una semana para obtener resultados.

De vuelta al internado.

El plan era sencillo. Sólo tenía que copiar el relieve del anillo de Alfonso, llave de la caja fuerte, en posesión de Marcos. Y hay que reconocerlo. El chaval no ha sido nunca una lumbrera así que no se suponía una misión complicada.
Fermín se cuela en el baño de los chicos y consigue una copia del anillo mediante ¿plastilina?. El problema aparece cuando al abrir la caja fuerte, los chicos, siempre un paso por delante en la investigación, ya se han llevado su contenido, por lo que tiene que conformarse con copiar los símbolos grabados en la puerta.

Un oportuno encuentro con María en la cocina le dará un nuevo giro a sus pesquisas, cuando ella ve los símbolos que Fermín copió en un papel y le dice que ha visto uno muy parecido en el armario de su habitación. Esa noche, con nocturnidad y alevosía, él consigue desmontar el mueble mientras ella le observa en la penumbra.
Tras las maderas, pronto descubriremos que se halla la primera parte del Tríptico de la Epifanía de El Bosco. ¿Un cuadro? Este hombre nunca dejará de sorprendernos.

El Tríptico, María y el Polo Norte.

La traca final de esta magnífica segunda temporada arranca con Fermín de vuelta a las tareas de laboratorio, con sus líquidos extraños y sus luces ultravioletas, analizando con mimo el fragmento del cuadro que encontró en la habitación de María. Ella, por su cuenta y muerta de curiosidad, trata de descubrir algo más, después de autoinculparse ante Jacinta de la rotura del espejo del cuarto. Parece que le va cogiendo el gusto a esto de hacer de tapadera…

Por su parte, Fermín registra el internado habitación por habitación, palmo a palmo, tratando de encontrar las otras dos partes.
Será de nuevo un encuentro con María quien le conduzca hasta lo que busca.

En el pasillo, ambos se encuentran y María nos ilustra sobre el cuadro: desaparecido en 1939, con un gran valor económico. Fermín se siente acorralado y le pide que baje la voz, pero ella le amenaza con contárselo a Héctor, dando lugar a una escenita de celos que ríete tú de la novela romántica anglosajona. De repente, a nuestro cocinero, tan frío siempre, le da un aire y coge a María por el cuello, sugiriéndole con sus diplomáticas formas que no hable del tema con nadie. Eso ha estado muy feo.

Fermín se queda solo y algo acongojado en el lugar donde encontrará la segunda parte del cuadro, un fragmento de pared donde se proyecta el segundo símbolo hallado en la caja fuerte.

Entre registro y registro, un interesante encuentro tiene lugar en el penúltimo capítulo de la temporada, cuando el policía encargado de investigar la desaparición de la jueza se cruza con Fermín en el pasillo y le llama por su verdadero nombre. El susodicho opta por la ley del despiste y se va por Peteneras, pero María, que ha observado la escena, pone una cara de curiosidad morbosa inenarrable.

Una curiosidad que nos conduce, sólo unos minutos después, a una de las más bonitas escenas entre Fermín y María. Ella se presenta en la cocina y se pone terca, le llama Carlos y le recrimina de nuevo que no le haya contado la verdad cuando ella no ha tenido secretos para él. Fermín le recuerda que no le ha hablado de su historia con Héctor y ella le da la razón, pero insiste en que quiere ayudarle.
Algo empieza a moverse dentro de Fermín, que termina pidiéndole perdón y confesándole que la quiere más que a nada en el mundo, y no quiere hacerle daño.
Y cuando el mundo parecía un lugar espléndido, aparece Héctor y mi paciencia empieza a agotarse.

Volvemos a la cruel rutina cotidiana, y nos encontramos a María enganchada a una fregona. Pero la vida te da sorpresas, y bajo la alfombra de la biblioteca, será ella quien encuentre el tercer símbolo. Y tras él, la última parte del tríptico.

En su habitación, ignorando los descubrimientos de María, Fermín se sobrepone como puede a las presiones de la Organización vía teléfono móvil, dejando claro que se las mete por cierto sitio que no menciona. En ese momento, llaman a la puerta. Tras la “cálida” bienvenida brindada por el hombre que dice que la quiere, María le entrega la tercera parte de la Epifanía y él se coge un cabreo de órdago al pensar que alguien pueda haberla visto y eso suponga un riesgo para ella.

En un último intento de alejarla del peligro que él representa, Carlos le pide que se marche y no se vuelva a acercar a él. Pero ella ya tiene muy claro el lugar donde quiere estar y se funden en un besazo que desprende una química espectacular y que exalta a esa pequeña pero ruidosa horda de fermarías en las que sólo ellas mismas creen.

El día de Nochebuena, que pondrá el colofón a esta última temporada, amanece envuelto en paz y armonía de puertas adentro. En el bosque, las luces de policía se apagan tras la muerte del gnomo, pero Fermín y María viven al margen de la trama por unos minutos, en su particular Polo Norte. La paz, el amor, la calma, sólo serán un espejismo. Se avecina uno de los mejores finales de temporada vistos en tierra patria. Agarraos, que vienen curvas.

Aurora Bernal: revolviendo el pasado.

Una llamada telefónica sacará a Fermín y María de su ensoñación y traerá de vuelta las intrigas y los secretos. Él escapa raudo y veloz de la cama para hablar en el baño mientras ella, hija primogénita de la curiosidad, escucha tras la puerta. Alcanza a entender algo sobre una tal Aurora y una entrega, pero la idea se difumina en su cabeza cuando él vuelve y la abraza, mientras contemplan juntos la nevada.

Poco durará su quietud, ya que el mismo policía que identificó a Carlos días atrás vuelve a aparecer en el internado, esta vez advirtiéndole a María que tenga mucho cuidado con Carlos, ya que su novia, Aurora Bernal, está pudriéndose en la cárcel por su culpa. El tipo aprovecha para darle su tarjeta y mirarla con gesto compasivo mientras yo, como espectadora, deseo por primera vez que uno de esos malos misteriosos que anda por el bosque se coma a ese policía novel con ínfulas de Colombo.

Ella no pierde el tiempo y tira de Finder (aka Google) para saber más sobre Carlos. Así descubrirá que Aurora y él habían sido condenados a ocho años de cárcel por el robo de el retablo de la Asunción en la iglesia de Navaluenga. Atentos a la información que devuelve la página, porque no es moco de pavo: el mismísimo FBI ofrece una recompensa de 50.000 dólares por información, había sido cedido por el museo de Ohio (ahí al lado, vamos) y la obra carece de valor en el mercado.

Deducimos pues que Carlos y Aurora terminaron en la cárcel por robar algo que no tenía valor alguno. Cada vez entiendo menos esta serie.
Además, el artículo recalca que en el momento de su detención, Carlos y Aurora llevaban consigo obras robadas por valor de más de un millón de euros. Con razón les pillaron. Como para correr con toda esa carga encima.

Justo cuando parece que por fin vamos a descubrir algo que nos aclare algo más al respecto, Fermín aparece de entre las sombras y le da a María un susto de muerte, mientras su gesto parece poseído por el mismísimo Hannibal Lecter.
Por suerte, cuando ambos vuelven al dormitorio de Jacinta, nuestro cocinero vuelve a ser el de siempre. Y aunque María está que trina, nuestro Fermín consigue doblegarla con su zalamería y su encanto natural. Héctor aparece de repente pero nuestros protagonistas está ahí a lo suyo y nadie se percata de su presencia.

En los foros, la guerra está servida. Y esto no ha hecho más que empezar. El grupo mayoritario asegura que Fermín está con los malos y que está utilizando a María para sus fines. Un pequeño colectivo se empeña en que si Fermín es majo, Carlos lo es aún más. La más cruenta cruzada foril está a punto de comenzar.

La traca final.

En su cuarto, Fermín se dispone a salir para entregar el tríptico a la Organización. Como los buenos espías, cierra con llave la puerta de su cuarto y sale por la ventana mientras la fuerte nevada sigue cayendo sobre el internado. Una nevada que le conducirá, minutos después, a caer por una de las trampillas de los pasadizos, por la que se desplomará y caerá inconsciente sin llegar a entregar el Tríptico. De nuevo, la vida de nuestro héroe pende de un hilo. Pero lo peor está por llegar.

El contacto de Fermín se impacienta y termina creyendo que el cocinero les ha traicionado y se ha fugado con el cuadro. Por eso, se dirige al internado, sabiendo que allí está la única persona por la que Carlos volvería.

Cuando María le echa de menos y va a buscarle a su dormitorio, encontrará allí a un desconocido que, a punta de pistola, trata de averiguar donde está Fermín. Pronto el contacto terminará dándose cuenta de que ella no sabe nada, por lo que decide jugar su última baza.

Un teléfono móvil suena sobre la nieve. Se oye una voz en el contestador.
“O me traes el tríptico en diez minutos o me la cargo”.
Fermín sigue inconsciente. María llora desesperada.
C’est fini!

Y sobre el final de El internado, ¿qué?

A siete capítulos de que El internado desaparezca definitivamente de nuestros televisores, todos los seguidores estamos especulando sobre sus los posibles finales. Los que conservan intacta su emoción por la serie, aún se están preguntando cómo acabará todo este inmenso lío que se ha creado, los que hace tiempo que perdimos el interés por "el misterio principal", resuelto desde hace tiempo y complicado a base de numerosos caminos que se desvían del núcleo del argumento, sólo nos planteamos que será de los pocos personajes que a estas alturas nos continúan despertando un mínimo de interés.

Nosotros hacemos nuestras conjeturas, pero en este vídeo los actores tratan de explicarnos cómo será el tan ansiado final de la serie. No os emocionéis demasiado: se hace patente que el secretismo que lo rodea es absoluto, pues ninguno de ellos se atreve a soltar prenda sobre el futuro personaje y se diría que la mayoría sólo parece conocer algunas directrices del desenlace, pero no tener todas las claves de la resolución definitiva. Lo más interesante: ver y escuchar a Raúl casi al final de los cuatro minutos y medio que siguen ;)


Temp. 2. Fermín, el ambiguo. (I parte)

Unos tres meses después del final de la primera temporada, cuando nuestras uñas empezaban a recuperarse del sufrimiento al que la sometimos, arrancó en Antena3 la segunda tanda de capítulos de “El internado”. Todo eran dudas. ¿Quién sería el joven muerto en la laguna? ¿Quién era ese monstruo del bosque? ¿Dónde estaba Iván? ¿Qué esconde Jacinta? ¿Quién era y de qué lado estaba el cocinero?

Descubriendo a Fermín.

Los primeros tres capítulos marcaron un punto de inflexión en la trama del personaje. Si en la primera temporada su investigación parecía ser sólo un elemento más del paisaje, ya en los primeros compases de esta segunda Fermín parece adquirir una nueva dimensión, la de un hombre con un pasado y una misión, capaz de albergar sentimientos a pesar de mostrarse metódico y frío en apariencia.

Presumiendo de sigilo, Fermín se desliza en el primer capítulo hasta el cuarto de las niñas y contempla fascinado el regalo que el gnomo le había hecho a Paula: una muñeca antigua con un broche cogido en el vestido. El cocinero decide llevarse el prendedor que después entregará a su contacto para que confirme que es uno de los objetos de la lista.

Al día siguiente, cuando vuelve para obtener la confirmación que esperaba, Fermín encuentra muerto al hombre del coche. Y aquí es cuando empezamos a intuir que quizá no sea tan frío, tan calculador ni tan profesional como le imaginábamos. El cocinero tiene miedo. Y esto sí que parece una novedad.
Tratando de mantener la compostura, le quita la documentación al contacto y lanza el coche, con el cadáver, a la laguna. Entre los papeles, encontrará una foto familiar del hombre que le servía de enlace. Juraría que el hombre de hierro se estremece levemente.

A su vuelta al internado, veremos a un Fermín nervioso, abatido y arisco, que nada tiene que ver con su otro yo de la temporada anterior. Un estado que le traerá una serie de recuerdos que nos ayudarán a comprender mejor de dónde viene y a dónde va su historia. El Fermín ambiguo está servido.

El pasado.
El primer flashback de Fermín en la serie nos lleva hasta la cárcel. Un misterioso hombre de negro, sentado al otro lado del cristal, le ofrece salir a cambio de trabajar para él haciendo justicia. Nuestro protagonista se muestra desconfiando e irónico, llegando a calificar al hombre de “hada madrina”.
Ay, ese humor me está enganchando.

Saúl consigue convencerle hablándole de su padre, y trayéndole de vuelta una frase que él decía: Quien busca la verdad, corre el riesgo de encontrarla.
Carlos aún no lo sabe, pero su futuro jefe acaba de resumirle la historia de su vida.

Tras la muerte del contacto, Fermín decide poner un anuncio por palabras en el periódico: Cambio reloj de cuco antiguo por nuevo digital. Abstenerse coleccionistas.
La relación entre ambos hechos es desconcertante para el espectador, así que nuestros guionistas, siempre al quite, deciden regalarnos otro flashback para ayudarnos a comprender.

En una sala aséptica, probablemente unos días después del primer encuentro, el misterioso hombre de negro explica a Carlos el protocolo a seguir. Tendrá que poner un anuncio por palabras en el periódico si le pasa o algo o pierde la comunicación con el contacto. Le entrega también un teléfono móvil en el que sólo recibirá llamadas de su enlace, un dossier con información, su nueva identidad, 5.000 euros y una pistola.

Y mientras en su casa, el espectador empieza a sufrir el síndrome Ferminista-Bipolar, caracterizado por cambiar de opinión cada 35 segundos acerca del cocinero. Ahora es bueno. Ahora es malo. Su jefe es de los malos, seguro. No, va a por lo malos, lo veo claro.
En realidad no importa. Estén en el lado que estén, esta trama de espías promete.

La investigación.

Tratando de salir de su estado de abatimiento, y tomando conciencia, parece que por primera vez, del lío en que se ha metido, Fermín redacta en su habitación el informe para el nuevo contacto. Un informe que nos permitirá conocer las dos líneas de investigación seguidas por nuestro cocinero espía hasta ahora: por un lado el personal del centro y por otra los objetos de la lista, confirmando que el reloj hallado en posesión de Héctor es el objeto número cuatro. Por primera vez, vemos un atisbo de relación entre tramas, al incluir Fermín en su informe referencias a los Novoa Pazos, aunque él mismo afirma que todavía no conoce la relación entre ellos y la lista.

Ese mismo día, Fermín recibirá una llamada de su nuevo contacto citándole en la laguna a las once. Sin embargo, lo que recibirá será un disparo que nos dejará el corazón en un puño toda una semana. El misterioso (aquí todo es misterioso, señores) hombre que aprieta el gatillo, llama inmediatamente por teléfono, afirmando que “está muerto, y que será aquel que no aparezca por el internado”.
Estamos jodidos.

María: amiga, enfermera, cómplice…

Una escena de Fermín y María es la que, curiosamente, da el pistoletazo de salida a la nueva temporada. Usando esa musiquita-que-indica-misterio, vemos a María bañándose desnuda en la laguna mientras alguien la observa en la distancia. Ese voyeur resultará ser Fermín, que sonríe tras los prismáticos y no se corta a la hora de reprenderla cuando vuelve, diciéndole que no debería ir sola al bosque. Ella le objeta que él tampoco debería espiarla mientras se baña desnuda, pero muy molesta, tampoco parece. Ay María…

Será también ella la primera en captar la crispación en el cocinero tras la muerte del contacto, cuando nuestro Fermín, en un acto inusualmente torpe, se quema con la cafetera; y la que le sube el cuello de la chaqueta antes de salir al encuentro de su nuevo enlace, para que no coja una pulmonía. Para estar enamorada de Héctor, María es extrañamente considerada con Fermín.

Pero su historia dará un vuelco tras recibir Fermín ese disparo en el bosque.
El cuarto capítulo comienza con un travelling por todas las habitaciones del internado que termina en la laguna, donde vemos el cuerpo del cocinero tendido, inerte. Sólo unos minutos más nos durará el susto, cuando le vemos despertar y, con gran profesionalidad, crearse una cura de emergencia con la manga de su camisa y un palo.

De vuelta al internado, Carlos tratará de seguir camuflado bajo su traje de cocinero, pero María enseguida descubre que algo le pasa cuando, tras darle un par de órdenes tajantes, él le responde, con su dulzura habitual, con un “¿Por qué no me dejas en paz de una puta vez?”. Siguiendo las gotas de sangre que han caído al suelo, María llegará a la habitación de Fermín, donde él la recibirá pistola en mano agazapado tras la puerta, en una escena que despertó cierta sensación de erotismo latente entre algún sector de la audiencia, ¿verdad? ;P

María, asustada, le somete al tercer grado, y él le cuenta que han intentado matarle y que si alguien descubre que está herido, sabrán quién es y no fallarán la próxima vez. Ella quiere saber más, lo que dará lugar a la frase por excelencia de su historia posterior: “No puedo decírtelo”, mientras María memoriza la canción que cantará insistentemente durante los próximos días: ¿Quién eres? ¿Por qué tienes una pistola? ¿Por qué intentan matarte?
Eso mismo nos preguntamos nosotros, hija.

A pesar de todo, María volverá junto a Fermín esa noche para sacarle la bala sin anestesia ni nada, mientras él bebe whisky directamente de la botella para tragar los calmantes, al más puro estilo tipo duro y sucio. Cuando él termina perdiendo el conocimiento, ella se queda dormida junto a él. Y es que María no es tonta. O como dijo Jacinta al contemplar la situación, aquí el más tonto hace relojes.

En los días siguientes, ella seguirá curando sus heridas mientras canta su canción, y él seguirá haciéndose el hermético. La noche de la llegada del nieto de Jacinta, María será desterrada del cuarto y se refugiará en el del cocinero. Cuando Fermín abre la puerta y la encuentra cargada con el camisón y las mantas, se producen unos segundos protagonizados por un juego de miradas acojonante (perdonadme la expresión, es la única palabra con la que soy capaz de definirlo), dando lugar después a uno de los diálogos más divertidos entre ambos, con el mítico "Menos lobos, que no aguantas tanto".
La audiencia empieza a presentir que pronto María dará un paso más en la escalera amiga, enfermera, cómplice…

En los foros, todo el mundo sigue aquejado del síndrome Ferminista-Bipolar arriba citado, pero comienzan las primeras escisiones dentro del grupo de seguidores. La mayoría piensa que Fermín será el paño de lágrimas de María hasta que ella descubra sus actos poco ortodoxos y vuelva con el protagonista. Unos pocos insistimos en que este hombre tiene buen fondo, y que Héctor y María… ¿quién es Héctor?

Preguntas con sabor a despedida

Últimamente la web oficial de El internado está que lo tira: nunca antes tuvo tanta actividad en épocas de parón de la serie. Y es que en la web aprovechan la mínima ocasión para reunir a unos cuantos actores y plantearles una pregunta que, inevitablemente, hace patente el inminente adiós de El internado.

La última se interesa por los planes que cada uno tiene una vez que finalicen los rodajes de la serie. Lo cierto es que las noticias para nosotras no son muy alentadoras: parece que no hay ningún proyecto a la vista para Raúl, así que, si nadie lo evita, tendremos que esperar algún tiempo antes de volver a verlo en teatro, cine o televisión. Él mismo nos lo cuenta en este vídeo.


Pero esto no es lo único que os traemos hoy; hemos recuperado una “joyita” que se nos escapó en su momento. Hace unos días en la web se preguntaban por el rincón favorito del Laguna Negra para cada uno de los actores. Raúl, que se ha pasado media serie entre fogones, escoge la cocina como lugar fetiche para Fermín, aunque no puede por menos que hacer mención a la habitación de su personaje como epicentro de la actividad fermaría. No dejéis de verlo.

Anunciando la traca final.

El principio y el fin.
La vida y la muerte.
No podemos elegir.
Sólo nos queda aceptar lo que el destino nos depara.
Tendremos que luchar, sin miedo, con valentía, para vivir o para morir.
Sólo unos pocos llegarán hasta el final.



Antena3 ha comenzado ya a publicitar los últimos siete capítulos de El internado, que se emitirán, según reza el anuncio, en Septiembre. Aunque no hay fechas confirmadas, es de esperar que tras el preestreno del primer capítulo en el festival de televisión de Vitoria el día 3 de Septiembre, la cadena decida no demorar demasiado su emisión.

La traca final promete muertos, destrucción y lágrimas. Al menos, en eso insisten todos los implicados: guionistas, prensa y promociones, que llevan semanas llevando adelante su propia campaña publicitaria en entrevistas, páginas personales o vía Twitter.

Sólo Elena Furiase, en el encuentro digital que tuvo lugar el pasado domingo, aportó algo de esperanza al colectivo fermaría. Según Elena, Fermín y María son la pareja de la serie, la historia que más le gusta y afirma que el final nos va a encantar.
Que así sea.

Entrevistas sobre el final de El internado

Las grabaciones de El internado están dando sus últimos coletazos, y para todos los miembros del equipo llega el momento de echar la vista atrás y hacer un recuento de todo lo vivido. La cara más visible de ese equipo, los actores y actrices que ponen cuerpo (y los mejores hasta alma) a los personajes de la serie, tienen la complicadísima tarea de definir en una sola palabra su "experiencia interna". Como lo bueno se hace esperar, tenéis que esperar al último minuto para que Raúl os cuente la ilusión con la que ha vivido su interpretación de Fermín desde el primer capítulo hasta el último. No es de extrañar, pues, que poniendo tanta ilusión en la receta, el resultado haya sido un personaje tan espectacular.



Pero no sólo somos nosotras las que alabamos las bondades de Raúl como actor; el guionista y co-productor ejecutivo de la serie Emilio Díez, lo hace también en la entrevista concecida en exclusiva a zonaelinternado. Os dejamos, gracias a Antow, una selección de algunas de las preguntas que allí se le hicieron: las relacionadas con el protagonista de nuestro blog, y también las relacionadas con el final de la serie en general, que sabemos que a pocas semanas vista de ese final, la impaciencia y la curiosidad van creciendo entre los seguidores. No perdáis detalle:

¿Cómo se construyen los personajes y dónde se busca la inspiración para escribir siete temporadas de la serie y mantener al espectador enganchado durante todo este tiempo?

Los personajes tiene un doble origen: por un lado, el papel, es decir, lo que los guionistas imaginan y crean para el personaje. Y después, lo que aporta el actor. En la mayoría de los casos, el buen hacer de un actor es esencial en la definición y crecimiento de su personaje (o en caso contrario, por no lograr dotarle de “vida”). En “El Internado”, por ejemplo, son muy significativos los personajes de Fermín y Julia. En la primera temporada, Fermín era un personaje secundario sin mucho protagonismo. Poco a poco, el personaje fue creciendo y se acabó convirtiendo en protagonista absoluto y uno de los personajes más queridos. Lo mismo sucedió con Julia, y en ambos casos los actores son principales responsables de ello gracias a su talento.

En cuanto a qué inspira la creatividad de un guionista… todo. Lo que vives, lo que sueñas, lo que lees, las películas y series que has visto, las historias que te han contado, las noticias en los periódicos. De absolutamente todo te nutres para inventarte algo. En el caso de la serie, una fuente importante fue la historia. Toda lo referente a los nazis, las atrocidades cometidas por ellos en la Segunda Guerra mundial, sus métodos, ideología y experimentos, y su posterior huida a otros países están rigurosamente documentados. Lo único que hemos hecho en “El Internado” es intentar dotarlo de interés dramático.

Y ahora empecemos a hablar de las tramas de la serie… ¿No pensasteis en explotar más la “parte espía” de la serie haciendo que Amelia se pasara al bando de Fermín, que le contara todo al jefe de su organización (Saúl) y así poder vengarse de Géminis, o que los chicos se aliaran con el cocinero para investigar juntos, por ejemplo?

Barajamos esas posibilidades, pero nos parecía que la serie era más rica si los chicos y Fermín iban por caminos paralelos, pero investigando cosas diferentes y metidos en aventuras distintas (aunque sabíamos que sus destinos acabarían cruzándose tarde o temprano, como así ha sucedido).

Los seguidores de la serie tenemos entendido que se explicarán misterios que se han quedado sin resolver, como los ojos blancos de Paula y de los demás niños que han sido sometidos a experimentos, la identidad del taxista que se llevó a Paula, los nombres de los nazis huidos que aún no se conocen o lo que le dijo Fernando a Carolina al oído antes de morir al final de la quinta temporada. Esto último parece algo más difícil ya que ninguno de los dos personajes vive… ¿Veremos cómo se resuelven estos misterios?

¡Bueno, veo que tienes una lista detallada de todo lo que falta por resolver! Sabemos que no podremos resolver todas y cada una de las dudas planteadas desde el principio. Por ejemplo, lo que le dijo Fernando a Carolina… nosotros sabemos qué le dijo, pero difícilmente lo podrán saber los espectadores. En cuanto a la identidad de los nazis, se contará quiénes son todos los nazis de la famosa mesa que aún no conocemos. Ya te puedo adelantar que habrá alguna sorpresa… Y en cuanto a los ojos en blanco de Paula, aunque sé que nadie esperaba ya que fuésemos a resolverlo, lo haremos, y concretamente, en el penúltimo capítulo de la serie. Espero que todas estas resoluciones no te defrauden…

Hablemos ahora del final de la serie, algo que, en mayor o menor medida, nos preocupa a todos. ¿Podemos descartar todos los finales “odiados” por la audiencia, como por ejemplo, que todo haya sido un sueño o algo similar? ¿Se resolverán todos los misterios o se dejará una puerta abierta a una posible película o spin-off?

Ja, ja. ¿Te refieres a alguna serie concreta que ha terminado hace poco? Ya en serio, una cosa que podemos afirmar con rotundidad es: la serie tendrá un final realista. Un final cerrado, no sujeto a interpretaciones. Más concretamente: no habrá dos internados, no están todos muertos, el Internado no es el cielo o el limbo, y tampoco ha sido todo fruto de una pesadilla de Antonio Resines por una ingesta masiva de marisco en mal estado…

“Si yo muero, todos moriréis“. Estas palabras las pronunció el calvo, del que aún no sabemos ni su nombre, en el último capítulo emitido… ¿Tendrán estas palabras o este hombre algo que ver con el final de la serie? ¿Sabremos más sobre sus poderes, su significado en la ficción y cómo puede dominar los sueños de los chicos?

Hasta ahora todo lo que ha dicho el Hombre Misterioso (aka “el calvo”) se ha revelado como cierto. Y en la próxima y última temporada, seguirá siendo así. Así que no puedo descubrirte qué papel jugará en concreto, pero te anticipo que será esencial y determinante para el destino de nuestros personajes. El Hombre Misterioso aún tiene muchas sorpresas guardadas en su calva…

Sobre las muertes, que es algo que se está promocionando mucho de cara al final de la serie también han surgido muchas dudas… ¿Realmente habrá tantas muertes y de personajes importantes? ¿Hablando términos porcentuales, cuál será el balance de muertos aproximado al terminar la serie?

La última temporada que se emitirá a partir de septiembre constará de siete capítulos, 7 capítulos finales en los que habrá no menos de ocho muertes. Y cuando hablo de muertes, anticipo que se trata de personajes importantes, algunos protagonistas, y de los más queridos de la serie. Así que sí, habrá muchos muertos. La pregunta para el capítulo final no es cuántos mueren, sino cuáles de nuestros personajes favoritos van a llegar vivos al final.
Dicho lo cual, te aclaro que cuando decidimos matar a un personaje no lo hacemos por capricho o por buscar un “gancho” fácil, sino porque creemos que es relevante y dramáticamente interesante. Espero que cuando hayáis visto esta última temporada estéis de acuerdo con nosotros.

Por otro lado, los seguidores de las parejas de la serie (Julia e Iván, María y Fermín, y Rebeca y Martín), piden a gritos finales dignos para sus parejas, ¿lo tendrán?

En estas últimas temporadas hemos intentado hacer un esfuerzo especial por potenciar las tramas personales y las historias de amor. De hecho, es la primera vez que en mapa de tramas las historias personales se pensaron primero, y las tramas de misterio se supeditaron a ellas. Y lo mismo sucederá en esta última temporada. Las historias de amor a las que has aludido (más alguna otra), serán esenciales y ocuparán un lugar esencial en el final de la serie.

Y hablando ahora de personajes, hay dos que están al borde de la muerte: por un lado Iván, por su doble enfermedad (la producida por el virus y el alzhéimer), y por otro lado Fermín, que terminó inconsciente en los brazos de María. ¿Qué futuro les espera? María no se merece quedarse sola después de todo lo que ha sufrido, ¿no?

María es una gran sufridora. Ha tenido una vida durísima, llena de infelicidad y tragedia. Sí, se merece ser feliz y tener algo de tranquilidad en su vida. Lo que pasa es que ha elegido un mal sitio para lograrlo…



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Os recomendamos que echéis un ojo a la entrevista completa aquí, especialmente si tenéis curiosidad por saber de otros personajes como Noiret, Carol o Amelia ;).

Temp. 1. Fermín, el ¿cocinero?

Allá por la primavera de 2007, Antena 3 estrenaba “El internado”, presumiendo de ella como una de las series más caras hechas en este país. Y no les faltaba razón. Los seis capítulos que compusieron aquella primera temporada nos acercaron a aquel lugar misterioso, envuelto en un ambiente de casi magia. Dentro de él, se movían personajes distintos a lo que acostumbrábamos a ver en la televisión patria. No había dueños de bares, ni estampas costumbristas ni gente que iba a los toros. Las familias que se intuían estaban rotas por hechos que no conocíamos. Los buenos podían ser los malos. Y los malos también podían ser los buenos.

Dentro de esa amalgama de personalidades distintas, destacó para muchos, desde el principio, nuestro Fermín. Ese personaje que nos descubrió a Raúl y que ha marcado, quizá, un antes y un después a la hora de crear y dar vida a una ficción. Por eso, ahora que esperamos con cierta expectación el final (de la serie y de Fermín), queremos hacer un repaso por su trayectoria: qué ha conseguido, qué ha descubierto, qué ha aportado a la serie como conjunto y al internado que se vive al margen de la serie, en foros, blogs y redes sociales.

¿Empezamos por el principio?




Primera escena.
La primera aparición de Fermín en la serie está ligada a la llegada de María (¡cómo no!). En aquel momento, ni nos podíamos imaginar que ella marcaría de la forma en que lo ha hecho su trama. Pero a decir verdad, tampoco nos imaginábamos que detrás del cocinero simpático pudiese haber algo más que el socorrido alivio cómico de toda serie que se precie y, si acaso, el pañuelo de lágrimas de la recién llegada cuando el protagonista la abandone por las razones que correspondan.

Pero Fermín, el cocinero gracioso, sienta cátedra. Al fin y al cabo, él es un tío atractivo, sensible y cariñoso y ella está buena que se rompe. Aunque poco después descubrirá que María, ni es chica de ir de copas, ni de salir a bailar. Le dice Jacinta a nuestro futuro héroe, no sin cierta ironía, que ya la tiene en el bote.
El pobre cocinero parece destinado a pasar por los capítulos sin pena ni gloria hasta que en los últimos compases del primer capítulo, le vemos guardar en el cajón, junto a los calzoncillos de corazones, una pistola y un par de balas. Oh, oh. Con lo majo que parecía…

Tío atractivo y cariñoso conoce tía buena.

No existe posible discusión al respecto. Si un personaje ha marcado a Fermín, ése ha sido María. Su leiv motiv casi desde el minuto uno de la serie. Pero en la primera temporada, reconozcámoslo, el propio Fermín era el único que se veía con opciones.

En el segundo capítulo, la serie ya se ha dejado conquistar por la ambigüedad del cocinillas, que ayudará a María a llegar hasta la identidad de su hijo (encontrando de paso un reloj con las iniciales J.B., perteneciente a Héctor y del que nunca más se supo) y la refugiará en su cuarto hasta que ella consiga, por fin, el beneplácito de Jacinta para continuar en el internado. Una de cal y una de arena. Fermín es capaz de prometer por teléfono a un desconocido que la matará si es necesario, para después arroparla mientras duerme.
Aquí hay algo muy raro, pero extrañamente atrayente.
Durante toda la temporada, Fermín siempre estará tras ella. Animándole a que luche por su hijo y secándole una lágrima, pidiéndole que se eche en sus brazos siempre que esté contenta, o para invitarla a un vino (y a que le use para lo que quiera).
Es innegable, aquí hay feeeling.

La investigación y el hombre del coche.

Tercer capítulo. Héctor, obvio protagonista de la serie, y Jacinta conversan en la cocina. Fermín irrumpe cargado con una caja de fruta. Siempre tan oportuno. Y de repente, le vemos coger, con mucha maña y sin tocar, la taza donde Héctor tomaba el desayuno segundos antes y la mete en una bolsita de plástico de ésas que, desde que existe CSI, sabemos que sirven para guardar pruebas. Y sin inmutarse, guardándose la susodicha prueba tras la espalda, hasta le gasta una bromita de ésas suyas al prota.
Empieza a gustarme el humor de este tipo.

Minutos más tarde, ataviado con look que nada tiene que ver con el del cocinero, Fermín fabrica un dispositivo de recogida de huellas usando el carboncillo de un lápiz y un trozo de cinta adhesiva. Una huella que después entregará a un desconocido que viaja en un cochazo por el bosque y que le llama Carlos.
¿Carlos? ¿Cómo que Carlos?
Mientras, algo le acecha en el bosque. Y da miedo. Más aún que el tipo del cochazo, que le echa la bronca por no haber conseguido más en seis meses de infiltración. Válgame Dios, ¿el cocinero es policía?

Cuarto capítulo. Fermín vuelve a encontrarse con el señor del cochazo, que le entrega un informe sobre Héctor y le dice que no andaba desencaminado, además de darle un trasto no identificado para que haga él-ya-sabe-qué. Algo después, sabremos que la tarea consistía en descubrir la combinación de la caja fuerte de Héctor y guardarse cierto pergamino en su lugar favorito. Es decir, en los pantalones. Extraña costumbre.

El monstruo del bosque y Paula.

Entre investigación y ligoteo, a Fermín le queda tiempo para llevarle un zumo a Amelia. En su clase encontrará un dibujo de una especie de monstruo negro que decide llevarse bajo manga. No sabemos para qué lo quiere, pero por su expresión, deducimos que no es para colgarlo en su habitación.
Minutos más tarde, descubrimos que el objetivo era enseñárselo a Jacinta, lo que dará a lugar a uno de mis diálogos favoritos de la serie, cuando la gobernanta le confiesa al cocinero, después de animarle a dejar el fumeteo, que en las noches de luna llena, queda con el monstruo, el hombre lobo y el fantasma para tomarse unos vinos en el bosque.

Durante el siguiente amanecer, mientras todos duermen, él carga una pistola (y da la sensación de que no es la primera vez que lo hace) mientras mira el dibujo del monstruo de Paula, a la que le pide que no vuelva a salir sola al bosque para buscar al gnomo.
Y acto seguido, tras semejante ternura de escena, el tipo que es de todo menos cocinero, cambia el gesto totalmente y llama por teléfono para pedir los datos del caso Novoa Pazos con cierta urgencia y autoridad.

En los foros nadie sabe si es bueno, malo, policía, cocinero, investigador privado o el hijo perdido de Grissom. Pero sí hay una idea que empieza a unificarse: este tío es un genio.